Democracia y PolíticaEconomía

Los errores y prejuicios de Podemos contra el informe sobre desigualdad del Instituto Juan de Mariana

La-Desigualdad-en-EspañaIván Ayala, miembro de Podemos, critica el reciente informe del Instituto Juan de Mariana acerca de la desigualdad en España. Dado que el artículo crítico es bastante largo, voy a ordenar las críticas y mis respuestas por bloques.

Intenciones del informe

  1. El informe es un “estudio ad-hoc [sic] para alimentar ideológicamente las tesis conservadoras”: El propósito del estudio es, simple y llanamente, contrastar si la tan extendida afirmación política de que España es uno de los países más desiguales de Europa es cierta o no. La tesis liberal (que él incorrectamente tacha de conservadoras: imagino que siguiendo la misma estrategia de agitación tramposa que aquellos que tachan de estalinistas a Podemos) no es que la igualdad económica sea positiva: ésa es una tesis puramente socialdemócrata. La tesis liberal es que las desigualdades resultantes del escrupuloso respeto de los derechos básicos de las personas no deben ser corregidas mediante coacción (véase la concepción procedimentalista de justicia de Nozick). Por tanto, no tengo interés ideológico alguno en que España sea más o menos igualitaria —sí en que sea más libre—. Acaso quien sí posea algún interés en que España nos parezca especialmente desigualitaria sea el propio Iván, quien reconoce que “las nuevas ofertas políticas” [Podemos, partido del que forma parte] “están bebiendo [del paradigma] de la desigualdad”. ¿Qué pasaría si se mostrara que España no es tan desigual como ellos nos han dicho? Pues que se quedarían sedientos de votos y de poder. ¿Quién está realmente sesgado a la hora de estudiar los datos de desigualdad?
  2. El informe pretende convencer a todas “esas personas que sienten la miseria en sus carnes, que no pasa nada porque esa miseria no es real”: No, el informe no pretende convencer a nadie de nada de eso. Repito: lo que señala el informe es que España no es uno de los países más desiguales de Europa. Esto ni implica que los españoles no sean desiguales ni que no sean míseros. Por un lado, ser menos desigual que otros no implica no ser desigual en absoluto (si todos somos muy desiguales, ser menos desiguales significa seguir siendo muy desiguales). Por otro, ser muy igualitario no implica que nadie lo pase económicamente mal: una sociedad puede ser pobre e igualitaria (justo por eso los liberales señalamos que lo importante no es la desigualdad, sino la lucha contra la pobreza).

