Democracia y Política

Macron salva su gobierno al superar in extremis las mociones de censura

La iniciativa para derribarle fracasa por solo 9 votos. El 74% de los franceses quieren la dimisión del Gobierno de Macron

La primera ministra francesa, Elisabeth Borne y el Gobienro de Macron se enfrentan a dos mociones de censura en Francia. AFP

 

La Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento francés, rechazó la tarde del lunes las dos mociones de censura presentadas contra el gobierno de Emmanuel Macron, que «solo» consiguieron 278 y 94 votos a favor, 9 y 193 votos menos de los necesarios para provocar la caída del gobierno.

La Francia Insumisa (LFI), extrema izquierda, el PS, el PCF y los Ecologistas decidieron el sábado unir su moción de censura propia a otra moción presentada por el grupo LIOT (Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios), para dar más fuerza a una moción única, común. Esa fue la primera moción rechazada: solo consiguió 278 votos, 9 menos de los necesarios.

La segunda moción de censura, presentada por Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, solo consiguió 94 votos, 193 menos de los necesarios

Esa oposición parlamentaria, de la extrema izquierda a la extrema derecha, suma, en total, 260 escaños. Para ganar, cualquier moción de censura necesitaba 287 votos a favor, en una AN de 577 escaños. El gobierno de Macron se salva por «los pelos». El presidente no tiene mayoría absoluta. Tampoco existe mayoría en la oposición

La oposición conservadora de Los Republicanos (LR, derecha tradicional), tiene 61 escaños. Ante el voto de censura, ese grupo parlamentario se dividió gravemente, aunque terminó favoreciendo a Macron, evitando la censura. Una veintena de diputados conservadores habrían votado la censura. La derecha tradicional vive una grave crisis de identidad, oscilando entre Macron y Marine Le Pen, sin definirse completamente.

‘Renacimiento’, el partido de Macron, tiene 165 escaños. Con sus aliados centristas, divididos en dos grupos, suman, en total, 245 escaños. Podrá seguir gobernando, con muchos e inflamables problemas. También ellos están divididos.

El rechazo de las mociones de censura confirmó un paisaje político y una realidad social muy difíciles de gobernar, imprevisible.

Un 74 % de los franceses deseaban que Macron fuese censurado. Otro 70 % de franceses tienen mala o muy mala opinión de su presidente. Pero no hay mayoría parlamentaria para votar la censura ni para presentarse como alternativa. El presidente y su gobierno corren el riesgo de bloqueo, parálisis e inmovilismo.

El presidente tiene una mayoría relativa de 245 escaños. Pero la crisis ha abierto crisis graves, en el gobierno, en el partido presidencial, entre los aliados y entre la oposición conservadora.

Se trata de un paisaje político muy fragmentado, sin precedentes en la historia de la V República. Es necesario remontarse a las grandes crisis de la IV República para encontrar una Francia tan dividida en todos los terrenos de la vida social, cultural y política.

El rechazo parlamentario a las mociones de censura corre el riesgo de prolongar la crisis de fondo.

Recurso ante el Constitucional

La oposición parlamentaria proyecta un recurso ante el Tribunal Constitucional y propone convocar un referéndum de iniciativa popular. Iniciativas que pueden retrasar la entrada en vigor de la reforma de las pensiones aprobada con un decretazo explosivo.

Los sindicatos, por su parte, han convocado una nueva jornada de huelga y manifestaciones el próximo jueves. La mayor o menor movilización será un indicador preciso para saber como evoluciona la crisis de fondo. La huelga en las refinerías atiza el fantasma de la penuria de combustibles en las gasolineras. En París, la huelgas de barrenderos y servicios de limpieza agrava un melancólico y mal oliente paisaje de crisis nacional.

Una gran mayoría de franceses espera que el jefe del Estado termine dirigiéndose a la Nación con un discurso solemne. El silencio presidencial agrava la incertidumbre y la tensión. A los pocos minutos de conocerse el rechazo de las mociones de censuras comenzaron a estallar llamaradas de protestas «espontáneas», en París y bastantes ciudades de provincias.

El ministerio del Interior había previsto una noche de protestas y tensión. Los alrededores de los Campos Elíseos y la Plaza de la Concordia, donde fue guillotinado Luis XVI, en 1793, fueron acordonadas con una presencia impresionante de fuerzas anti disturbios. Una hora corta después del rechazo de las mociones de censura, en esa misma plaza aparecieron manifestantes con pancartas que decían: «Luis XVI fue guillotinado. Macron, la batalla no ha terminado». En el barrio «radical chic» de Saint-Germain-des-Prés, a dos pasos de la tienda de lujo de Ralph Lauren, había pancartas que decían: «Macron, asesino». Ante la explanada de los Inválidos, donde está enterrado Napoleón, varios millares de manifestantes organizaron un rosario de mitines improvisados, pidiendo la dimisión del gobierno.

Esa violencia verbal es un reflejo elíptico pero «pedagógico» de una tensión profunda que tiene muchos flecos. El ministerio del Interior y los portavoces sindicales coincidían la tarde – noche del lunes con el mismo análisis: «Corremos el riesgo de una radicalización de las protestas callejeras».

 

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