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Macron califica de «ataque terrorista islamista» el asesinato de un profesor con un cuchillo

El atentado provocó una inmensa ola de estupor y conmoción nacional; el presidente francés, Emmanuel Macron, expresó: «Uno de nuestros compatriotas ha sido asesinado porque enseñaba la libertad de expresión»

La galaxia yihadista parisina vuelve a bañar de sangre la «banlieue», los suburbios de París. Un profesor de geografía e historia fue degollado poco después de las cinco de la tarde de este viernes, cerca de su colegio -en Conflans-Sainte-Honorine (departamento de Yvelines), al oeste de la ciudad- víctima de un individuo de unos veinte años, delincuente común, que habría querido vengarse por unas lecciones relacionadas con la libertad de expresión y las caricaturas de Mahoma que volvió a publicar el semanario satírico «Charlie Hebdo».

La decapitación provocó una inmensa ola de estupor y conmoción nacional. Emmanuel Macron, presidente de la República, se apresuró a visitar a la escuela donde enseñaba la víctima, acompañado de sus ministros del Interior, Gerald Darmanin, y Educación, Jean-Michel Blanquer, para rendir homenaje a la víctima y compartir el dolor con los colegas. A la misma hora, la Asamblea Nacional, en pie, rindió otro homenaje nacional, denunciando «un crimen abominable». El mandatario galo expresó: «Uno de nuestros compatriotas ha sido asesinado porque enseñaba la libertad de expresión. Hago un llamamiento a toda la nación, para estar unidos por los mismo valores, la misma historia, las mismas leyes. Esa unidad es indispensable para nuestro futuro como nación».

El Sindicato nacional de institutos y colegios (SNALC), por su parte, publicó a primeras horas de la noche de ayer un comunicado pidiendo «justicia» de manera muy solemne, advirtiendo que seguirían de cerca un caso que afecta a todo el sistema educativo francés.

El perfil del asesino

Según el semanario «Valeurs Actuels», próximo a la extrema derecha de la familia Le Pen, y la emisora «Francie Info», estatal, el autor del crimen habría publicado la noticia al grito de «en nombre de Alá» en una cuenta de Twitter que ha sido suprimida con extrema celeridad. En ella, también habría escrito: «A Macron, dirigente de los infieles, he ejecutado a un perro, que vaya al infierno». Otras fuentes citadas por «Le Figaro» y «Le Monde», los dos diarios de referencia en Francia, cubrían con un tupido velo, provisional, esos detalles atribuidos al asesino, que fue neutralizado a tiros, poco antes de las seis de la tarde de este viernes, no lejos del lugar de su crimen, en un barrio de Conflans-Sainte-Honorine (departamento de Yvelines), al oeste de París.

A última hora de la noche de ayer, las fuentes oficiales anunciaron que el asesino podría ser un musulmán de nacionalidad rusa, nacido en Moscú el 2002. Formaría parte de una banda que tiene varios miembros fichados como islamistas radicales peligrosos. En la periferia suburbana de París hay fichados unos 4.000 franceses musulmanes, de quienes se sospechan tendencias subversivas. El autor de la decapitación del viernes no se encontraba en esos ficheros.

Dos versiones de cómo se produjo el atentado

La cronología del crimen tiene dos versiones oficiosas. Para las fuentes policiales locales, tras decapitar a un hombre solo a la puerta de su colegio, el asesino habría intentado huir, pero fue descubierto muy pronto. Cuando los policías le pidieron que soltase el cuchillo de cocina que llevaba en la mano, ensangrentada, el individuo se negó haciendo gestos «agresivos y amenazantes». Según algunas fuentes policiales, el agresor habría sido neutralizado con rapidez. A su lado, en el suelo, yacía el cuerpo de su víctima, decapitada. Los policías tardaron en poder aproximarse al hombre neutralizado, ya que era muy visible un chaleco con explosivos y fue necesaria una primera operación, antes de poder aproximarse.

Según otra versión de la neutralización, el asesino habría conseguido huir hasta un pueblo próximo, Eragny (Val-d’Oise), donde fue herido gravemente y finalmente abatido.

El móvil el crimen

Según las primeras reconstrucciones del origen último de la tragedia, la víctima, profesor de historia y geografía, habría dado una lección y habría hecho comentarios sobre la libertad de expresión en relación con el comportamiento del semanario satírico «Charlie Hebdo» y su publicación de las legendarias caricaturas de Mahoma que originaron la matanza yihadista del mes de enero del 2015. El profesor habría invitado a salir de clases a los alumnos musulmanes.

Se sospecha que algunos alumnos, niños administrativamente franceses de confesión musulmana, se habrían sentido molestos por los comentarios y la reproducción en clase de las legendarias caricaturas de Mahoma. Y nadie duda que esos niños contaron la historia a sus padres. Son tradicionales las protestas de familias de franceses de confesión musulmana que se quejan de la educación laica que reciben sus hijos. En este caso, varias fuentes afirman que algunos padres «zarandearon y amenazaron» al profesor finalmente decapitado.

Esos antecedentes confirmaron el origen último del segundo atentado yihadista en París y su periferia en las últimas cuatro semanas. Y la Fiscalía antiterrorista intervino con mucha celeridad, iniciado la instrucción de un asesinato aparentemente relacionado con la fiebre islámica y yihadista que estalló en Francia y varios países musulmanes tras el inicio del proceso de los cómplices de la matanza del semanario satírico «Charlie Hebdo». La Dirección general de la seguridad interior (DGSI) montó con extrema celeridad una gran operación de peinado de toda la «banlieue» oeste y norte de París, donde los incidentes violentos se suceden ininterrumpidamente desde hace meses.

«Ataques de salvajismo»

La decapitación del viernes se consumó cuatro semanas después del atentado terrorista del finales de septiembre pasado, cuando un joven de 18 años, de nacionalidad u origen pakistaní, irrumpió en la entrada del edificio donde estuvo, en otro tiempo, el «Charlie Hebdo», en la calle Nicolas Appert del distrito XI de París, y atacó con un cuchillo de grandes dimensiones a un hombre y una mujer que fumaban durante una pausa laboral, hiriéndolos gravemente, para huir dando alaridos y ensangrentado.

El atentado del 25 de septiembre pasado y el atentado de ayer, 16 de octubre, tienen algo muy profundo en común: musulmanes franceses o residentes en Francia recurren a una forma de yihadismo artesanal para consumar -o intentarlo- baños de sangre. Esos crímenes se inscriben en una larga saga de violencias suburbanas, multiculturales en su inmensa mayoría, que Gerald Darmanin, ministro del Interior, ha calificado de «ataques de salvajismo». Macron lleva muchos meses prometiendo una ley concebida para combatir el «separatismo cultural y religioso», que es una forma muy amable de calificar el crecimiento de un islam francés que considera las leyes de su religión superiores a las leyes del Estado.

La Fiscalía anti terrorista informará el fin de semana sobre su instrucción de la decapitación del viernes, en una ciudad en otro tiempo amable y próspera, Conflans-Sainte-Honorine, de la que fue alcalde Michel Rocard, una de las grandes personalidades del socialismo francés. Ciudad ensangrentada, hoy, víctima de la violencia multicultural yihadista, en ruptura cultura y criminal contra Francia.

 

 

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