Desigualdad de riqueza

  1. El informe afirma que la riqueza en sí misma, así como su concentración, no merece ningún interés: El informe no afirma que la distribución de la riqueza “no merece ningún interés”, sino que en términos de bienestar no debería ser demasiado relevante en tanto dispongamos de renta con la que satisfacer nuestras necesidades —más allá de servicios específicos que sí proporciona la riqueza, como la ostentación o la seguridad económica—. Paradójicamente, Iván acepta que esto es así en el caso de Suecia, país con mucha desigualdad de riqueza pero donde el Estado proporciona renta a aquellas personas que carecen de riqueza. ¿Por qué critica nuestro argumento para luego darnos la razón al aplicarlo con Suecia?
  2. El informe sostiene que la riqueza es una variable “que nace de la nada y que carece de explicación económica”: El informe no afirma esta boutade en ninguna parte (¿alguna cita al respecto?). De hecho, sí proporciona una breve explicación económica sobre la riqueza (aunque ése no es el objeto de este estudio). Cito textualmente: “el valor de la riqueza no corresponde al valor de renta presente, sino que es una estimación de rentas futuras que se espera que dichos activos generen, descontados el tiempo y el riesgo. Así, la riqueza representa una valoración virtual e incierta de unas rentas futuras esperadas”.
  3. El informe obvia que la distribución de la riqueza depende de la distribución del PIB entre los distintos grupos sociales: Después de acusarnos de explicar pobremente el origen de la riqueza, Iván nos arroja una simplista exposición sobre la misma. Su modelo simplificado es que la riqueza presente es consecuencia de la distribución y acumulación pasadas de la renta. Acaso si hubiera leído con mayor detenimiento el informe, no caería en errores tan básicos: la riqueza es el valor presente de las rentas futuras, no el valor acumulado de las rentas pasadas ahorradas. El valor de una empresa no depende de lo que se ha invertido en ella, sino de los beneficios que se espera que vaya a obtener en el futuro (en cualquier manual introductorio de finanzas puede encontrar cómo el precio de un activo equivale al valor actual de sus flujos de caja futuros). Asimismo, el valor de un inmueble no está determinado por lo que se pagó por él, sino por los servicios (por ejemplo, de alquileres) que espera que proporcione en el futuro (el propio Iván, más adelante, reconoce que el estallido de la burbuja de la burbuja inmobiliaria ha hundido el valor de los inmuebles: ¿pero éstos no dependían de su coste histórico?). Es absurdo pensar que, por ejemplo, la riqueza de Mark Zuckerberg es igual a todo el ahorro que ha acumulado a sus apenas 30 años: al contrario, la milmillonaria fortuna de Zuckerberg procede de haber creado una empresa que se espera que obtenga gigantescos beneficios futuros y, por eso, hoy tiene un valor superior a 300.000 millones de dólares. Si Zuckerberg, con sus mismos ingresos pasados, hubiese creado Gowex en lugar de Facebook, hoy apenas tendría patrimonio alguno. La riqueza debe analizarse con un enfoque forward-looking, no backward-looking.
  4. El informe pasa por alto que la desigualdad actual de riqueza es heredada de la expansiva desigualdad en el reparto del PIB entre las rentas del capital y las rentas del trabajo (sobre todo, como consecuencia de las reformas laborales de PP y PSOE): Recuerdo el propósito del estudio: analizar si, como repiten partidos políticos y medios de comunicación, España es uno de los países más desiguales de Europa. Recuerdo la conclusión del informe: España no es uno de los países más desiguales de Europa. Lo anterior no significa que en España no haya desigualdad, sino que hay menos desigualdad que en otros rincones de Europa. Acusarnos de no analizar el origen de la desigualdad en España es tanto como acusarnos de que el informe debería versar sobre otro tema distinto: y está muy bien que Iván