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Luis Majul: «Avanza ‘el golpe’ de Cristina Kirchner para ‘evitar la cárcel’ y perpetuarse en el poder»

  • Detrás del escándalo de las tomas y las noticias del día, hay un plan político para dar un «golpe institucional».
  • Lo acaba de escribir con la elegancia de siempre, Joaquín Morales Solá. No es un invento del periodismo o de la oposición. Tampoco se trata de un golpe tradicional, como el que dio la última dictadura militar, el 24 de marzo de 1976.
  • Comparten el diagnóstico, en voz baja, los gobernadores peronistas aparentemente más moderados, como Juan Schiaretti, Oar Perotti, Sergio Uñac y Gustavo Bordet.
  • Ven venir «un autogolpe» o «golpe blando» incluso, el Presidente de la Argentina y el presidente de la Cámara de Diputados. El problema es que, hasta ahora, ni Alberto Fernández, ni Sergio Massa, ni los gobernadores, parecen tener «lo que hay que tener» para poder evitarlo.
  • Es más: dos de los dirigentes que acabo de nombrar creen que lo único que podría hacer fracasar la consumación del golpe institucional es la desesperación/urgencia de la vicepresidenta. El atolondramiento por el apuro. Porque Cristina Kirchner está tirando tanto de la cuerda que, incluso, podría dañar la precaria unidad del Frente de Todos. Ella es consciente de eso.
  • «Si se rompe la unidad, podría ir presa» escribe hoy Jorge Liotti, periodista de LA NACION, citando a una fuente quien, a su vez citó estas palabras de Cristina.
  • ¿En qué consistiría este golpe sui generis aquí y ahora? En hacer funcionar al Parlamento de manera virtual para aprobar leyes estructurales. Leyes que cambian todo el sistema. Como el escandaloso proyecto de reforma judicial.
  • Es que solo así, sostiene Morales Solá, Cristina y Máximo Kirchner podrían contar, por ejemplo, con el apoyo de los diputados de Córdoba que responden a Schiaretti o los que se referencian en Roberto Lavagna. ¿Por qué? Porque esos diputados podrían «esconderse, desaparecer, desconectarse», sin necesidad de poner la cara frente al país.
  • Igual, Cristina, a la reforma judicial, la está haciendo de hecho, y de prepo. Ya se cargó a uno de los fiscales del tribunal de enjuiciamiento, para apurar el desplazamiento del Procurador, Eduardo Casal.
  • Ya está a punto de tumbar a los camaristas federales Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli, quienes cometieron el «pecado» de dictaminar en contra de la expresidenta multiprocesada.
  • Ya amenazó Cristina, a través de un retuit de un mensaje del diputado Leopoldo Moreau, a los miembros de la Corte, por si le llegan a dar la razón a Bruglia, Pertuzzi y Castelli. Ya prepara una nueva embestida, contra el fiscal Carlos Stornelli y el camarista Martín Irurzun.
  • Si uno le presta atención a lo que de verdad está pasando, comprende mejor al actor Alfredo Casero, cuando dice: «Fui al Congreso porque nos están choreando». ¿Y qué es lo que nos estarían choreando?, le pregunté para entender mejor.«La democracia», me dijo, con ese brutal poder de síntesis que tiene a veces.
  • De nuevo: cuando hablamos de golpe, no estamos hablando de un golpe clásico. Y menos de un golpe militar. Hablamos, por ejemplo, de algo parecido al autogolpe que instauró Alberto Fujimori, en Perú, el 5 abril de 1992. Fujimori disolvió el Congreso, intervino el Poder Judicial, el Consejo de la Magistratura, la Corte Suprema de Justicia y el ministerio que nucleaba a todos los organismos de control de la corrupción.
  • Es cierto: el contexto político era otro. Había hiperinflación, terrorismo y unas Fuerzas Armadas dispuestas a apoyarlo. Pero los objetivos de Cristina no parecen demasiado distintos a los de Fujimori. ¿No? Es decir: perpetuarse en el poder y evitar ir presa.
  • Un golpe blando hoy en la Argentina podría incluir, por ejemplo, reformas judiciales, electorales e incluso constitucionales como las que tuvieron lugar en Santa Cruz, el laboratorio político de Néstor y Cristina. Porque en Santa Cruz, el último feudo, violaron mil y una leyes. Lo hicieron al desplazar a Procurador, Eduardo Sosa, y no reponerlo en su cargo. Lo hicieron al imponer una ley de lemas trucha, que le permitió ganar a Alicia Kirchner con el 23% de los votos, menos de los que obtuvo el senador Eduardo Costa. Lo hicieron también al colonizar la mayor parte del sistema judicial y la mayor parte del sistema de medios.
