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Luis Ugalde: Esto es dictadura con miseria para la mayoría

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Para el sacerdote jesuita y exrector de la UCAB el país no va a entregar y bendecir el afianzamiento de una dictadura, sino que va a presionar y va a ayudar a que se manifieste la sociedad

 

 

El mediador de El Vaticano en la mesa de diálogo, Claudio Maria Celli, alertó a la prensa argentina sobre la posibilidad de que Venezuela se desborde, que se inicie una guerra porque no haya un acuerdo productivo.

En ese contexto el sacerdote jesuita Luis Ugalde, exrector de la UCAB, cree que será necesario optimizar la presión nacional e internacional para evitar que el Gobierno termine de torcer la democracia.

 

Cada vez que en Venezuela se activa una crisis que tiene un fondo tectónico, estructural, desde hace 15 años, arranca la comunidad internacional «Póngase de acuerdo» como si estuviéramos en una fiesta, dense la mano pídanse disculpa y pónganse de acuerdo en función del país. Y de pronto el eje del análisis parece equivocado, porque en lugar del riesgo de la guerra, la impresión que da es que sin poder legislativo, sin horizontes electorales y con una capacidad de elegir que ha entrado en entredicho, aquí lo que viene es que nos impongan una dictadura. Es decir, que vamos a dialogar con unos señores que nos quieren quitar las funciones parlamentarias, lo elemental en una democracia.Me gustaría su opinión al respecto.
La gente que llega o se asoma por primera vez viene con una visión más o menos benévola de que se trata de una democracia populista. Hay tres realidades muy extremas desde mi punto de vista: primero, estamos en una dictadura, de eso no tengo la menor duda y además estamos en un régimen de miseria. Podría ser una dictadura con abundancia, pero esto es dictadura con miseria para la mayoría y sin esperanzas de recuperación. Segundo, es evidente que en el momento en que se abra la reconstrucción Venezuela necesita la colaboración entre los sectores para reconstruir, porque estamos en un país como si hubiera pasado una guerra terrible en aspectos de economía, social, valores humanos, espíritu. Tercero, la otra cosa clara es que tenemos obligación de enfrentar a la dictadura.

¿Cómo se enfrenta una dictadura? Es delicado hablar de dictadura.
Yo te quiero decir por qué digo «arbitrariamente» que estamos en una dictadura. En un país donde en una elección la oposición triunfa con dos tercios en la Asamblea y se dice: «Esa asamblea cualquier decisión que tome es inválida, sin importar cuál es la fundamentación». Segundo, el Poder Judicial hace lo que yo, el Ejecutivo, le pido que haga; los militares sirven, no para proteger la Constitución, si no para defender al régimen. Esto es dictadura. Evidentemente a este tipo de dictadura le conviene parecer dictablanda; no es la dictadura que conocimos en Argentina con asesinatos o desapariciones, es otro estilo pero el control es total y el ideal para el dictador es que la dictadura sea aceptada por los súbditos.

¿Por eso el Gobierno comenta: «a ustedes les conviene dejarse gobernar «por las buenas»?
Claro, esa es la aspiración. El problema en este momento es la anulación de la AN y la miseria que está en el día a día de chavistas o no chavistas, estos son los puntos centrales que nos obligan en conciencia a buscar el cambio y reestablecer la Constitución.

 

Sé que la Iglesia tiene su procedimiento. Y me pregunto como ciudadano desesperado si Shannon o El Vaticano no ven lo que el país está viendo. ¿No podrían decir que en Venezuela estamos a un paso de que se imponga una dictadura? Aquí no va a haber ninguna guerra.
Creo que ha habido unos grandes malentendidos en las semanas pasadas, una falta de comunicación en la oposición, y el Gobierno jugó ese capítulo de parecer manso cordero con el Papa. La Iglesia no es ingenua y la Iglesia no va a hacer nada sin la Iglesia local, y si hay alguna institución que ha sido coherente en Venezuela es el episcopado en todos sus documentos en los últimos 25 años. Es cierto que los primeros momentos fueron de confusión, pero yo creo que el país no va a entregar y bendecir el afianzamiento de una dictadura sino que va a presionar y va a ayudar a que se manifieste la sociedad. Hay una impresión más allá del debate Gobierno-oposición en la crisis, EEUU, OEA, Mercosur, UE y El Vaticano, es como si le hubieran dado el último chance al Gobierno con el diálogo. El último aval democrático. Y el Gobierno hará una partida de dominó con eso, pero podría incluso salir más desprestigiado.

¿Cómo se enfrenta una dictadura? ¿Van a venir costos electorales? Se han puesto interrogantes sobre una elección presidencial por primera vez.
Lo peor que se puede hacer es empezar a regatear con la dictadura. Estamos secuestrados; nos secuestraron las elecciones, el abastecimiento, las medicinas, nos metieron un montón de presos a los que les han inventado delitos. La tentación puede ser empezar a rebajar como «no me des todo» porque eso es lo que se hace con el secuestrador. Pero eso es lo que no se puede hacer. Yo creo que el reto para los demócratas es comunicación, comunicación, comunicación, con la población en doble dirección. En estos días ha habido mucha confusión, uno entiende por la presión que tienen los dirigentes, e incluso se enredan entre ellos, pero tiene que quedar claro que una cosa son las diferencias y otra cosa es la batalla grande. Y eso, la fuerza que tiene la oposición es que el 90% del país está desesperado y quiere la salida y la Constitución le da la razón. Entonces se tiene que producir este matrimonio y no podemos inventar cosas.

¿Qué opinión le merece la actuación de las Fuerzas Armadas en esto? ­En mi último artículo le dedico solo un párrafo.
Aquel sector de la Fuerza Armada que es clave para mantener esta dictadura es una vergüenza. Es decir, la Fuerza Armada tiene la obligación de defender la Constitución y realmente, y estando en esta situación, evidentemente, si el Gobierno no tiene la mayoría ¿Por qué se mantiene?, porque tiene la fuerza y la ejerce.

¿Usted cree que podamos ir a elecciones? 
Yo sí creo que puede haber, pero tiene que haber una presión, en ese sentido no es si se sientan a hablar en la calle. La presión que puede hacer la AN, la presión internacional. El tiempo es muy importante, el dar largas es aumentar la tortura del pueblo venezolano que hace cola para no llegar a los productos.

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