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Malamud – Argentina: no basta con contener la inflación

El cúmulo de errores no forzados, o autoinfligidos, por parte del gobierno, neutralizó la premisa fundamental de Milei sobre la inflación en Argentina

Javier Milei

Foto de archivo del presidente argentino Javier Milei. EFE/Tomás Cuesta /POOL

Las elecciones celebradas en la provincia de Buenos Aires el domingo 7 de septiembre de 2025 sirvieron para elegir parlamentarios provinciales (diputados y senadores) y representantes para los consejos escolares y los concejos deliberantes (municipales). En condiciones normales, estos comicios no habrían tenido demasiada trascendencia, más allá de que la provincia sea el mayor distrito electoral argentino, concentrando algo menos del 40% del padrón nacional. Sin embargo, la situación cambió debido a dos decisiones políticas previas, ambas de gran calado.

La primera de estas decisiones fue la del gobernador peronista Axel Kicillof, quien optó por desdoblar (separar) estos comicios de las parlamentarias nacionales de medio término, que se celebrarán en octubre. Esta estrategia fue tomada a pesar de la oposición de Cristina Kirchner, quien defendía la idea de realizar las elecciones en una sola jornada. Kicillof pensó, con razón, que la implicación de los intendentes (alcaldes) lo ayudaría a mejorar sus resultados. La segunda decisión clave fue la del presidente Javier Milei, quien decidió convertir estas elecciones en un plebiscito sobre su gestión, en un intento de dar un paso decisivo en su propósito de acabar con el kirchnerismo de forma definitiva.

Si bien casi todas las encuestas pronosticaban unos resultados bastante ajustados, el saldo final fue concluyente y demoledor para los intereses libertarios. El peronismo/kirchnerismo, bajo el sello de Fuerza Patria, se impuso por casi 14 puntos de diferencia a los candidatos de La Libertad Avanza (LLA), alcanzando un 47.3% frente al 33.7%. Este resultado convirtió a Kicillof en el gran vencedor de la contienda electoral, reforzando sus aspiraciones presidenciales para 2027. Por el contrario, el oficialismo vio frustrado su deseo de pintar de violeta la provincia de Buenos Aires, uno de los principales bastiones peronistas.

El cúmulo de errores no forzados, o autoinfligidos, por parte del gobierno, neutralizó la premisa fundamental de Milei: que sus éxitos en la lucha contra la inflación serían suficientes para consolidarse como la fuerza hegemónica nacional. Sin embargo, la magnitud de la derrota solo se puede entender si se considera que, tras casi dos años de gobierno, el número de personas que no puede llegar a fin de mes sigue aumentando, especialmente en los densamente poblados municipios del Gran Buenos Aires. Esta cifra y el resultado electoral cuestionan la idea de que cualquier sacrificio personal es soportable en aras de un bien mayor.

No obstante, la suma de damnificados y promesas incumplidas es solo una parte de la explicación. Si algo destacó en los comicios bonaerenses fue la escasa o nula experiencia política y de gestión de los hermanos gobernantes (Javier y Karina, “el Jefe”). Esta falta de experiencia se tradujo en una incapacidad para negociar con aliados potenciales o fuerzas amigas, como se evidenció en la serie de derrotas parlamentarias de las últimas semanas. El deseo de subordinar totalmente al PRO y a algunos gobernadores con los que podrían haber concurrido coaligados llevó a que muchos votantes más centrados optaran por quedarse en casa. Aunque la participación fue algo mayor que en otras elecciones provinciales recientes (cerca del 63%), no fue suficiente para garantizar mejores resultados.

Al mismo tiempo, diversos estudios de opinión muestran que la población comienza a rechazar el estilo tabernario y los insultos malsonantes, incluso escatológicos, del presidente y sus seguidores más fieles, como las Fuerzas del Cielo. A esto se suman escándalos como el fraude de la criptomoneda $Libra, que golpeó directamente al presidente, y la mala gestión del escándalo de corrupción en torno a la compra pública de medicamentos para discapacitados, donde su hermana aparece de forma comprometedora. El mal resultado electoral ha generado alarmas en los mercados, disparando la prima de riesgo país, hundiendo el precio de las acciones de empresas argentinas y afectando la cotización del dólar.

Más allá del resultado concreto de las elecciones del domingo, que incluso en otro contexto podría haber sido meramente anecdótico, lo más importante es su futura incidencia en las elecciones de octubre. Hay dos mensajes clave que impactarán directamente en la campaña, más allá de su veracidad: 1) Milei no es invencible, como ya se había evidenciado en algunas elecciones provinciales previas, y 2) el peronismo nunca muere, pese a los movimientos tectónicos que se están produciendo en su interior y que a medio plazo podrían provocar una profunda remodelación de sus estructuras.

Es cierto que Milei reconoció su derrota, aunque al mismo tiempo aseguró que mantendría el rumbo de su política económica. También afirmó que se revisarían algunas cuestiones, pero los grandes cambios en el gabinete y en las políticas, si los hay, solo llegarán en noviembre. De momento, reinstauró el ministerio del Interior para negociar con los gobernadores, pero su margen de maniobra es limitado, ya que las listas para la próxima elección están cerradas y no puede haber reajustes de ningún tipo que permitan reconfigurar las alianzas en pro de mejores resultados electorales.

El objetivo de Milei y de LLA para octubre es conseguir, al menos, una minoría parlamentaria de bloqueo (un tercio de los diputados y senadores) que le permita garantizar los vetos presidenciales a leyes contrarias a su programa y derrotar un eventual juicio político. Para ello, deberá volver a atraer a un electorado cada vez más reticente a seguir apoyándolo, especialmente a aquellos que lo votaron en su día con el objetivo de evitar el retorno del kirchnerismo. La gran pregunta será: ¿cómo hacer para recuperar el centro cuando la polarización ha sido la esencia de su discurso? Parafraseando a Clinton, se podría afirmar: “con la inflación no basta…”

*Este artículo se publicó originalmente en El Periódico, de España.

 

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