Marcelino Miyares: Una Bitácora cubana (CXVIII)
1-Se acaban de cumplir cuatro años de las masivas protestas del 11J en Cuba. El régimen no ha cesado en su incremento represivo contra todo tipo de activistas, e incluso contra ciudadanos que solo buscan mostrar su hartazgo ante una situación económica y social insostenible.
Yoani Sánchez, en nota de DW, describe muy bien, en una frase, el ambiente actual gubernamental:
“El régimen entra en la desfachatez”.
Recuerda la periodista que, con una represión que ha afectado a miles de ciudadanos, muchos de ellos encarcelados, el régimen se quitó la máscara: Ante los ojos del mundo se vio a gente desesperada pedir un cambio y a tropas antimotines responder con todo tipo de violencia y, en algunos barrios, incluso con disparos.
“El propio gobernante del país, Miguel Díaz-Canel, se sacudió cualquier barniz de compostura y pronunció ante las cámaras de la televisión nacional una fatídica frase que quedará para la historia: “La orden de combate está dada”. En aquel instante se quebraron décadas de aparentar buen talante de cara a la comunidad internacional y de negar, con énfasis, cualquier acto represivo hacia la ciudadanía. Fue un parteaguas para muchos que, a pesar de las frecuentes denuncias de activistas y periodistas independientes, seguían creyendo que el sistema cubano era incapaz de castigar con fuerza una demostración popular y mayoritariamente pacífica.
También, muchos que se tragaron la versión de un país en el que se había instalado, de manera consensuada, la uniformidad ideológica y donde el Partido Comunista gozaba de un apoyo unánime comprendieron que, bajo las consignas y las máscaras, el malestar social había estado creciendo por más de medio siglo. Aquel día algo se quebró en el relato que los hábiles ideólogos del castrismo habían creado y pulido desde enero de 1959. Las imágenes dejaban claro que ni contaban con un apabullante respaldo de la gente ni les temblaba la mano para empuñar un arma contra los inconformes.
Desde entonces, los cubanos habitamos en una era de desfachatez represiva. La coacción es pública, no se esconde y está tan extendida que, incluso aquellos que aseguran no meterse en política la sienten. Ya Díaz-Canel no quiere aparentar que gobierna para todos, ni los voceros oficiales se avergüenzan de amenazar abiertamente con la cárcel o el exilio a los disidentes. (…)
El 11J nos dejó un legado de rebeldía y un lamentable saldo en presos políticos, pero también consagró la desvergüenza de un sistema que no dudará en volver a aplastar a su propia gente.
2-‘Cuba está en transición: el país se encuentra atrapado entre una autocracia en decadencia y una sociedad en movimiento’
En entrevista reciente en Diario de Cuba, Manuel Cuesta Morúa afirma: ‘La transición democrática no puede depender ni de la espera ni de la fantasía, sino de una ciudadanía organizada, consciente y movilizada’.
Manuel Cuesta Morúa es el vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática en Cuba. Señala que a su juicio hay 25 rasgos inequívocos de transformación en la Isla, que confluyen en diversos escenarios y rutas para avanzar hacia un Estado de derecho, la democracia y elecciones libres y pluralistas”. Son rasgos que anuncian cada vez con mayor claridad la transición.
Un hecho fundamental es que “la Cuba que los autócratas actuales intentan -fallidamente- gestionar, y que cada día se les escapa más de su control, no es el país de hace treinta años”. Sigamos con extractos de la nota:
“Así, entre los rasgos destacan: «Un Gobierno sin relato ni proyecto, un Partido Comunista vacío de contenido, el dominio de los militares en la economía, un colapso productivo generalizado, la marginalidad de las mayorías obreras y campesinas, la marginalización del sujeto revolucionario, la represión extendida a toda la sociedad, la migración como fenómeno estructural, el racismo y la violencia en aumento, la explosión religiosa, la disolución del contrato social, el envejecimiento de la población, la pauperización de la población negra y anciana, y el colapso de los servicios básicos». (…)
«La transición democrática real ya ha comenzado», dijo y, si bien descartó escenarios imposibles (invasión externa, golpe militar o quiebra de la élite) y alerta sobre los improbables (rebelión popular o conciencia moral del régimen), puso el foco en los escenarios posibles: «Una movilización constitucional de la ciudadanía, un diálogo nacional impulsado desde abajo y deseables: una movilización cívica múltiple de la ciudadanía desde abajo y desde varios frentes locales, sectoriales y generales. Estas vías, si bien separadas, pueden confluir en una transformación pacífica, democrática y sostenible».
En este escenario, resaltó Cuesta Morúa, «lo que está en disputa es si derivará en una transición democrática real». Para ello, el Consejo propuso una ruta constitucional: «una movilización cívica, pacífica, múltiple e inclusiva que utilice las herramientas disponibles (Constitución, leyes, lenguaje y ciudadanía activa) para cambiar las relaciones de poder desde la base y evitar que el posible diálogo se convierta en un simple reparto de cuotas entre élites».