plantee sugerencias de temas a analizar por los miembros del Instituto Juan de Mariana, lo que no está tan bien es que intente vendernos que nuestro primer informe es erróneo (o tergiversador) por no tratar un tema distinto del que trata. En todo caso, y ya que menciona el asunto, entremos en él: es falso que la desigualdad de la riqueza en España se deba al creciente peso en el PIB de las rentas del capital derivado, a su vez, de las recientes reformas laborales. Y es falso porque, en esencia, durante los últimos 15 años las rentas del capital netas no han ganado peso en España (salvo que incluya como rentas del capital lo que él mismo dice que no debe ser considerado como renta: es decir, las rentas inmobiliarias imputadas).
  5. La evidencia empírica demuestra que la riqueza se está concentrando como consecuencia del creciente peso de las rentas del capital en el PIB: Iván Ayala cita esencialmente dos fuentes para respaldar esta afirmación: Alvaredo y Saez (2009) y Piketty. Sin embargo, los trabajos reseñados, lejos de confirmar su afirmación la desmienten. Primero, Alvaredo y Saez (2009) señalan claramente que la concentración de la riqueza en España no ha aumentado en el período que ellos estudian (1982-2005): “La concentración de la riqueza [del top 1%] decrece desde el 19% en 1982 al 16% en 1992 y luego vuelve a aumentar al 20% en 2005 (…) En contraste, la concentración de la riqueza del top 0,1% ha caído apreciablemente desde el 7% en 1982 al 5,5% en 2005”. ¿La razón de ello? “Dado que la riqueza inmobiliaria está menos concentrada que la financiera y los precios de los inmuebles ha aumentado sobremanera, la concentración de la riqueza entre los segmentos más ricos ha caído entre 1982-2005”. A su vez, Alvaredo y Saez exponen que la proporción de la renta en manos del top 0,1% aumenta como consecuencia de dos factores: los salarios y las ganancias del capital, a saber, el porcentaje de las rentas del capital y los beneficios empresariales en manos del top 0,1% no se incrementan durante todo el período analizado: “El gráfico también demuestra que el aumento de la renta en manos del top 0,1% es debe solamente a dos componentes: las ganancias del capital y la renta salarial. Los otros dos componentes, los beneficios empresariales y la renta del capital, han permanecido constantes”. Imagino que, como Iván me ha remitido en varias ocasiones de su artículo a la distribución primaria de la renta, sabrá que las ganancias del capital no forman parte ni del PIB ni, en consecuencia, de los canales de distribución primaria de ese PIB (véase páginas 235-236, donde las ganancias del capital no aparecen; o léase la metodología del Bureau of Economic Analysis en su página 5: “Es importante resaltar que las mediciones de renta en la contabilidad nacional no incluye las ganancias o pérdidas derivadas del cambio en el precio de los activos, esto es, las ganancias y pérdidas de capital, dado que un cambio en el precio de los activos no constituye renta derivada de la producción”), por lo que no debería incluirse para medir la concentración del PIB en manos del top 1% (aquí explico por qué Piketty hace trampas cuando, en ocasiones, la incluye). Por tanto, la razón de que el top 1% concentre un mayor porcentaje del PIB en los últimos años no es el creciente peso de las rentas del capital (como afirma Iván), sino el aumento de los salarios del top 1%. De hecho, esto mismo es lo que reconoce el propio Piketty: “No considero que la relación r>g sea el principal causante de los cambios en la distribución de la renta y de la riqueza en el siglo 20, o que nos sirva para pronostica el camino que la desigualdad de la renta y de la riqueza va a seguir en el siglo 21 (…) Además, yo desde luego no creo que r>g sea una herramienta útil para reflexionar sobre el aumento en la desigualdad de las rentas salariales: otros mecanismos y políticas son aquí mucho más relevantes, por ejemplo, la oferta y la demanda