Lukashenko se resiste a ceder el poder pese a la presión de la calle
Miles de personas han vuelto a salir a las calles de Bielorrusia en contra de la victoria de Lukashenko el pasado domingo en unas elecciones que, dicen, están manipuladas.
Bielorrusia vive en tensión desde que Lukashenko, en el poder desde 1994, salió vencedor de las elecciones del pasado domingo 9 con un 80,1% de los votos, según los datos de la comisión electoral. De acuerdo con esos resultados, Lukashenko podrá ejercer un sexto mandato presidencial, aunque ni la oposición, ni parte de la población ni las cancillerías occidentales han reconocido su victoria.
«Una mayoría de bielorrusos no cree en su victoria. Allí donde las comisiones contaron los votos de manera justa, recibí entre un 60 % y un 70% de los votos», aseguró Tijanóvskaya en su primer mensaje de vídeo desde que se exiliara el martes en Lituania.
Y es que cada vez hay más evidencias en la prensa bielorrusa de que funcionarios locales presionaron a los miembros de las comisiones electorales para que manipularan los resultados en las urnas.
Como mínimo, Tijanóvskaya debería haber tenido la opción de disputar una segunda vuelta, pero la CEC rechazó todos los recursos contra los resultados electorales.
«Iremos al Tribunal Supremo», dijo hoy Andréi Dmítriev, otro candidato a la Presidencia.
Este viernes, miles de personas han salido a las calles de nuevo en Minsk en donde se presenciaron escenas poco habituales. Los manifestantes se han acercado a los policías que guardan el Parlamento y han empezado a distribuir abrazos y flores entre los oficiales.
Las cadenas humanas de solidaridad se han formado ya en Minsk y varias ciudades bielorrusas, en muchos casos formados por mujeres con pancartas contra la violencia y flores para las fuerzas del orden.
Liberación de detenidos
Considerado durante muchos años el último dictador de Europa, Lukashenko sí ha hecho una concesión a sus rivales: ordenó la liberación de aquellos manifestantes que hubieran sido detenidos de manera arbitraria durante las redadas policiales de los últimos días.
Después de que el presidente dijera que los manifestantes eran delincuentes y desempleados, el ministerio del Interior liberó a 2.000 del total de 7.000 manifestantes detenidos.
El ministro del Interior, Yuri Karáev, incluso pidió perdón ante aquellos «ciudadanos pacíficos» que fueron retenidos sin motivo en centros de reclusión, pero negó las denuncias de abusos y torturas.
Tijanóvskaya rompe su silencio
Después de varios días de tenso silencio, Tijanóvskaya se dirigió hoy de nuevo a los bielorrusos para decirles que «los partidarios del cambio somos mayoría».
«Los bielorrusos nunca más querrán vivir bajo el antiguo régimen. Las autoridades han convertido la salida pacífica de los ciudadanos a las calles en una escabechina», aseguró.
Describió como «crítica» la situación en el país debido al desproporcionado uso de la fuerza contra los manifestantes y llamó a las autoridades a poner fin a la represión policial.
Eso sí, aunque insistió en que los bielorrusos han mostrado al mundo que están «en contra de la violencia», exhortó a continuar presionando a Lukashenko en las calles el fin de semana y pidió a los alcaldes que ejerzan de organizadores de «concentraciones pacíficas» en sus ciudades.
Traspaso de poder
En el plano político, Tijanóvskaya anunció la creación de un Comité Coordinador «para garantizar el traspaso de poder» en el que entrarían a formar parte respetadas personalidades de la sociedad bielorrusa, organizaciones civiles, partidos, sindicatos, colectivos laborales, etc.
«En el comité coordinador deben estar todos aquellos interesados en el diálogo con las autoridades y el traspaso pacífico del poder», explicó, al tiempo que pidió a la comunidad internacional que medie ante las autoridades.A su vez, demandó la liberación de «todos los detenidos», la retirada de las calles de los efectivos antidisturbios y de las tropas de Interior, y la apertura de casos penales contra aquellos que ordenaron «golpear y disparar contra la gente».
«Hablen con sus superiores y frenen el derramamiento de sangre. Nosotros, la gente, les daremos las gracias a cada uno de los que se ponga del lado del pueblo», dijo.
Los trabajadores de las principales empresas del país, incluido el metro de Minsk, se han solidarizado con los manifestantes al organizar actos de protesta contra la represión policial, a lo que se han sumado profesores, actores, músicos y sanitarios.