Así, recalcó, «el llamado es claro»: «La transición democrática no puede depender ni de la espera ni de la fantasía, sino de una ciudadanía organizada, consciente y movilizada».
3– Dagoberto Valdés: ¿Ética humanista o tribus ideológicas?
Con nota publicada en “Reporte Católico Laico”, el ingeniero Dagoberto Valdés nos describe algunas de las consecuencias de la “polarización crispada” de la sociedad cubana, consecuencia del deseo de convertir a las ideologías en “religiones seculares”.
Han cambiado mucho los hechos y los pareceres desde nuestra época juvenil, cuando ideologías diversas de carácter democrático-conservadurismo, democracia cristiana, liberalismo, socialdemocracia- eran seguidas por millones. Otra, rival absoluta, la comunista, también captó la mente y la voluntad de millones de ciudadanos, en especial jóvenes.
Era inevitable una lucha que según la cultura política y la historia de cada sociedad generaba polarización. Para Dagoberto Valdés “denominamos polarización crispada la pérdida de la tolerancia, del diálogo y de la convivencia. En el caso de Cuba es, en gran medida, causada por la lucha de clases que entroniza como fundamento de la dinámica social la exclusión del diferente, la criminalización de la discrepancia y la anulación o eliminación del que se opone”.
O sea, ideología comunista, fracasada en todo el orbe. Solo productora de odio, miseria, violencia, injusticias de todo tipo. Ocurre, en palabras de Valdés que
“Entonces la sociedad deja de ser una comunidad de personas diferentes que conviven civilizadamente, para convertirse en lo que se ha llamado “tribus ideológicas”.
Las tribus ideológicas desarticulan la convivencia cívica, atomizan a la nación, fomentan los bandos y dividen en buenos y malos a los que compartimos unas raíces y una historia común, a los que compartimos un presente crítico y a los que tendríamos que “soñar” y edificar juntos un proyecto futuro para la nación cubana.
Una “tribu” o “secta” ideológica se atrinchera contra sus compatriotas, levanta muros y prohíbe los puentes entre diferentes, no debate ideas respetuosamente, sino que convierte las ideas en dogmas irreversibles e inmutables.
Las “tribus” ideológicas pueden ser políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas. Si son tribus políticas convierten a su ideología en el único sistema legal, a su partido en la forma de ejercer el poder sobre toda la sociedad y al que no piensa igual lo declara enemigo de la verdad y de la justicia. (…)
Concluye su nota Valdés con una serie de propuestas que señalo a continuación:
Propuestas
- 1. Es necesario cultivar una ética humanista que ponga a la persona humana, su plena dignidad y todos sus derechos, como centro, sujeto y fin de toda ideología, organización social, partido político, modelo económico y denominación religiosa.
- Si se considera a la primacía de la persona humana como el rasero ético con el que se evalúe todo pensamiento, sentimiento y comportamiento personal y social, entonces el ciudadano no se subordinará a la “tribu”, sino que se convertirá en el protagonista de la convivencia pacífica y la amistad cívica.
- Cuba necesita un humanismo integral que sea fiel a sus raíces que se hunden en el humus fundacional de Varela y de Martí para que nunca más se imponga una sola ideología penalizando todas las demás formas de pensar que existen en nuestra sociedad.
- Los proyectos humanistas abiertos e incluyentes deben sustituir a todo tipo de confrontación tribal en Cuba, Isla y Diáspora. Cuba necesita articular una sociedad plural y armónica, no atomizar la nación en bandos y crispaciones. –
Qué necesario y oportuno mensaje, sobre todo ahora que tenemos a un nuevo papa, León XIV, que ha mostrado su deseo de priorizar y publicar el mensaje humanista cristiano, con la dignidad de la persona humana en su centro focal.
4– La nobleza del ajedrecista
Nos dice Jorge Luis León en 14ymedio que “La patria —esa palabra que para algunos es apenas un eco— es el tablero más grande que nos regala la vida. Y en él, cada uno debe decidir si juega como un caballero o si se arrastra como un peón vendido”.
Hermoso inicio para una nota que nos muestra una vez más a los cubanos -que tenemos tantos compatriotas que con sus labores y acciones a lo largo de la historia nos han llenado de orgullo patrio- el ejemplo ético de uno de los más grandes jugadores -si no el más grande- de toda la historia del ajedrez, José Raúl Capablanca. Leamos:
Fue Savielly Tartakower quien, con esa agudeza que lo distinguía tanto dentro como fuera del tablero, dejó una frase que aún resuena con fuerza:
“El ajedrez es simplemente un juego; la nobleza que se le atribuye se debe, sin duda, a la nobleza de quienes lo practican.”
En esta sentencia habita una gran verdad. El ajedrez, en sí mismo, es solo un conjunto de reglas, piezas y movimientos. Pero cuando lo asumen hombres íntegros, cuando lo convierten en una forma de vida aquellos que no transigen con la mentira, entonces el juego se ennoblece, se dignifica y alcanza una dimensión ética que va más allá del arte o el deporte.
