Marcelino Miyares: Una Bitácora cubana (LXXIV)
UNA BITÁCORA CUBANA (LXXIV)
1) La primera Bitácora del año 2022, que no se diferencia de los años anteriores en que el castrismo vuelve a ofrecer esa mezcla de mentiras y violencia que es su marca de fábrica.
Las protestas siguen, si bien no con la coordinación que tanto asustaría al régimen, como las del 19-J. Por ello, como nos destaca Yoani Sánchez, en 14ymedio, la dictadura retoma una vieja arma propagandística: el culto al líder supremo.
El problema es que este ya está muerto, y el tiempo “el implacable, el que pasó”, en palabras de Pablo Milanés, no perdona. Y el “olvido que seremos” ya está alcanzando al propio fundador de la cárcel revolucionaria. El guion litúrgico alguna vez funcionó. No más. Veamos extractos:
“Una escultura en forma de mano que sale de la tierra, un relieve de cuerpo completo, una peregrinación con su foto y la reedición de un libro con entrevistas forman parte de la nueva ola de culto a la personalidad que tiene por centro a Fidel Castro. A medida que el régimen se siente más contra las cuerdas, enarbola el fantasma de un hombre al que los cubanos han ido cuestionando y olvidando a pasos veloces en los últimos cinco años.
«¿Quién es ese, mamá?», le preguntó la hija de cinco años a una amiga que apenas enciende la televisión oficial pero que, en un desliz, sintonizó el noticiero cuando aparecía el rostro barbudo y avejentado de Castro durante un discurso de inicios de este siglo. El rechazo, la indiferencia y la desmemoria se extienden entre las generaciones más jóvenes en relación a quien aspiró a fundir su figura con el concepto de nación.
Ese distanciamiento ha sido visto con preocupación por los dirigentes actuales, a quienes en ausencia de resultados que mostrar, solo les ha quedado elevar a una dimensión mística a Castro. El hombre que promovió la destrucción de los altares religiosos, azuzó el estigma contra los escapularios y alimentó el rechazo al bautismo ahora es tratado por sus aduladores como un santo de utilería al que se saca a pasear en las procesiones políticas. (…)
Así que los propagandistas oficiales se han lanzado a una cruzada: revertir el descontento popular y ahogar los ecos de las protestas del 11 de julio a golpe de inaugurar monumentos en recuerdo de Fidel Castro o centros donde se exponen sus zapatos y repetir su nombre en cuanto discurso público se hace. Hasta le han adjudicado el impulso inicial para la creación de vacunas contra el covid-19.
Sin embargo, los tiempos difieren. Ya Castro no puede infundir terror, punto en el que se basaba lo que muchos consideraban el «don» principal de su liderazgo. No eran sus largas horas frente al micrófono –en las que terminaba diciendo y desdiciéndose–, tampoco era su figura corporal –más alta que la media de los cubanos–, ni mucho menos su supuesta sabiduría –un mito creado a partir de que hablaba atrevidamente de todo y contaba con grupos de asesores que le preparaban amplios resúmenes–. No, la influencia de Castro sobre millones de personas en esta Isla descansaba en el miedo. (…)
No, ese miedo no vuelve a golpe de pancartas y esculturas que lo recuerden. Ese miedo quedó en el pasado y el actual paroxismo que ha alcanzado el culto a la personalidad alrededor de Fidel Castro lo que provoca es burla y hastío. Sus herederos políticos están creando una red de monumentos, que no solo contradice la última voluntad de su fenecido líder, sino que está ya en la mira de la ira social.
A los pueblos les encanta bajar de los altares a los que se creyeron dignos de estar en ellos.
2) La sonrisa de Martí, es el título de un artículo escrito por Yunior García Aguilera en 14ymedio, a fines de 2021. En sus palabras:
“En estos días «festivos», muchos cubanos han manifestado su tristeza ante la represión y los cientos de presos políticos que no pudieron estar cerca de sus familias. Pero el dolor nunca debe arrebatarnos la posibilidad de la esperanza”.
