Elecciones

Los debates nunca deciden pero siempre revelan

1444932041_391817_1444933848_noticia_normalJim Webb, Bernie Sanders, Hillary Rodham Clinton, Martin O’Malley y Lincoln Chafee, poco antes del debate entre los aspirantes a la candidatura demócrata en el canal de televisión CNN, el pasado día 13. / DAVID BECKER (AFP)

Los debates pocas veces deciden unas elecciones. Hay más leyenda que realidad en la idea de que los sudores de Richard Nixon en el debate televisado ante John F. Kennedy le costaron las presidenciales de 1960. O que la frase de Ronald Reagan, en el debate de 1980 ante el presidente Jimmy Carter (“¿Están ustedes mejor que hace cuatro años?”), le llevó a la Casa Blanca.

 Tampoco el debate del martes en Las Vegas (Nevada), organizado por la cadena CNN, decidirá el nombre del candidato del Partido Demócrata a las elecciones presidenciales de noviembre de 2016. Era el primero de una campaña larga. Faltan más de tres meses para que comience el proceso de votaciones, en caucus (asambleas electivas) y primarias, que desembocará en la proclamación del candidato en la Convención Demócrata, del 25 al 28 de julio en Filadelfia (Pensilvania). En Las Vegas debatieron la ex secretaria de Estado y ex primera dama Hillary Clinton, el senador Bernie Sanders, el exgobernador de Maryland Martin O’Malley y los exsenadores Jim Webb y Lincoln Chafee.

El debate reveló tres cosas. Una ya la sabíamos, y es que, aunque los candidatos demócratas sean cinco, la campaña es cosa de dos: Clinton y Sanders. La segunda revelación de Las Vegas afecta a algo que ignoramos: si el vicepresidente Joe Biden se presentará o no. Biden lo ha intentado dos veces, en la campaña para las presidenciales de 1988 y en la de 2008. En la primera ocasión sus posibilidades empezaron a desmoronarse cuando The New York Times publicó que había plagiado un discurso del laborista británico Neil Kinnock. Al final Biden retiró su candidatura. La periodista que firmaba la información era Maureen Dowd. Hoy Dowd —la pluma más ácida del periodismo político estadounidense— es columnista en el mismo diario. Y este verano escribió que Biden sopesaba presentarse. Se lo había pedido su hijo Beau, fallecido el pasado mayo, en el lecho de muerte. La columna de Dowd desató las especulaciones y cerró un círculo: la misma periodista que hace más de tres décadas había hundido a Biden relanzaba su candidatura.

El debate reveló que el margen de Biden para entrar en campaña se estrecha. Biden era la opción de muchos demócratas por si Clinton falla. pero la actuación brillante de Clinton en Las Vegas desmonta el argumento en favor de Biden. ¿Por qué es necesario si Clinton ya funciona?

Y aquí llega la tercera revelación, algo que sabíamos pero nos resistíamos a admitir, o que habíamos olvidado. Y es que Hillary Rodham Clinton es una política fuera de serie, experimentada en campaña y en el gobierno, con muchas horas de debate a las espaldas (y mucho dinero para financiar un aparato electoral bien engrasado). Sus escándalos, verdaderos o exagerados; la franca antipatía que sienten por ella los periodistas; y su tendencia —bien real— a la confusión y al equívoco han contribuido a erosionar su ventaja.

El ruido tapa la señal: el hecho de que Clinton sigue siendo la favorita indiscutible para la nominación en Filadelfia. Así era antes de Las Vegas y así es después.

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