de habilidad o la educación. Por ejemplo, en mi libro (capítulo 8-9) destaco que el aumento de la concentración de la renta en los EEUU durante el período 1980-2010 se debe en su mayor parte a la desigualdad de las rentas salariales, que a su vez puede ser explicado por dos factores: la creciente desigualdad en el acceso a la formación y a la educación superior durante este periodo en EEUU (exacerbado por el coste de la matrícula universitaria y la insuficiente inversión pública); y las remuneraciones explosivas de los directivos, probablemente estimuladas por cambios en los incentivos y en las normas, así como por elevados recortes de los tipos marginales máximos”. Es decir, Iván se inventa la historia de que la creciente desigualdad de la renta se debe en todo el mundo, y también en España, a la cada vez mayor concentración de la riqueza y al aumento de las rentas del capital en relación con las salariales, me remite para demostrarlo a dos fuentes y resulta que según sus fuentes: a) en España no ha habido concentración de la riqueza; b) la desigualdad de la renta no se debe al aumento del peso de las rentas del capital sino a la creciente desigualdad dentro de las propias rentas salariales. Oye, que todos podemos comenzar a citar referencias a trote y moche sin leerlas, pero no deja de ser llamativo que un economista me acuse de falta de rigor por despreciar la evidencia empírica… que él mismo está despreciando.
  6. El informe rechaza estudiar la concentración de la riqueza en los deciles superiores con respecto a los inferiores bajo el argumento de que esto “no permite ver la distribución de la renta en los demás estratos de la población”: El informe no sólo no lo rechaza, sino que ofrece la ratio de concentración de la riqueza entre el quinto quintil y los restantes (página 21). Ahora bien, también ofrece el índice Gini para exponer una imagen más completa. Supongo que Iván no se opondrá a que demos dos indicadores en lugar de uno. Por cierto, y como ya expliqué, aunque uno se centre en analizar la concentración de la riqueza en España en manos del top 1%, esa concentración es de las más bajas de Europa (página 250, gráfico 6.7: ésta es otra de las referencias a las que me remite Iván y que no debe haberse leído con demasiado detenimiento).
  7. El informe oculta que “la práctica totalidad de las viviendas de las familias españolas en realidad no son de dichas familias, sino de los bancos con los que mantienen una hipoteca”: Si Iván dedicara tanto esfuerzo en leerse el informe como en criticarlo, probablemente se habría dado cuenta de que estamos midiendo la distribución de la riqueza neta, esto es, restamos al valor de los inmuebles la deuda hipotecaria (y para ello tomamos los valores que nos proporciona el estudio de Credit Suisse al que también me remite Iván para defender sus tesis). A este respecto, por cierto, es completamente falso que la “práctica totalidad” de las viviendas en propiedad de España soporten una hipoteca. Si nos vamos al INE, comprobaremos que de los 14,3 millones de viviendas residenciales en propiedad, 8,3 están libres de toda carga hipotecaria y 6 poseen cargas hipotecarias (lo cual no significa que adeuden el 100% de la hipoteca: aunque sólo les reste por pagar el 1% del inmueble, figuran en esta rúbrica). No me consta que el 42% equivalga a la “práctica totalidad”.
  8. El informe no tiene en cuenta el efecto del estallido de los precios de la burbuja inmobiliaria sobre el valor de los inmuebles: No sé de dónde saca que no lo hemos tenido en cuenta (¿se lo inventará sin más?). Como digo, la estimación de la riqueza neta de las familias españolas la extraemos del informe de Credit Suisse que sí lo tiene en cuenta. ¿O es que cuando Iván me acusaba de negar que, según Credit Suisse, los ricos españoles han aumentado su riqueza durante el último, él no estaba teniendo en cuenta la variación del precio de los activos en manos de esos ricos?