Nos recuerda el autor que el intelectual mexicano Alfonso Reyes describiría a Martí como «un hijo del dolor, que no perdió nunca la sonrisa». Y esa característica martiana es asimismo privilegio de su pueblo. Porque como su pueblo, Martí fue un hombre con mucho sentido del humor, a pesar de que su vida tuviera momentos de sufrimiento. Recordemos:
“Con apenas doce años perdió a su pequeña hermana María del Pilar; y más tarde a Lolita. Debió enfrentar desde temprano la severidad de su padre. Le fue imposible mostrar indiferencia ante la esclavitud y la falta de libertad de su Patria. Sufrió prisión a los dieciséis. Marchó al exilio antes de cumplir los dieciocho. Debió soportar el resto de su vida las secuelas que le dejaron los grilletes. Padeció de una enfermedad (sarcoidosis) que lo hostigó hasta su muerte. No pudo disfrutar casi nunca de la compañía de su hijo y debió aceptar las quejas y reclamos de su familia, quienes nunca comprendieron del todo su obsesiva dedicación a la causa de la independencia”.
Y aunque en muchas ocasiones se mostró profundamente serio, a su amigo Manuel Mercado le escribiría en una ocasión dolorosa: «Yo me sonrío en todas mis tristezas», porque como acertadamente destaca el autor de la nota,
“Alguien que, en definitiva, sentía tan profundo afecto por la espiritualidad, no podía negarse el placer de reír y hacer reír a los demás”.Martí, con sus más íntimos amigos, sabía burlarse de sí mismo. Hay en sus dibujos un desenfado que apunta hacia la simpatía. Incluso en la caricatura que se hiciera, destella la comicidad. En carta a su entrañable Fermín Valdés, habla de sus orejas. Alega que la causa de que estuvieran separadas de su cara «más de lo normal» se debía a los tirones que le dieron sus maestros. Saber burlarse de uno mismo, suele ser un indicio de un saludable sentido del humor”.
No faltaron tampoco los apodos o sobrenombres. La singular oratoria del Maestro alcanzaba tonos evangélicos. Esto no solo le trajo miles de admiradores, sino también alguna que otra burla. Desde su juventud, en España, se ganó el apodo de «Cuba llora», debido a un incidente donde, luego de pronunciar aquella frase, un mapa de Cuba le cayera sobre la cabeza. El propio Martí, en carta a Rafael Serra, refiere: «Recuerdo que, en la sesión de los casinistas [tertulianos que se reunían en casinos o club], empecé un arranque en algo como Cuba llora… y desde entonces me quedó el apodo entre los cubanos madrileños».
En su obra asoman de forma repetida palabras como «reír», «chiste», «comedia», «carcajadas». Hay en su bibliografía un torrente de comentarios críticos sobre comedias que leyó o vio en escena. Aparecen regularmente en su epistolario ironías, bromas y frases que buscan arrancar sonrisas en el destinatario. Un humor negro, pocas veces visto en su literatura, brota de repente en su crónica de un viaje selvático a Guatemala.
Hay mucho aún por escribir sobre la risa de Martí, aunque solo se conserve una foto donde esboza ante la cámara una tímida mueca, rompiendo su habitual seriedad. Martí hablaría de Dickens como si se refiriera a sí mismo: «Ríe con lágrimas en los ojos; o llora con la risa en los labios». Es esa, tal vez, la mejor definición sobre el sentido del humor martiano, siempre una mezcla de angustia y alegría, o viceversa”.
3 – Carta abierta a Frei Betto O.P: «En Cuba, sí hay hambre y, además, no hay medicinas».
