Los muertos de otros
La izquierda española nunca suelta una lágrima por los que no considera suyos
La izquierda española bizarra sólo llora a sus muertos. Para los demás, desprecio, que es lo que en verdad esconde el aparente silencio. Viene de un vicio histórico, pero desde Zapatero y después con Pablo Iglesias incluso lo han dignificado como tal. La izquierda española nunca suelta una lágrima por los que no considera suyos, conforme a una diabólica selección de las víctimas ajena a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Jamás lamentó los asesinatos de Paracuellos ni los 7.000 sacerdotes fusilados durante la Guerra Civil, tampoco condenó las torturas a los homosexuales en los campos de reeducación cubanos ni los millones de hambrientos que mató el gulag en la Unión Soviética o la Revolución Cultural china. Y esa misma izquierda no tiene ahora un gesto de humanidad con los israelíes que acaban de ser secuestrados, violados, mutilados y exterminados por Hamás. Otra cosa no, pero no cabe hurtarles una coherencia estable, robusta, perdurable.