Desigualdad de renta

  1. Las rentas inmobiliarias imputadas no deben integrarse en la renta de las familias para medir la desigualdad dado que “nadie los percibe realmente fuera del artificio teórico de este estudio”: Es curioso cómo Iván quiere analizar cómo se distribuye el PIB entre la población española y, en cambio, uno de los principales componentes del PIB (las rentas inmobiliarias imputadas) crea que debe ser excluido de la distribución de esa renta. Tendré que recordar que el PIB es el valor de todos los bienes y servicios finales producidos en una economía durante un período de tiempo: los servicios de viviendason claramente un servicio que debe estar integrado en el PIB, al igual que aparecen los alquileres. Es evidente que si el propietario de un inmueble me alquila un piso de su propiedad, Iván querrá incluir esa renta del alquiler como renta del capital del propietario del inmueble. Pero, ¿y si yo vivo en mi propia casa? ¿Acaso mi posición no es exactamente la misma que si me autoalquilara el inmueble? Estamos ante un caso de autoconsumo (y, por si alguien no lo sabe, los autoconsumos sí aparecen en el PIB): yo, con mi propiedad, produzco el servicio de vivienda y me lo distribuyo a mí mismo (nótese que, sin imputaciones inmobiliarias, un país donde todo el mundo viviera de alquiler disfrutaría de un mayor PIB que uno donde todo el mundo tuviera su casa en propiedad).
  2. Para incluir las rentas inmobiliarias imputadas en la renta familiar, estas rentas deben estimarse y no hay estimaciones fiables para el caso español: Esta crítica es la única que tiene cierto peso, dado que el informe de Eurostat reconoce la falta de calidad de muchos de los datos europeos. Pero justamente España no está entre el listado de países entre los que los autores encuentran problemas en los datos (tabla 2, página 24). Es decir, aunque es verdad que todavía falta mejorar mucho los métodos para imputar rentas inmobiliarias a los distintos hogares españoles, como primera aproximación no es mala. Nota al margen: todos los críticos de nuestro informe recurren en este apartado a la misma estrategia. Primero tratan de argumentar por qué las rentas inmobiliarias imputadas no deberían estar incluidas en las mediciones de desigualdad (muy mal argumento) y luego añaden que además las estimaciones no son de calidad (argumento parcialmente bueno). ¿No detectan un cierto sesgo argumentativo? A saber, “vamos a buscar todos los argumentos posibles para desacreditar este resultado, sin discriminar entre buenos y malos argumentos”. Cuánto me gustaría leer a alguien que dijera: “Es verdad que debemos incluir las rentas inmobiliarias imputadas en nuestras mediciones de desigualdad pero los datos de Eurostat son mejorables” (argumento sensato). Pero claro, según Iván, el de las conclusiones ideologizadas y pre-establecidas soy yo. Seguro.
  3. El informe demuestra que el Estado de Bienestar reduce las desigualdades de renta y eso no puede ser suscrito por “una persona cuyo leit motiv intelectual es luchar contra el Estado y que ha argumentado en numerosas ocasiones en contra del Estado de Bienestar”: Primero, el propósito del informe es estudiar si España es uno de los países más desiguales de Europa: nada más. Si España no lo fuera por influencia del Estado de Bienestar, pues se refleja y ya está. Entiendo que si Iván me acusa de tener ideas pre-establecidas y de manipular mi argumentación para que encajen con las mismas, le tendrá que llamar la atención que en este caso añada lo que parece ser un argumento en mi contra: pero ello sólo debería llevar a Iván a modificar sus ideas pre-establecidas sobre mis presuntas ideas pre-establecidas (aunque apuesto a que semejante nivel de disonancia cognitiva le impedirá hacerlo). Segundo, como ya ha indicado, a los liberales la desigualdad económica les suele preocupar más bien poco (no así la pobreza): de ahí que, aun cuando el Estado de Bienestar redujera la desigualdad, ello no lo veríamos como un argumento a favor del Estado de Bienestar. Tercero, no es verdad que el informe demuestre que el Estado de Bienestar reduzca la desigualdad: el informe demuestra que, después de cobrar impuestos y establecer un monopolio estatal de facto en educación o sanidad, la desigualdad se reduce si posteriormente incluimos en la definición de renta los servicios públicos. Lo que no dice el informe (tampoco lo niega, simplemente no lo analiza), es que la desigualdad aumentaría si eliminamos el Estado de Bienestar y también los impuestos dirigidos a financiarlo así como las limitaciones a su provisión competitiva por parte de empresarios.
  4. El informe sostiene que los servicios públicos reducen la desigualdad en España lo mismo que en la media de la OCDE y por tanto “nos deja exactamente igual en nivel relativo a los demás países”: No deja de sorprenderme que las personas reflexivas y analíticas metan la pata en cuestiones de lógica tan básicas. En efecto, los servicios públicos reducen la desigualdad en España en el mismo porcentaje que la media de la OCDE (un 20%), pero ¡esto no significa que por necesidad nuestra posición relativa siga siendo la misma! Que la desigualdad en la media de la OCDE se reduzca un 20% no significa que en todos los países de la OCDE se reduzca un 20%: en unos países se puede reducir más de un 20% y en otros menos. Y, en particular, si los países en los que la desigualdad se reduce menos de un 20% son países más igualitarios que España antes de aplicar esta corrección, entonces España puede terminar mejorando su posición relativa en cuanto a desigualdad. Sin ir más lejos, España es más desigualitaria en renta que Alemania antes de considerar los servicios públicos pero menos después de considerarlos. ¿No hemos alterado con ello nuestra posición relativa?
  5. Es sorprendente que el informe afirme que, si el aumento de la desigualdad de la renta se debe al incremento del desempleo en España, la solución es liberalizar el mercado de trabajo: No tiene nada de sorprendente. Uno puede considerar que se trata de una mala política económica que no logra los resultados ambicionados por sus impulsores (tema de otro debate), pero si realmente crees que liberalizar el mercado de trabajo reduce el paro (como sostenemos nosotros), se trata de una receta absolutamente coherente. ¿De verdad Iván nunca nos ha leído defender la liberalización del mercado de trabajo como medida de choque contra el paro? ¿Qué le sorprende entonces?