  • Además, en Santa Cruz, Néstor y Cristina ya nos mostraron que saben cómo instalar al titular del Poder Ejecutivo a dedo, cómo usarlo y cómo sacárselo de encima, echándole la culpa de todos los males. Así lo hicieron no una, sino tres veces. Con Carlos Sancho, con Sergio Acevedo y con Daniel Peralta. ¿Por qué no lo harían con Alberto Fernández?
  • Pero la desesperación y la urgencia de Cristina no son datos menores. Así como aprieta al Presidente para que se pelee con Horacio Rodríguez Larreta, a Massa, para imponer las sesiones virtuales y a Santiago Cafiero para que le eche la culpa de las tomas a María Eugenia Vidal (como si los 22 años anteriores no hubiera gobernado el peronismo). También mete una fortísima presión a: su abogado Carlos Beraldi; al senador Oscar Parrilli; al diputado Rodolfo Tailhade; y, por vía indirecta, a Hugo y Pablo Moyano, a través de Daniel Llermanos. para ponerlos, incluso, al borde del delito.
  • Porque los puso al borde del delito cuando me acusaron, todos ellos, falsamente, de ser el espía «Pirincho», hasta que al fin se descubrió que Pirincho no era yo, ni era un espía, sino un periodista de América TV. Y ella misma, Cristina, también se puso al borde del delito al dar por cierto el rarísimo hecho que dio origen a la causa por presunto espionaje ilegal en el juzgado Federal de Lomas de Zamora.
  • Vas a entender por qué digo que ella dio por cierto, incluso infló, algo que cada vez parece más turbio. Cuando Cristina dijo «La AFI de Macri usó a narcotraficantes para realizar atentados contra funcionarios de su propio gobierno» avaló el sospechoso testimonio de Sergio «Verdura» Rodríguez, el narco que, de una manera extraña, se autoincriminó, confesando que había depositado un artefacto explosivo en la casa de un exespía y exasesor del ministerio de Defensa, José Luis Vila.
  • Según Verdura, lo hizo por pedido de exagentes de la AFI de Macri. Preparate. Porque ahora te vamos a contar, en pocos segundos, algo que te va a sorprender. Hace horas, Camilo Cagnacci, el colega de PeriodismoyPunto, el mismo que descubrió que «Pirincho» no era yo, publicó una serie de fotos que demuestran, que quien se ve colocando el artefacto explosivo, no sería «Verdura», el narco arrepentido, sino otra persona. Aparentemente a una mujer.
  • La foto está en el expediente. Además, el arrepentido narco Verdura dijo que estaba de manga corta, y ese día, el del hecho, la temperatura era muy baja. Más bien tirando a fría. Y si «Verdura» mintió sobre quién era. ¿Por qué no mentiría al jurar que cumplió un encargo de exespías de la AFI de Macri?
  • La pregunta, a esta altura es: ¿la vicepresidenta sabía que la causa podía haber sido armada, o plantada e igual arremetió? Pero es una pregunta ingenua. Porque a ella parece no importarle nada más que ella misma.
  • Porque tampoco duda en llevarse por delante a los senadores y los diputados de la oposición; a mandar a espiar y apretar al hijo del juez Claudio Bonadío; a mandar la AFIP a los periodistas que no son militantes y muchas otras cosas más.
  • Además, aunque se haga la distraída, la escalada del conflicto por la toma de tierras tampoco le es ajeno. Ella prohijó, junto con el Papa Francisco, al que las naturalizó, Juan Grabois. Ella no dice una palabra sobre el tema, igual que no habla sobre el COVID, porque sabe que es piantavotos. Ella banca por izquierda al gobernador Axel Kicillof y por derecha al ministro Sergio Berni. Pero no porque le importe la necesidad de quienes no tienen un hogar para vivir, no porque le preocupe que muchos de los dueños de los lotes tomados, son casi tan pobres como quienes usurpan la tierra, con la ayuda de bandas de abogados, contadores, barras-bravas y punteros políticos. Lo único que a ella le preocupa sobre las tomas es perder votos en la provincia, donde se juega su proyecto de poder, impunidad, perpetuidad y venganza.

 

 

 

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