Supremacistas blancos que niegan el Holocausto o raperos antisemitas acusados de maltrato son algunos de los visitantes del expresidente de EE.UU. en su finca de Mar-a-Lago, para preocupación de los republicanos
Quedan casi dos años para las presidenciales de 2024 y Donald Trump, con su candidatura encima de la mesa, ha vuelto a las andadas. La semana pasada, la misma de las festividades de Acción de Gracias, el día más señalado del año en EE.UU., celebró una cena en Mar-a-Lago, su mansión y club privado en la costa de Florida, que reafirma lo que será la campaña presidencial: con Trump como candidato, los republicanos están entre la espada y la pared.
La cena ocurrió el martes pasado en el edificio suntuoso del expresidente, de estilo andalusí, que fue su ‘Casa Blanca de invierno’. Hasta allí llegaron el rapero Kanye West -que hace poco cambió de forma legal su nombre a Ye- y la personalidad mediática Nick Fuentes.
El primero venía envuelto en una más de sus polémicas, quizá la que más impacto ha tenido en su carrera. A principios de mes, escribió en Twitter que iba a ir ‘death con 3’ contra la «gente judía», con probabilidad una forma de referirse al término militar ‘defcon 3’, un nivel de alerta y preparación en caso de ataque.
Era una más entre las alusiones antisemitas que había realizado Ye, pero esta le valió una condena generalizada y el adiós a patrocinios jugosos con marcas como Adidas o Balenciaga.
El equipo de Trump había pedido al expresidente que retrasara el encuentro con el rapero, pero el multimillonario neoyorquino no quiso hacer esperar más a su amigo, a quien ya recibió en la Casa Blanca durante su presidencia. No solo abrió las puertas a Ye, sino también a Fuentes, un conocido supremacista blanco, que repite teorías conspiradoras sobre el Holocausto y dice cosas como «todo lo que quiero es venganza contra mis enemigos y una victoria aria total».
Cuando se conoció la visita -Fuentes alardeó en su programa ‘online’ de celebrar Acción de Gracias con Trump y de que el expresidente dijera que él era un «tipo listo»- se armó un gran revuelo.
Trump tiene un historial de dar alas de forma pública a grupos supremacistas, que forman parte de su electorado más fiel. El encuentro con Fuentes, una de las figuras supremacistas más conocidas en EE.UU., va en esa línea y devuelve a la primera plana el dilema que viven los republicanos desde la irrupción de Trump en 2015: no pueden reaccionar contra el expresidente porque eso les coloca contra parte de su electorado. Eso explica la respuesta generalizada en el partido: silencio, mirar para otro lado.
Trump ha defendido que Ye se presentó por sorpresa y que no conocía a su acompañante. Si eso fuera verdad, podría explicar que se produjera el encuentro, pero no que el expresidente no haya criticado ni condenado a Fuentes hasta el momento.
«Los republicanos que sigan en este viaje con Trump van camino del desastre en 2024», escribió en un editorial ‘The Wall Street Journal’, un medio que ha sido amable con Trump hasta el episodio del Capitolio y su acusación infundada de robo electoral en 2020. Es un cambio de línea que también se ve en otros medios del magnate Rupert Murdoch -Fox News, ‘New York Post’- desde el mediocre resultado en las legislativas del pasado noviembre, que muchos achacan al protagonismo de Trump.
Los dirigentes republicanos lo tienen más complicado: saben el poder que Trump mantiene -y que este episodio no deteriorará- en un bloque importante -y probablemente decisivo para las primarias- en su electorado; pero también sospechan que será un candidato débil en la elección general de 2024. De momento, su única reacción es el trágala. Al menos, hasta que perciban un cambio de posición de los votantes republicanos con Trump.