Luis Herrera Campíns, un hombre común que no se parecía a nadie
Hablaba y leía varios idiomas pero lo disimulaba. Administraba el secreto. Luis Herrera Campíns, Presidente de la República (1979-1984), abogado de estudios y periodista de oficio. Si se suman sus visitas a las regiones, durante su presidencia, pasó casi un año entero en el interior del país. Fue el Presidente democrático que más obras le hizo a Caracas.
Este 4 de mayo se cumplen noventa y cinco años del nacimiento en Acarigua de Luis Herrera Campíns, Presidente de la República (1979-1984), abogado de estudios y periodista de oficio. Desde los años setenta lo celebraba sin falta amaneciendo en Margarita para un desayuno con amigos y compañeros y en la noche en su casa de Sebucán, comprada a crédito a Juan Bernardo Arismendi, donde vive su viuda doña Betty y dos de sus hijos.
Llanero por los cuatro costados. Su padre era cojedeño y su madre de Ospino. Por casualidad, su admirado paisano cercano José Antonio Páez, murió un 6 de mayo de 1873. El llano, siendo una región extensa y sin el vigor de los Andes o el Zulia, tiene sin embargo una considerable huella en la cultura venezolana por su música, su comida y su presencia en la literatura.
Típico y atípico, Luis Herrera era un hombre común que no se parecía a nadie. Elocuente y silencioso, impresionaba por la gracia y densidad en sus discursos parlamentarios y presidenciales o en sus declaraciones que eran improvisaciones bien pensadas pero como su paciencia, sus silencios eran proverbiales y, para algunos, incluso desconcertantes. Sencillo y sofisticado, cultivó la amistad de boxeadores y compañeros de partido de los más remotos pueblos, pero ningún otro político fue visitante tan asiduo de las galerías de arte y conocedor tan detallado de museos del mundo.
Renovador y conservador, podía designar un ministro a cargo del desarrollo de la inteligencia humana o promover la reforma del código civil y mantener exigentes criterios éticos en la comunicación televisiva. Ortodoxo y abierto, nadie como él era un conocedor creyente de la doctrina social cristiana pero tenía relaciones en todas partes y era capaz de coincidir con quienes profesaban ideas muy diferentes. Admirador de Caldera, jefe de su partido, y Betancourt, jefe del partido adversario, logró para su candidatura, además de apoyo de COPEI, el de rivales históricos como Jóvito Villalba.
Hablaba y leía varios idiomas pero lo disimulaba. Administraba el secreto. Había viajado mucho por el mundo y también por Venezuela. Si se suman sus visitas a las regiones, de su presidencia, pasó casi un año entero en el interior. Provinciano siempre desconfiado, es sin embargo el Presidente democrático que más le hizo a Caracas: Metro, Teresa Carreño, las obras de los Juegos Panamericanos, la ampliación del Museo de Arte Contemporáneo y el Alejandro Otero de La Rinconada.
Leía de noche y se despertaba temprano. Mi cuenta diaria con él era antes de las ocho de la mañana y ya había leído la prensa. Conocía mucho a mucha gente, aquí y afuera. Con los dignatarios extranjeros lidiaba a base de profundas nociones de la historia y cultura de sus países y los datos que la observación aguda le daba de su personalidad.
Enigmático hasta el fin de sus días, este hombre tan conocido fue un desconocido para sus contemporáneos.
Ramón Guillermo Aveledo (Barquisimeto, 22 de agosto de 1950) es un abogado y político venezolano, tres veces diputado por Lara al Congreso de la República de Venezuela, institución en la cual fue por dos años presidente de la Cámara de Diputados tras ocupar la jefatura de la bancada socialcristiana. Secretario Privado del Presidente de la República Luis Herrera Campíns (1979-83). Entre 2001 y 2007 fue Presidente de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional. Fue el Secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), cuya formación promovió, desde marzo de 2009 hasta el 30 de julio de 2014. Doctor en Ciencias Políticas, ha sido Profesor de Postgrado en la Universidad Metropolitana, donde coordinó por diez años la Especialización en Gerencia Pública, y en la Maestría en Derecho Constitucional de la Universidad Católica Andrés Bello. Su extensa obra escrita toca fundamentalmente temas políticos, históricos y jurídicos.
A partir de diciembre de 2010 se desempeña como Presidente del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro. En 2018 fue elegido miembro de número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.