Desigualdad de consumo

  1. Una menor dispersión del consumo en absoluto se puede tomar como un indicador de menor desigualdad de un país: Una menor dispersión del consumo se puede tomar como un indicador… de la menor desigualdad en la distribución del consumo de un país. Si el PIB es consumo+inversión, diría que la distribución del consumo entre la sociedad resulta altamente relevante; de hecho, para el bienestar efectivo de la población resulta muchísimo más relevante que la distribución de los bienes de inversión. Por tanto, es totalmente legítimo que midamos la desigualdad en la distribución de esos bienes de consumo. A la postre, si la desigualdad de renta sólo reflejara que las rentas altas invierten muchísimo más que las rentas bajas (pero ambas mantuvieran un tren de vida similar), ¿qué objetivos pretenderíamos lograr con la redistribución de la renta? ¿Que las rentas altas invirtieran menos y las bajas consumieran más (menor crecimiento económico futuro)? ¿Que las rentas altas invirtieran menos y las bajas invirtieran más? (¿En qué mejoraríamos su nivel de vida y la asignación de capital en proyectos empresariales viables?)
  2. La desigualdad del gasto en consumo en España es menor que en otros países porque buena parte del gasto en consumo se financia con endeudamiento: Primero, Iván no cita ninguna evidencia de que la menor desigualdad del gasto en consumo se deba al endeudamiento familiar (¿afirmación gratuita?): lo más parecido es señalar que España es uno de los países con mayor endeudamiento privado de la Eurozona. Pero este argumento es bastante malo porque, por un lado, el 83% del endeudamiento bancario de las familias está vinculado con la adquisición o rehabilitación de vivienda (a su vez, el endeudamiento con bancos es el 92% de todo el endeudamiento familiar), y sólo una pequeña porción del valor de la vivienda puede considerarse renta del período en curso (¡justamente las rentas inmobiliarias imputadas que se niega a considerar como renta!); y, por otro, porque en 2010 (y desde 2010) el endeudamiento familiar se ha reducido en España. Segundo, que las familias puedan endeudarse para nivelar intertemporalmente sus niveles de consumo no es un argumento en contra de utilizar el indicador de desigualdad de consumo, sino a favor. Me explico: si consideramos que el consumo sólo puede financiarse con cargo a la renta presente, entonces cuando una persona se quede en desempleo y sin subsidios de ningún tipo, necesariamente deberá morirse de hambre. La realidad, sin embargo, es que muchas personas pueden seguir consumiendo pese a carecer de renta presente si es que poseen activos que liquidar o si se espera que vayan a obtener rentas futuras: dicho de otro modo, el gasto en consumo puede financiarse o con renta presente, o con liquidación de activos (ahorro) o con rentas futuras (endeudamiento). Si estoy transitoriamente desempleado pero en unos años espero volver a tener empleo, ¿por qué debo rebajar absolutamente mi nivel de vida hoy? ¿No es acaso más sensato que consuma con cargo a mis rentas futuras? En tal caso, la distribución del gasto en consumo contribuye a suavizar las fluctuaciones en la distribución de la renta y, también, la desigualdad debida a las fluctuaciones de la misma (nada, por otro lado, que no sepa quien haya estudiado lahipótesis del ciclo vital).

Habitualmente suele acusarse a Podemos de populismo, no sólo en materia económica pero también en materia económica. Se afirma que Podemos carece de un discurso económico sólido, articulado y fundamentado y que sólo se mueve por desinformación, propaganda y consignas. Podría ser que muchas de estas acusaciones sean injustas: que, aunque Podemos recurra a una comunicación que muchos reputemos como demagoga y populista, en realidad cuenten con un excelente equipo de economistas que termine respaldando todas y cada una de sus sonadas exclamaciones mediáticas. Podría ser, sí, pero cada vez que tienen la ocasión de demostrárnoslo, sólo contribuyen a reafirmar que su discurso económico está completamente vacío.

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JUAN RAMÓN RALLO: Doctor en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia. Economista de la Escuela Austriaca, profesor del centro de estudios superiores OMMA y director del Instituto Juan de Mariana

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