Macky Arenas: Aquí se ha construido un caos a pulso
Según el último dato de Codevida, en el país hay 200 mil personas con condiciones de salud crónicas en riesgo por falta de medicamentos. Hay gente que agoniza por falta de medicamentos. Hay gente que ha muerto por falta de medicamentos. Los médicos no tienen ni con qué colocar una inyección, pero los bachaqueros gozan de buena salud pues esta economía se hizo para ellos. Así mismo: “se hizo”. Porque aquí se ha construido un caos a pulso. Los bachaqueros, léase los vivos que han logrado un negocio a costillas de la escasez. Un negocio vinculado directamente a la especulación de los peces gordos, léase comerciantes sin escrúpulos y militares. Todo ello es posible gracias a los malignos controles. Otros engranajes del caos son el malandraje, los mantenidos, los enchufados y la completa red de corrupción que existe a todo lo largo y ancho de la geografía nacional. Ya no se puede comprar ni un kilo de arroz sin pagar peaje, ni realizar una gestión sin que duela la mordida. Así como se ha mineralizado una costra de manganzones que vegetan a costa de las mal llamadas “misiones”, se ha edificado, ladrillo a ladrillo, la quiebra nacional. Quebrar un país petrolero no es sencillo, pero para un gobierno de resentidos es prioridad. El que no lo crea, que se moleste en darle una repasadita a los documentos originarios de este compendio de maldad que llaman revolución.
Hoy, el manejo del entramado económico tendría que disponer de gente muy calificada. La situación amerita contar con lo mejor y solo tenemos a una partida de incompetentes que se agarran de las ramas para no caer del árbol. Ya ni siquiera son capaces de manejar el caos a su favor. Ya es que no entienden la magnitud del desastre en que han sumido al país.
Al comienzo de todo este desbarajuste, recién llegado Chávez al poder, entrevisté un día a Andrés Velásquez –Globovisión, “En Vivo”-, un sindicalista devenido en político en toda regla, con gran experiencia, quien fuera candidato presidencial y gobernador de su Estado, Bolívar. Se trata de una zona medular en este país, particularmente conflictiva, otrora polo de desarrollo industrial y minero. Hoy se encuentra en pujante decadencia, a merced de bandas delictivas y avariciosos sin límite. Fuera del aire comentamos las perspectivas del país. Recuerdo claramente que íbamos por un estrecho pasillo del canal, él caminaba delante. Le dije: “Andrés, no le demos más vueltas, esto es un proyecto de caos”. De inmediato frenó, se volteó y me dijo: “Macky, ¿cómo dices eso? ¿A qué gobernante le conviene un caos? ¿Quién puede desearlo?”. Debo decir que Andrés, un tipo inteligente, no mostraba mayor entusiasmo por lo que apodaban “el proyecto”. Más bien ninguno. Supongo que buscaba no negar de entrada el beneficio de la duda. Político responsable al fin, su lógica era irrefutable: nadie cuerdo puede planificar el caos para una nación. Nadie puede querer tan poco a su pueblo. De manera que, desde su perspectiva de político sensato, objetivamente era él quien tenía la razón.
La anécdota me viene a la mente con mucha frecuencia, no por Andrés –ignoro si recordará la conversación-, sino porque la sostuve con innumerables personas por aquellos tiempos. El que no conociera sino el lado romántico del régimen cubano no tenía elementos de juicio para pasearse por ciertos escenarios. La perversidad de los asesores de Chávez y su gente no conocía límites. No en balde fueron buenos alumnos de los soviéticos.
Pero hoy, a estas alturas del partido, persistir en la idea de que leyes, escándalos o solicitudes funcionarán, es no haber vivido en este país el último par de décadas. Y eso, en un político, es inaceptable. Para la galería, está bien. Pero hoy la propia galería está roncando en la cueva. El problema es social, apabullante y detonará de la peor manera si no se entiende que la Asamblea Nacional fue votada por este pueblo desesperado, no como parlamento, sino como trinchera política para gestionar el final de este caos. Lo demás, es poesía. Se vale. Para algo es Cabildo. Remember el 19 de abril. Roscio, Salias, Cortés de Madariaga, no se anduvieron con remilgos: se forma la Junta y se va el Capitán General. Se reclama ser la voz más allá del caos.
