Luis Ugalde: “Esto no puede esperar hasta el 2019”

UCAB-Guayana_NACIMA20151009_0058_6

Luis Ugalde s.j. dice que se siente orgulloso. Está en Ciudad Guayana celebrando los 50 años del Colegio Loyola Gumilla, la institución que echó a andar la Compaña de Jesús y a la cual pertenece.

Ese orgullo, dice, es superlativo cuando mira a la UCAB Guayana, el proyecto que se hizo verdad sobre unos matorrales y al que él apostó todo desde su cargo de rector (1990-2010). Tanto o más como lo que apuesta a que Venezuela, como esa institución, pronto se erigirá como una obra en donde hubo antes matorrales.

– ¿Está de acuerdo con los que ven en el 6 de diciembre una salida a los problemas del país?

– Yo veo que es una pieza fundamental para la salida pero ella sola no basta. Creo que en ese sentido el proyecto chavista se acabó. Es decir, tienen poder pero ya no hay inspiración ni las razones por las cuales la gente se anotó porque había un liderazgo, que transmitió Chávez, y dinero abundante que le hizo un inmenso daño al proceso porque desarrolló el rentismo: en lugar de disminuir la enfermedad que habíamos heredado, la aumentó porque sembró la idea de que había abundancia.

Entonces, el concepto de productividad, el basar el futuro del país en el talento humano, se desmoronó.

El otro gran defecto, que ya hubo en el primer gobierno de Carlos Andrés (Pérez, entre 1974 y 1979), fue el precio del petróleo: cuando se multiplica por dos o tres, la corrupción se multiplica por 20, y mientras más dinero fácil entre, más se corrompe la sociedad porque dices: él roba pero dejar robar.

Entonces, el hecho electoral es muy importante porque la sociedad venezolana tiene para decir: mire, esto va mal y por allí no vamos. A mi modo de ver, pensar que el cambio del ejecutivo va a ser en 2019 es inaceptable porque no es realista. Eso no puede esperar al 2019.

La votación de diciembre tiene que ir acompañada y tiene que ser expresión de que la inmensa mayoría de esta sociedad quiere que se tome en serio el problema y que se sinceren la economía, la política, y eso lo dicen los propios chavistas.

– ¿El planteamiento central es el cambio de gobierno?

– Sí, para mí sí. Que haya elección y que se haga y se trabaje por este paso legislativo, pero hay que cambiar de gobierno. Lo ideal es que se haga desde adentro, no solo con nombres, sino con un cambio de modelo. El modelo cubano es fracasado y nefasto, y la idea de que va a haber producción en el país solo con empresas estatales es un disparate donde lo pongas. Es la misma idea del partido único que dirige todo.

Revisando

– ¿Hay una alternativa al gobierno que funcione?

– Bueno, son cosas que se van haciendo. Yo soy de los que piensan que no es una alternativa al estilo de se fueron estos y vienen los otros. Hace falta un gobierno de emergencia y una transición y en esa emergencia tiene que haber gente de los que hoy están en el gobierno o cerca del gobierno y gente de la oposición. Tiene que ser una reconstrucción pacífica. Es un reto muy bonito pero muy exigente. Con medio país el fracaso está garantizado. Aquí hay que tomar medidas de sinceramiento económico porque estamos en una especie de posguerra en términos de destrucción del país.

¿Cree que del lado del gobierno hay gente dispuesta a contribuir con esa transición?

– Creo que hay gente pero no se atreve a hablar.

– ¿Por qué no se atreve a hablar?

– Porque los descabezan. En este momento no estamos en un estilo democrático y si dices media palabra quedas destruido.

Pero de que hay, hay. Eso ocurre en todas las dictaduras: los que van a cambiar al dictador hasta la víspera son sus monaguillos. Eso fue (Wolfgang) Larrazábal (con Marcos Pérez Jiménez), eso fue (Augusto) Pinochet con (Salvador) Allende.

– Adolfo Suárez…

– Suárez, que era de la Falange, y por otro lado está el jefe del Partido Comunista (Español, Santiago Carrillo) y se entendieron a pesar de que había miles de muertos de parte y parte. Separados, no podemos seguir. Hay agravios y muchas cosas y hay que superarlas. El diálogo comienza cuando te convences de que sin el otro no puedes construir.

Una mina

– Si le hablan del gran problema nacional y de cómo se afronta, ¿qué responde?

– El gran problema es cómo en 2015 o 2016 el conjunto de los venezolanos vemos esa gran meta de salir a flote juntos, superando la tentación de decir que esta mitad va a tomar el poder y va a hundir a la otra mitad y viceversa. El reto es ese: relanzar un gran sueño, y en ese sentido la oposición además de trabajar por las elecciones tiene que relanzar el sueño con los pies en la tierra, partiendo de hechos concretos y no de propaganda, como está ocurriendo: lo que anuncian y dicen dentro y fuera del país no tiene que ver con la realidad que estamos viviendo.

– ¿A qué se refiere con poner los pies sobre la tierra?

– Por ejemplo: es absurdo que mantengamos la gasolina como está, o que estemos hundiendo las universidades como se hunden ahora.

Es absurdo que el énfasis en educación se haya puesto en adoctrinar muchachos y no en formarlos integralmente. Venezuela este año ha recibido en inversión extranjera 350 millones de dólares, cuando debería estar recibiendo entre 15 y 20 mil millones, como Colombia, Brasil, Chile y Perú por inversiones. Sin inversión no salimos adelante. Pero para que haya inversión tengo que ofrecer garantías y el día en que tú logras un flujo positivo de inversión hacia el país es cuando puedes liberar el cambio y acabar con este absurdo que tenemos ahora, cuando está a 6,50 pero es en realidad 800 bolívares.

– ¿Cómo convencer a los que quieren revancha de que ese no es el camino?

– Con un buen liderazgo hay que apelar a la parte constructiva y creativa que tiene la gente, y en Venezuela eso existe.

Es como una mina: tener el arte para sacar los mejores sentimientos de solidaridad de perdón y de reconstrucción.

– De su experiencia y de su aprendizaje como rector, ¿qué aplicaría para el país?

– Algo similar a lo que ocurrió con el proyecto de la UCAB Guayana, que al principio era solo unos matorrales. Hay que tener un proyecto de Venezuela y que la gente se sienta parte de la creación de un nuevo país como ocurrió en los 60: un hervidero de proyectos y de iniciativas. A eso es que tenemos que llegar y no como ahora, en un paréntesis: ahora no se puede, pero luego vemos.

Yo pongo el ejemplo de Perú: lo conocí con una inflación del 2.000 por ciento, no se podía salir de la ciudad por Sendero Luminoso… todo un desastre, y en este momento el Perú va hacia arriba sin que los políticos sean del otro mundo pero hay otro estado de ánimo, otra creatividad, otra productividad. La economía sube. Entonces necesitamos líderes visionarios pero no hay que poner solo a un líder, sino comunidades, grupos de diversa índole y en todos los sectores que pongan más en la construcción que en la revancha.

Botón volver arriba