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Luis Fernando Nunes: Once investigaciones y comienza el calvario

La expresidenta vacada Dina Boluarte afronta un escenario judicial complicado, en medio de la pérdida de apoyo político y cuestionamientos a su gestión, señala el analista Luis Fernando Nunes.

Once investigaciones y comienza el calvario - por Luis Fernando Nunes

            Foto: Radio Nacional

 

La presidenta vacada hace diez días tiene una serie de carpetas fiscales que ahora le complicarán la vida mucho antes de lo que ella calculaba; aunque cuenta con abogados hábiles y costosos, no habrá que llegar a la próxima Semana Santa para que comience su calvario judicial. Aunque ella se refugie en el procedimiento del antejuicio como prerrogativa que protege a los altos funcionarios, ya no cuenta con el blindaje político que la cobijó hasta hace poco.

Es probable que no todos esos juicios prosperen, pero sus posturas altivas, de desprecio hacia las investigaciones y sus actitudes frívolas darán paso a que pueda darse cuenta de que se le presenta un camino sinuoso y cargado de obstáculos; aunque inicialmente le aconsejen no presentarse a las citaciones, esa estrategia no le va a durar para siempre y, además, su popularidad y reputación no se van a recuperar como por arte de magia. El hecho de no contar con un grupo parlamentario propio para defenderla terminará de complicarle la vida.

Recordemos que no todas las investigaciones tienen que ver con algunas joyas de lujo y arreglos estéticos; se le está inculpando por 49 muertes durante las violentas protestas, lo que no es poca cosa, y que, además, su relación con la Fiscalía es precaria, muy débil, porque hasta se ha atrevido a llamarles golpistas, lo que solo le genera más encono y enfrentamientos de alto calibre.

Entonces, la exmandataria pasa a engrosar la ya larga lista de presidentes involucrados en una serie de presuntos delitos que tiene a algunos tras las rejas, lo cual no es precisamente una buena carta de reputación dentro y fuera del país y con miras a los ya próximos procesos electorales. Como lo hemos mencionado en anteriores columnas, es un pésimo ejemplo para las nuevas generaciones, en especial para los que creemos firmemente en que el servicio público debería ser un apostolado.

Todo indica que la actual coyuntura de inseguridad terminará por darnos una declaratoria de emergencia. En realidad, lo que parece estar en emergencia es nuestra alma como país y una nación que necesita una visión de futuro.

 

 

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