La voz más allá del caos
Quitar el dedo del renglón de los acuciantes problemas de la gente puede ser fatal. Este parlamento legislará pero, en esta precisa coyuntura, lo que se reclama es una dirección política compacta, que avance como un Caterpillar, que ponga en la calle al país entero -lo cual no implica subvertir ni generar violencia, como muchos se esmoñan por concluir- con los 112 al frente exigiendo el fin de las penurias para una sociedad que ha soportado estoicamente una secuencia diabólica de idas y venidas, de avances y retrocesos, que ha pateado mucho asfalto y hasta muertos ha puesto por intentarlo todo. Porque este país no es cobarde y lo ha probado en fuego. No una, muchas veces. Esta sociedad puede enseñar coraje a los dirigentes. A pesar de eso, el voto de confianza al estamento político –que no a ningún partido por mayor que sea su votación- se confirmó y hoy, el principal activo de la Asamblea Nacional es el pueblo. Con él hay que contar y por él hay que arriesgar. La humillación ya no se soporta.
Ese fin no llegará sin presión. La calle no se convoca desde un partido, ni desde una mesa. La calle sale detrás de quienes eligió para apuntalar un liderazgo de fuste. La calle no es cosa de azuzar y desaparecer del mapa para que los valientes pongan su carne en la boca del cañón. La calle es de líderes que se colocan al frente. Si hay quienes aun calculan en chiquito, quienes ponen por delante sus rencillas, deben ser expuestos. Moralmente inaceptable. Hay que saber quien retrasa esto. No tenemos por qué seguir pagando plantones de mentecatos jugando a hacer política sobre nuestra desgracia. Casi dos décadas es suficiente.
Este caos es pensado. Aunque hoy se les haya descarrilado. Si fueran inteligentes y preparados no lo habrían conseguido tan perfecto. Para destruir hay que tener esa ignorancia resentida que sirve de filtro a toda idea coherente, a toda posibilidad de compasión. Si hubieran pensado, por ejemplo, que este caos iba a producir asesinos que secuestraran a sus hijos, mataran a sus escoltas, devastaran pueblos como es el dramático caso de Tumeremo, vaciaran los anaqueles comprando alimento podrido para llevarse los reales a paraísos fiscales y hasta lograra que el país clame porque se vayan, aún así, habrían hecho el cálculo sobre la utilidad del caos: “tendrán que negociar, nosotros quedaremos buchones y el país naufragará en una anarquía muy funcional a nuestros intereses”. Así lo recomendó Castro. Así piensan, así operan, aunque nuestros parámetros no lo conciban. Nuestros códigos son distintos y por no haber jamás comprendido esto, la banda tiene casi 20 años en el poder, disfrutando de privilegios y ventajas, merendándose hasta el último recurso de este país bendito. Mientras tanto, los venezolanos no podemos ser más infelices y vivir con mayor incertidumbre, no hacia el futuro, sino ya de cara a las próximas horas.
La vida de este pueblo es miserable. No puede ser que un país forrado de petrodólares se encuentre en semejante situación. Sin luz, sin agua, sin alimentos ni medicinas. Inerme ante forajidos que se dan el lujo de amenazar a la ciudadanía con que tomarán la capital. ¿Qué puede ser esto sino el más evidente e intencional abandono del gobierno para favorecer el caos? En cualquier lugar del mundo esto habría sido más que suficiente para desalojar al gobierno, íntegro. Lo demás es deshojar una margarita a la que restituir los pétalos será imposible. Aceleremos, aunque lo que recuperemos sea, al menos, el agua en los grifos y la comida en los anaqueles.-
Solo que me quedé con la curiosidad sobre quienes son los políticos que estorban el desenlace