Macron anuncia una batería de medidas sociales para apagar la revuelta de los chalecos amarillos
Emmanuel Macron ha anunciado la «declaración del estado de urgencia económica y social», con medidas económicas y sociales destinadas a intentar apagar el incendio nacional de los chalecos amarillos con medidas simbólicas pero concretas: subida del salario mínimo, una paga extraordinaria anual, revalorización del complemento mínimo de vejez.
Tras una cuarta jornada nacional de lucha de la franquicia de los chalecos amarillos (de la extrema derecha a la extrema izquierda, pasando por las clases medias que temen la precariedad), el sábado pasado, el presidente de la República anunció ayer noche decisiones destinadas a salvar su amenazada presidencia, intentar apagar el incendio social y evitar que la agravación de la crisis nacional de Francia se convierta en una crisis europea.
Con ese fin, Emmanuel Macron comenzó la jornada con una reunión excepcional, en el Elíseo, en la que participaron 37 de las personas más influyentes del Estado: doce ministros, los presidentes de la Asamblea Nacional y el Senado, el presidente del Consejo económico y social, presidentes de la asociaciones de alcaldes regiones y departamentos, los máximos responsables de la élite sindical (CGT, CFDT, FO, CFE-CGE, CFTC) y patronal (Medef, CPME y U2P).
El presidente y su Gobierno escucharon atentamente. Horas más tarde, Emmanuel Macron comenzó su discurso a la Nación anunciando la «declaración del estado de urgencia económica y social».
Tras una proclamación tan grave, Macron anunció medidas concretas, simbólicas, pero no excepcionales:
-Subida de 100 euros del salario mínimo, que pasará de 1498,47 euros a 1.600 euros mensuales. Muriel Pénicaud, ministra del trabajo, había «descartado» tal concesión inmediata, considerando que «no favorece el empleo». Fue el gesto simbólico más importante del discurso presidencial.
-Revalorización del complemento mínimo de la vejez (de 833 euros hasta 900). Medida social esperada y poco espectacular, pero altamente simbólica destinada a los pensionistas menos favorecidos.
-Creación de una prima excepcional para los asalariados que tienen los sueldos más bajos. Se trata de una medida «voluntaria», que las empresas podrán conceder si lo consideran oportuno.
-Creación de una prima a la movilidad. Siete de cada diez franceses van al trabajo en coche. Congelado el precio de los carburantes, se trata de intentar ayudar a los trabajadores más necesitados. Élisabeth Borne, ministra del Transporte, anuncia un trabajo previo de «concertación».
-Aceleración de la supresión de los impuestos municipales para las familias más modestas. Medida esperada, que no podrá entrar en vigor inmediatamente.
-Suprimir las cotizaciones que pesan sobre las horas extraordinarias. Pudiera tratarse de dar poder adquisitivo a través del recorte o supresión de las cotizaciones que pesan sobre las horas extraordinarias.
-Medidas de acompañamiento y ayuda a los comerciantes que están sufriendo la crisis de los chalecos amarillos. La Federación de comerciantes y distribuidores afirma que su sector ha perdido más de mil millones de euros como consecuencia de los problemas de distribución y caída de las ventas.
¿Serán suficientes esas medidas para calmar la inflamable crisis de los chalecos amarillos..?
A lo largo de su discurso de trece minutos, Macron insistió varias veces en su «responsabilidad personal» y su comprensión de la angustia, la cólera y el sufrimiento de muchos francesas, matizando esa comprensión con un melancólico recuerdo: «Esa cólera no data de ahora… es el fruto de las políticas de los últimos cuarenta años».
Tras las ¿modestas? concesiones en el terreno del poder adquisitivo y la precariedad, el presidente de la República intentó dar una respuesta más política a la cólera popular, anunciando reformas ambiciosas pero relativamente difusas, en lo inmediato.
A juicio de Macron, para salir de la crisis, Francia necesita estar unida, sin miedo a un rosario de reformas de gran calado, a medio y muy largo plazo:
-Seguir reformando la fiscalidad, para bajar el peso de los impuestos en la vida social. El Estado debe gastar menos y mejor.
-Macron no cede a la demanda de restauración del impuesto de las grandes fortunas, pero anuncia una revisión de la fiscalidad que pesa sobre las grandes empresas y los franceses que residen en el extranjero.
-Reforma de un Estado «demasiado centralizado y burocratizado».
-Negociar un nuevo contrato nacional entre el Estado, las alcaldías y las regiones.
-Negociar una mejor representación del diálogo social, con los sindicatos, las empresas y nuevas organizaciones sociales.
Los gestos no solo simbólicos de Emmanuel Macron son una respuesta clásica: ante esas medidas, los sindicatos podía aceptar, rechazar o negociar… Ausentes los sindicatos en la crisis actual, no es fácil saber como «responderán» a tales gestos las asambleas de las muy distintas familias que utilizan la franquicia de los chalecos amarillos.
Los chalecos amarillos «libres» (hostiles a la prolongación de las manifestaciones) quizá puedan aceptarlas, o no.
Los chalecos amarillos de extrema izquierda, por el contrario, quizá las consideren insuficientes. No está claro que pueden decir los chalecos amarillos de extrema derecha. Y no está claro cómo pudieran reaccionar los chalecos amarillos de clases medias amenazadas por la precariedad.
Al no existir una organización global de la franquicia chalecos amarillos, con propuestas claras y concretas, las proposiciones de Emmanuel Macron quizá tengan que afrontar un rosario de imprevisibles a inflamables críticas.