Luis Ugalde: ¿Podemos recuperar a Venezuela?
Si nos atenemos a las realidades más visibles, a los hechos ya las estadísticas, parece que no podemos; que los venezolanos no podemos frenar la decadencia y la invasora pobreza y mucho menos retomar el ritmo nacional de ascenso económico y social que vivimos en la segunda mitad del siglo XX. Los gráficos de la decadencia del producto interno bruto (que en una década reciente se redujo a su quinta parte) y de la inversión pública y privada, junto con el desolador panorama escolar con sueldos de vergüenza y ausentismo programado, el enfermizo servicio público de salud y el salario mínimo venezolano en los primeros lugares, entre los más bajos e inhumanos del mundo, y con millones de venezolanos forzados a buscar oportunidades de vida como emigrantes sin patria, surge la pregunta ¿podemos enfrentar esta decadencia actual y emprender exitosamente como hicimos en aquellas décadas? La primera respuesta es No Podemos. La negativa se agrava con el actual estado de ánimo que parece resignarse a la decadencia inhumana y empuja el deseo de abandonar el país. ¿Cuántos jóvenes viven la tentación de pensar que aquí no hay futuro para ellos?
En ese derrotismo pone su nido la resignación que impide activar el talento y la inversión, necesarios para crear dinámicas, esperanzas y resultados contagiosos, como en los mejores tiempos.
Urge en Venezuela un nuevo espíritu que cambie el clima de derrota y produzca una confluencia de caminos hacia un esfuerzo común para revertir esta decadencia. Es una emergencia nacional que requiere liderazgos con visión y energía creativa que contagien a todo el país, saltando por encima de las barreras partidistas que nos dividieron. Liderazgos en la política, en las universidades y escuelas, el empresariado y en las iglesias… Liderazgos que resuenen en un único grito de Sí Podemos y crear un nuevo clima capaz de derrotar al “no podemos” reinante. No se trata de un voluntarismo sin fundamento, si no de descubrir y seguir los ejemplos de gente que en diversas actividades no se ha rendido y ha aprendido a remar contracorriente, a hacer más con menos, activando la energía y la creatividad interna en contextos adversos. Por ejemplo, en educación veo estos oasis de resistencia y éxito, no solamente en algunos colegios privados de clase media, sino en modestas escuelas de sectores de bajos recursos con maestras y comunidades activadas con esperanza y resultados. En los barrios nacidos de la necesidad en lo más alto de La Vega. Conozco y admiro escuelas de este tipo que no han perdido un solo día de clase en todo el año con equipos de educadores que apuestan a escuelas ganadoras y lo logran: hay menos recursos, pero se activa más el talento y crece la capacidad de vencer obstáculos. ¿Cómo sería si los salarios dejaran de ser miserables?
Gran Confluencia Nacional
Esto políticamente no nos plantea la necesidad de un partido con grandes promesas y definiciones ideológicas enfrentado a otros partidos con posiciones contrarias, como fueron liberales y conservadores en el siglo XIX o socialistas, comunistas y demócratas sociales en el XX. Ese tiempo ya pasó. Necesitamos un movimiento espiritual suprapartidista que respete especificidades y una en la emergencia vital.
Miremos a Cuba, en su “sálvese quien pueda” actual y su necesidad de nacer de nuevo. Veamos la impresionante y profunda derrota del “socialismo” en Bolivia, luego de veinte años en el poder. No es una ideología con grandes promesas lo que necesitamos, sino hechos concretos con logros que muestran cómo hacer más con menos transformando los factores de producción que tenemos. Menos ideología, más confluencia plural y mejor combinación y rendimiento de los factores productivos disponibles. Todos confluyendo con pragmatismo humanista en la producción de más calidad humana y bienestar, con mejor convivencia social y producción económica y cultural. Cuba, Bolivia y Venezuela “socialistas”, al igual que otras repúblicas latinoamericanas capitalistas, necesitan la confluencia libre, abierta y creativa de todas las fuerzas sociales y espirituales en la producción. Sacudir la resignación y activar las capacidades que tenemos, pero que están apagadas.
Sí Podemos con liderazgos y alianzas abiertas que levanten y movilicen el ánimo nacional y con sentido de emergencia que salte las barreras de dogmatismos ideológicos trasnochados haciendo valer el ánimo creativo con metas de progreso y logros graduales.
Incluso una gran parte de la diáspora contribuirá y enriquecerá esa transformación; aunque muchos no regresen, se establecerán vasos comunicantes con experiencias e iniciativas que nos beneficien como país. Ya pasaron las décadas de grandes promesas políticas con dos bloques enfrentados con promesas de “socialismo” paradisíaco y de “liberalismo” milagrero que con su sola presencia multiplica para todos los panes y los peces. La clave está en la mejor combinación de la libertad creativa con un espíritu social incluyente. Necesitamos audacia para levantar un consenso nacional, un nuevo estado de ánimo nacional con economía y sociedad liberales empeñados en logros sociales que dejen atrás el espíritu derrotista de la actual Venezuela.
¡Sí Podemos con decisión compartida y convergencia nacional!