Los republicanos lanzan una ofensiva legislativa para restringir el derecho al voto
Tras la histórica participación electoral del 2020, los fieles a Trump piden cambios
La participación en las elecciones de noviembre pasará a la historia como un triunfo de la democracia en Estados Unidos, un país donde votar puede ser una auténtica carrera de obstáculos: 159.633.396 millones de personas participaron en las presidenciales del 2020, la mayor cifra de la historia en términos absolutos. Es el equivalente al 66,7% de la población con derecho a voto, un récord que no se registraba desde 1800.
Pero no todos han celebrado el histórico ejercicio democrático, en especial los aliados de Donald Trump. En contra de toda evidencia y de las conclusiones del Departamento de Justicia, siguen defendiendo que fueron unas elecciones fraudulentas y plantean reformas que van en la dirección contraria. En las últimas semanas, los republicanos han presentado un total de 165 iniciativas legislativas en 33 estados, todas dirigidas a restringir el derecho al voto, según el recuento del Brennan Center for Justice.
“Seamos honestos: esta ley es racista”, “otro intento de suprimir el voto negro”, afirma un obispo de Georgia
La mayor parte de las propuestas pretende limitar el voto por correo (por ejemplo, para que sea obligatorio dar una excusa para pedirlo, tener que presentarlo ante notario o entregarlo en mano), una fórmula para la que en las elecciones del 2020, con motivo de la pandemia, se dio facilidades en todo el país.
Las reformas se han presentado sobre todo en los estados donde Trump perdió por un margen más estrecho de votos (Arizona, Georgia y Wisconsin), además de territorios especialmente disputados, como Pensilvania, Florida y Texas. “El objetivo debe ser devolver al público la confianza en nuestro sistema electoral”, defiende el republicano Barry Fleming, miembro de la Cámara Baja de Georgia.
En Georgia la iniciativa ha dividido a los conservadores
Las restricciones planteadas en este estado–donde Trump perdió por menos de 12.000 papeletas frente a Joe Biden, el primer demócrata que gana allí desde 1992– son especialmente agresivas. Plantean, por ejemplo, eliminar la posibilidad de votar por anticipado el fin de semana previo a las elecciones, una reforma que ataca directamente a la tradición de la comunidad afroamericana de acudir a las urnas después de ir a la iglesia.
Esta ley “no es más que otro intento de suprimir el voto negro”, se indignó el obispo Reginald Thomas Jackson durante la audiencia celebrada el lunes a propuesta de la organización Fair Fight Action, la exitosa iniciativa lanzada hace siete años por la demócrata Stacey Abrams para registrar votantes. “Seamos honestos: esta ley es racista”, aseguró Jackson, obispo de Iglesia Africana Metodista Episcopal de la diócesis de Georgia.
Su iglesia, frecuentada sobre todo por negros, colabora con las tradicionales campañas de Soul to Polls (almas a las urnas) que animan a los feligreses a ir a votar el domingo. El cierre de colegios electorales en los estados del sur en los últimos años ha hecho más difícil a algunos votantes llegar hasta las urnas, por lo que hay voluntarios que se organizan para acercarlos en coche.
El voto es obviamente secreto pero ambos partidos recurren a estas tácticas, en especial en los territorios que consideran más afines. Los republicanos, por ejemplo, lo hacen en las zonas más religiosas, con los amish de áreas de Pensilvania donde sí votan. Ellos no conducen pero sí pueden subirse a un vehículo motorizado si lo conduce otra persona.
Aunque hay medidas que suscitan cierto consenso, en Georgia la iniciativa ha dividido a los conservadores. Ni el recuento tres veces de los votos, ni la auditoría ni las denuncias presentadas en los tribunales cambiaron el resultado ni hallaron indicios del fraude denunciado por Trump, por lo que los republicanos moderados niegan que exista el problema que reclaman resolver y dudan que ese sea el camino a seguir para recuperar el estado. La discusión ilustra el cisma interno del partido tras Trump.