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Lukashenko se autoproclama por sorpresa presidente de Bielorrusia en una ceremonia no anunciada

Trató así de evitar que su investidura quedase ensombrecida por una nueva protesta en las inmediaciones del edificio del Palacio de la Independencia

La ceremonia de toma de posesión del presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, para su sexto mandato tuvo lugar este mediodía en Minsk y no fue completamente secreta como criticó la oposición, pero casi. Lo que sí fueron secretos hasta el último minuto fueron el día, la hora y el lugar del evento, ya que no fue anunciado previamente y pilló a todo el mundo desprevenido.

Trató así de evitar que su investidura quedase ensombrecida por una nueva protesta en las inmediaciones del edificio del Palacio de la Independencia, en donde se desarrolló el acto. Las televisiones públicas ni siquiera retransmitieron en directo la toma de posesión, se limitaron a informar después, y muchos altos cargos, según la publicación digital Tut-by, se enteraron de que debían acudir al Palacio de la Independencia de forma repentina, apenas media hora antes de que comenzara la ceremonia.

El único signo de que algo se estaba preparando a nivel oficial fue el corte del tráfico de dos céntricas calles de la capital bielorrusa y el despliegue de un nutrido contingente de policías. Más tarde apareció el vehículo presidencial y su escolta, se llenó el Palacio de la Independencia de ministros, diputados y funcionarios. Se hizo evidente que Lukashenko se iba a autoproclamar presidente por sexta vez para cinco años más.

Elecciones manipuladas

Ello pese a que, según todos los indicios, las elecciones presidenciales del pasado 9 de agosto estuvieron manipuladas y, a tenor de los datos recogidos por la oposición unificada, la que ganó los comicios fue Svetlana Tijanóvskaya, exiliada actualmente en Lituania después de que tuviera que abandonar Bielorrusia expulsada por los servicios secretos pocas horas después de la jornada electoral.

La primera noticia sobre la inauguración de Lukashenko fue difundida por la agencia estatal BelTA y lo hizo cuando había terminado todo. Los canales de televisión no interrumpieron las emisiones para informar del evento mientras, que en investiduras precedentes, ofrecieron reportajes pormenorizados y en directo.

Pero, según la imágenes ofrecidas finalmente por la cadena Belarús-1, el dictador bielorruso puso su mano derecha sobre un ejemplar de la Constitución del país y juró el cargo comprometiéndose a «servir al pueblo de la república de Bielorrusia y a respetar y proteger los derechos y libertades de los ciudadanos». A continuación, la presidenta de la Comisión Electoral Central, Lidia Yermóshina, le entregó el documento que le acredita como jefe del Estado y Lukashenko tomó después la palabra para calificar el día de «solemne», elucubrar sobre la «madurez» del pueblo bielorruso en un momento tan difícil como el actual, prometer velar por la nación y anunciar una bonanza económica inminente.

Los datos oficiales le dieron la victoria a Lukashenko con el 80% de los votos mientras que Tijanóvskaya obtuvo solamente el 10% de los sufragios, resultados que la oposición considera «fraudulentos» y que han provocado una ola de protestas que dura ya mes y medio. La última gran concentración, en la que participaron más de 100.000 personas, tuvo lugar el pasado domingo y acabó con la detención de casi medio millar de manifestantes.

Una «farsa»

En un nuevo vídeo publicado en Telegram, Tijanósvkaya calificó hoy de «farsa» la investidura. Según sus palabras, «hoy Lukashenko trató de escenificar su toma de posesión, ocultándosela al pueblo. Todos somos conscientes de lo que está sucediendo. Este intento de demostrar su legitimidad solo ha certificado el término de su anterior mandato». A juicio de la excandidata y líder opositora, «Lukashenko en realidad se ha jubilado».

Tijanóvskaya hizo también un llamamiento al Ejército y las fuerzas de seguridad para que no le obedezcan, ya que «sus órdenes carecen ahora de fuerza legal» y se refirió a la visita que realizó a Bruselas el lunes para recabar el apoyo de la Unión Europea. A su juicio, «los países de Europa respaldan al pueblo bielorruso en su exigencia de parar la violencia, liberar a los presos políticos y celebrar nuevas elecciones justas y transparentes». Sin embargo, el veto de Chipre impidió a los Veintisiete adoptar sanciones contra el régimen bielorruso.

En declaraciones a la radio Eco de Moscú, el experto del Centro Carnegie de la capital rusa, Andréi Kolésnikov, manifestó hoy que «Occidente no sabe qué hacer con Lukashenko, ya que cuenta con pocos instrumentos de presión sobre él». A su juicio, «no hay tampoco una estrategia clara de cómo relacionarse con Vladímir Putin y hace falta porque de él depende en gran medida lo que haga el presidente bielorruso».

Kolésnikov estima que «Occidente observa al dúo Lukashenko-Putin en el contexto del envenenamiento de Alexéi Navalni y de las posibles sanciones contra el gaseoducto Nord Stream, de ahí que haya tantos desacuerdos».

 

 

 

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