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Los socialistas tienen que parar esta locura

«Si el PSOE no detiene a Sánchez, retrocederá España, pagarán los más pobres y el partido recibirá el repudio popular»

Los socialistas tienen que parar esta locura

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PSC, Salvador Illa. | Ilustración: Alejandra Svriz

 

 

Amediados del siglo XIX, Estados Unidos libró una batalla decisiva por su futuro. La causa del progreso, la democracia y la libertad estaba defendida por la Unión; enfrente, la Confederación peleaba por el tradicionalismo y el mantenimiento de los privilegios de las élites. La victoria del primero le garantizó al país no sólo la convivencia pacífica que sólo puede ofrecer un sistema democrático en el que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, sino la prosperidad y el crecimiento que vienen de la mano de la unidad.

Más de ciento cincuenta años después, España se encuentra ante una encrucijada similar. Las fuerzas nacionalistas y reaccionarias que desde el comienzo de nuestra democracia buscan las rendijas por las que colar sus fueros y privilegios, han encontrado ahora en la debilidad e insensatez del presidente del Gobierno el aliado perfecto para sacar adelante su proyecto confederal.

Es un paso atrás gigantesco para un país que luchó denodadamente por construir una democracia fuerte y unida, pero tolerante, que permitiera el progreso de todos los españoles sin negar nuestras diferencias. En la negociación de nuestra Constitución, hubo que ceder con la reclamación injusta y absurda de derechos históricos por parte del País Vasco y Navarra, pero aquel fue un tiempo en el que primaba el avance colectivo, y el éxito de sacar adelante la ley que permitía arrancar la democracia bien valía el esfuerzo de aceptar los privilegios de una parte relativamente pequeña de la economía y de la población.

Quizá no se debió de aceptar aquel precedente, pero se hizo por el bien común y con el propósito de que todo el país avanzase hacia un sistema económico y político más justo. Cualquier parecido entre aquella concesión y la que ahora ha ofrecido Pedro Sánchez en Cataluña con el único fin de conservar el poder es un insulto a la inteligencia. Sánchez le da la penúltima carta al independentismo -la última será el referéndum-, cuando los partidos que lo representan habían sido derrotados en las urnas y la reclamación de independencia chocaba con el recuerdo del estrepitoso fracaso de 2017. No existe una sola razón objetiva que justifique una canallada semejante. Como ocurrió con la tristemente célebre ley de amnistía, sólo la ambición de poder del hombre que tenemos la desgracia de que nos gobierne explica lo ocurrido.

El Partido Socialista está todavía a tiempo de impedir que esta locura prospere. Si no lo hace, su desaparición a medio plazo está asegurada. Debería de bastar el daño gigantesco que se le hace a España para movilizar un número suficiente de socialistas en contra del pacto con Esquerra Republicana. Pero si el sentido patriótico no es suficiente, los socialistas deberían de recordar los principios por los que un día decidieron militar o votar por el PSOE para actuar de inmediato.

Amparar con un voto socialista un pacto que permite que los más ricos se queden con más dinero a cambio de que los más pobres reciban menos, es un atropello a la idea de España por la que tal vez un día pelearon y en la que confío que sigan creyendo. Si se han dejado convencer por la consigna de que eso es exactamente lo que hace Isabel Díaz Ayuso en Madrid, sería bueno que tuvieran en cuenta un par de cosas. Por un lado, no es verdad. El sistema tributario de la Comunidad de Madrid puede ser más o menos discutible, pero Madrid es el que más aporta a la caja de la que sale el dinero de todos. Por otra parte, si lo fuera, si el PP está desarrollando un modelo injusto en Madrid, eso no sería justificación para que el PSOE promueva otro aún más injusto en Cataluña.

«Amparar con su voto un pacto que permite que los más ricos se queden con más dinero a cambio de que los más pobres reciban menos, es un atropello a la idea de España por la que los socialistas tal vez un día pelearon y en la que confío que sigan creyendo»

Los socialistas tienen que detener este despropósito. Si no lo hacen por patriotismo o por coherencia con sus principios, háganlo entonces por los votos. Puede que este pacto mantenga en el poder a Sánchez y le dé a Salvador Illa su propia presidencia, pero todos los socialistas saben que será a costa de que jamás la vuelvan a obtener en ninguna otra parte de España. Ningún español volverá a confiar en un partido que no sólo te miente reiteradamente y en los asuntos más delicados, sino que acepta que en nuestro país haya ciudadanos de primera y de segunda en función de las necesidades políticas del líder, el único a quien se permite tener intereses particulares. El poder de hoy alejará a los socialistas del poder durante muchos años y es muy posible que acabe destruyendo el partido.

Conozco varios socialistas que, si no han roto el carné, es porque no lo encuentran, pero no se sienten en absoluto representados ni por el modelo de liderazgo que ofrece Sánchez ni por sus decisiones políticas, siempre condicionadas por sus propias necesidades. Ahora es urgente dar un paso más. Es imprescindible que esos y otros muchos socialistas en toda España alcen la voz y actúen con energía para frenar el pacto con el independentismo, abortar los planes de Sánchez y, si fuese posible, poner fin a su destructivo mandato.

 

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