Democracia y Política

Macron sigue sin encontrar jefe de Gobierno casi 50 días después de las elecciones

Le Pen impulsará una moción de censura de cualquier jefatura en la que participe La Francia Insumisa

Macron habla durante una ceremonia para conmemorar el 80 aniversario de la liberación de Bormes-les-Mimosas Reuters

Tras 47 días de crisis nacional, además más de ocho horas de negociaciones con una docena de líderes políticos de la extrema izquierda a la derecha tradicional, este viernes Emmanuel Macron cerró la jornada de consultas con los partidos políticos, salvo la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, con la posibilidad de más mociones de censura sobre su mesa de trabajo que opciones de candidatos realistas para liderar un Gobierno abocado a una cohabitación conflictiva con la presidencia de Francia.

Tras las elecciones europeas del 9 de junio, que en Francia se saldó con una contundente victoria de la extrema derecha de Le Pen, Macron decidió convocar elecciones legislativas anticipadas el 30 de junio y el 7 de julio, con la intención de hacer frente a la debacle electoral y sacar del callejón sin salida que las anteriores elecciones, 2022, había dejado a la Asamblea Nacional, con una mayoría parlamentaria volátil y permanentemente amenazada por los votos de censura. Sin embargo, la elecciones anticipadas de finales de junio y primeros de julio no han hecho más que agravar ese y otros problemas.

El Nuevo Frente Popular (NFP, que agrupa a todas las izquierdas) consiguió 182 diputados, en una Asamblea Nacional de 577 escaños, cuando son necesarios 289 para tener la mayoría absoluta, estable. Agrupación Nacional consiguió 143 escaños, mientras que Renacimiento, el partido de Macron y sus aliados, lograron 168 diputados. Los Republicanos –derecha tradicional– consiguieron 47 diputados. Nadie tiene mayoría absoluta y, mes y medio después de que los franceses votaran, nadie desea negociar con nadie para formar una mayoría parlamentaria estable.

Dimitido su Gobierno tras el 7 de julio y con los ministros ejerciendo funciones puramente técnicas, sin tomar decisiones significativas, y con la Asamblea Nacional de vacaciones hasta mediados de octubre, Macron aprovechó los Juegos Olímpicos de París para «reflexionar» sobre el futuro político de Francia. Clausurados los juegos, el presidente inició este viernes una ronda de conversaciones con todas las formaciones políticas, esperando encontrar la ‘perla’ de un o una primera ministra que pueda formar gobierno las próximas semanas.

Moción de censura

Entre las 10.00 y las 12.00 de la mañana de este viernes , Macron recibió a los representantes de todos los partidos que forman parte del Nuevo Frente Nacional –La Francia Insumisa, el Partido Socialista, el Partido Comunista Francés y Los Verdes, formaciones profundamente divididas en cuestiones capitales (Gaza y Ucrania), pero que al menos han presentado una candidatura común como posible jefa de Gobierno en Lucie Castets, responsable de las finanzas de la Alcaldía de París.

Los dirigentes de La Francia Insumisa, el partido mayoritario dentro del Nuevo Frente Popular, anunciaron que su primera decisión, tras la formación de un Gobierno, sería abolir la reforma de las pensiones y jubilaciones, para restaurar la jubilación a los 60 años. Los comunistas anunciaron, a su vez, que ellos subirían los salarios, las pensiones y los impuestos «de los franceses más ricos».

Confirmado el posible proyecto gubernamental del NFP, Marine Le Pen anunció que ella impulsaría una moción de censura de cualquier Gobierno en el que participara La Francia Insumisa.

Dos horas más tarde, los dirigentes conservadores de Los Republicanos confirmaron que ellos también votarían una moción de censura contra la extrema izquierda.

Tras su diálogo con los dirigentes del NFP, Macron celebró una comida de trabajo de poco menos de tres horas con los dirigentes de su partido y los grupúsculos que apoyan su presidencia. Los amigos políticos del presidente oscilan entre dos «tentaciones»: formar una «coalición» con socialistas disidentes o con diputados conservadores. A la izquierda socialista, esa eventualidad es «recibida» con un silencio sepulcral. A la derecha, un portavoz de LR anunció a media tarde del viernes que su partido descartaba entrar en ninguna coalición, sugiriendo que podrían «aceptar» alguna forma de «colaboración» en proyectos parlamentarios concretos.

Tras un largo rosario de anuncios y renuncias, Macron debiera recibir el lunes a Le Pen y su eventual candidato a jefe de gobierno de extrema derecha, Jordan Bardella. Hipótesis poco o nada realista. Macron odia personalmente a Le Pen. Y las izquierdas han anunciado mociones de censura contra cualquier proyecto de la extrema derecha.

Macron tiene otro largo fin de semana para seguir «reflexionando» con Francia empantanada. Se espera el nombramiento de un posible jefe o jefa de Gobierno la tarde del lunes o el martes. Proyecto que ha provocado otras dos amenazas de mociones de censura, paralelas, de la extrema izquierda y la extrema derecha, que han confirmado su decisión de rechazar los presupuestos del Estado que debieran presentarse a mediados de octubre.

Se trata de una crisis nacional sin precedentes desde la fundación de la V República, entre 1958 y 1962. Todos los historiadores recuerdan que, en verdad, la crisis en curso recuerda la gran crisis de la IV República, víctima de un modelo electoral, proporcional, con matices, bastante semejante al modelo español actual. Aquel modelo electoral precipitó una crisis de régimen. Charles de Gaulle echó los cimientos de una nueva república, víctima, hoy, de la crisis política más grave desde su fundación, tras el hundimiento de los partidos tradicionales y la ascensión de los extremos, hoy mayoritarios.

 

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