Cuba, cuna de uno de los genios inmortales del tablero, vio en José Raúl Capablanca no solo a un campeón del mundo, sino a un hombre de principios. Pocos saben o pocos recuerdan que durante la dictadura de Gerardo Machado se intentó usar su figura como bandera propagandística del régimen. Capablanca se negó con elegancia, pero con firmeza. Él sabía que la gloria del ajedrez no podía enlodarse con la política sucia ni con la ambición de un déspota. Fue un ejemplo de esa nobleza que Tartakower veneraba. Nunca traicionó su dignidad, aunque el silencio fuera más cómodo. (…)
En otras latitudes, hubo ajedrecistas que alzaron la voz. Garry Kasparov, por ejemplo, se enfrentó abiertamente al régimen de Putin, sabiendo que ponía en riesgo su seguridad. Eligió la verdad. Eligió ser hombre antes que campeón. No vendió su voz por un título ni por una silla en algún comité.
En Irán, la campeona Dorsa Derakhshani fue expulsada del equipo nacional por no llevar velo en un torneo. Se negó a retroceder, se negó a fingir. Hoy representa a Estados Unidos y sigue hablando por los oprimidos. ¿Qué nos dice eso sobre la fuerza del carácter?
Y termina la nota con un reclamo a algunos ajedrecistas cubanos actuales:
“La dignidad vale más que una medalla. Vale más que un trofeo. Vale más que un viaje.
La patria —esa palabra que para algunos es apenas un eco— es el tablero más grande que nos regala la vida. Y en él, cada uno debe decidir si juega como un caballero o si se arrastra como un peón vendido.
La nobleza del ajedrecista no se mide por sus títulos, sino por su vergüenza, por su compromiso con la verdad, por su negativa a ser cómplice.
Hoy más que nunca, Cuba necesita ajedrecistas que jueguen la partida más difícil: la de la dignidad frente a la opresión. Y en esa, no hay tablas posibles.
O se gana con decoro, o se pierde para siempre”.
5- La dictadura de Cuba emerge como el talón de Aquiles de la candidata comunista en Chile
En Diario de Cuba, Ignacio Rodrigo, hace mención de la candidata de la izquierda chilena a la presidencia de la república, Jeannette Jara, en las elecciones del próximo 16 de noviembre, la cual estaría atravesando dificultades por su ambigüedad para criticar la falta de libertades en la Isla.
La señora Jara es una fiel militante del Partido Comunista chileno, y consolidó su candidatura en una elección primaria en la que literalmente barrió con su rival inmediata, la ministra socialista Carolina Tohá.
Es la primera vez en Chile que la coalición de izquierda es liderada por un personaje comunista.
Lo cierto es que, al igual que el presidente Gabriel Boric, quien también se destacó en sus años de gestión por criticar duramente a las dictaduras de Nicaragua y Venezuela, Jara ha guardado un evidente silencio ante los desmanes autoritarios del castrismo en Cuba.
Y es que incluso el Partido Comunista de Venezuela, crítico del régimen, ha protestado por la postura de Jara frente a las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, que no ha criticado con firmeza.
“Jara, tal como ha sido una posición del PCCh, ha evitado consistentemente condenar de manera directa las violaciones a derechos humanos en la Isla, optando por declaraciones que diluyen la gravedad de la situación en Cuba y atribuyen sus problemas principalmente al embargo estadounidense”.
Destaca el articulista que en “una entrevista con CNN Chile el 9 de abril, en plena campaña para las primarias, Jara afirmó que Cuba no es una dictadura, sino que tiene «un sistema democrático distinto al nuestro «. Según ella, «cada pueblo tiene que definir su gobierno», minimizando las responsabilidades del régimen castrista”. Se armó tal controversia, que el 20 de abril afirmó que no negaba que Cuba fuera una dictadura, pero que debía destacarse asimismo que era un sistema “diferente” (¡!!!!!!). Y se negó a condenar los abusos del régimen de Díaz-Canel.
Incluso su rival derrotada, Carolina Tohá, señaló que el sistema cubano «no cumple con ninguno de los requisitos de una democracia» y ha sumido al país en una pobreza «inconcebible». Seguimos con la nota:
Bajo presión de sus contendores en las primarias, Jara volvió sobre el tema de Cuba el 23 de junio en un evento en la Universidad Alberto Hurtado, de los jesuitas. Por primera vez, reconoció que en Cuba existen «vulneraciones a los derechos humanos» pero abogó por la tesis de que el país caribeño debe resolver sus «problemas internos».
Sin embargo, esta declaración fue desmentida horas después por Lautaro Carmona, presidente del PCCh, quien afirmó que en Cuba «no hay presos por pensar distinto», evidenciando una discrepancia entre Jara y la línea más dura de su partido. (…)
Le deseamos la mayor de las derrotas a la señora Jara, aunque seguramente no aprenderá la lección ética ineludible: los derechos humanos nunca deben manipularse, y las viejas monsergas comunistas como que “Cuba es un régimen diferente”, “la culpa la tiene el bloqueo”, “cada país debe resolver a su manera sus problemas internos”, ya no tienen validez, y mucho menos credibilidad.
Marcelino Miyares, Miami, 23 de julio 2025