¿Quién es Frei Betto? Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, nació en 1944 en Belo Horizonte, Brasil, y es un fraile dominico, autor de diversos libros, entre ellos varios de temas religiosos. Luchó contra la dictadura militar brasileña, fue colaborador de una guerrilla de izquierda y estuvo preso varios años. Desde 1979 es amigo personal de Lula Da Silva. En los años ochenta empezó a asesorar a algunos gobiernos de países socialistas, como Cuba, la antigua Checoslovaquia, China, URSS, Nicaragua y Polonia. Lo fundamental es que defiende desde su juventud la llamada “teología de la liberación”, que después de su fundación hace poco más de medio siglo, ha hecho recurrente uso de categorías marxistas para analizar la realidad.
Y sacerdotes como Betto se niegan a juzgar realidades como la cubana por lo que son, sino por lo que en su particular visión utópica, “promete ser”, según la siempre fracasada utopía marxista.
Recientemente Frei Betto escribió en Granma una nota que puede leerse aquí https://www.granma.cu/cuba/2021-12-24/cuba-y-el-pan-nuestro-de-cada-dia-24-12-2021-20-12-03, y en la cual hace afirmaciones como las siguientes: “En Cuba no hay hambre”, “Cuba no solo no es un Estado terrorista, sino que incluso combate el terrorismo”. Los yanquis, por supuesto, son unos malvados, pero “Cuba resiste”. Ni una sola mención a las protestas de julio pasado.
O sea que este señor es una auténtica vergüenza ambulante.
Por ello, un sacerdote cubano, Leonardo Fernández, también seguidor de la Teología de la Liberación, le dijo unas cuantas verdades en una carta pública titulada «En Cuba, sí hay hambre y, además, no hay medicinas». Unos extractos de la misma:
Querido Hermano en Cristo, me remito a Ud para compartirle un par de ideas que nacen de mi experiencia como ciudadano cubano y brotan de mi inserción en un barrio en la periferia de la Habana:
En esta tierra hay hambre y el régimen que UD defiende mantiene en condición de prisioneros políticos a cientos de jóvenes porque el 11 de julio pidieron alimentos, medicinas y libertad. Esos jóvenes son el centro de nuestra opción evangélica hoy, en ellos se encarna Jesús el Nazareno.
III- Como seguidores de la Teología de la Liberación debemos optar siempre por los pobres, no defender estados totalitarios, pues el Evangelio nos señala que la centralidad de nuestra opción está en los relegados y no en los poderosos, como bien dice el Magníficat.
Me resulta triste que UD se ponga siempre del lado del poder y no escuche el sufrimiento de tantas madres (ya en julio ante las denuncias de tratos indignos y crueles en las cárceles cubanas, UD defendió a la gobernanza, mientras muchos de sus hermanos en la fe estábamos detenidos). (…)
Bueno Frei Betto, no sé si sabe que en Cuba a los campesinos se le pudren las cosechas debido a la burocracia y la ineficiencia gubernamental. (…)
Respecto al bendito embargo, que ya a mi generación nos dice poco, quisiera señalar: lo que impide desarrollarse a esta tierra es el bloqueo interno. Pues el discurso del embargo como fuente de todos los males me recuerda ciertas jaculatorias litúrgicas tridentinas.
Hermano Betto, ya que UD es asesor presidencial, por qué no apoya las voces de los que disienten, pues su postura solo representa a un izquierda anquilosada y dada al autoritarismo (que a muchos que nos sentimos cristianos y de izquierda poco nos representa). (…)
Frei Betto, cuándo abandonará el discurso de la victimización gubernamental para pasar al del cambio y la transformación de la realidad socioeconómica y política que lleve a la democratización de la vida del país.
Recuerde que este pueblo sufre, sea respetuoso con eso, las comparaciones no son sanas. Cuando vuelva a escribir para Granma respete el Calvario que se ha convertido nuestra vida cotidiana”.
Excelente respuesta, que se complementa perfectamente con una nota en el New York Times, de Anatoly Kurmanaev y Oscar López, titulada “Los juicios masivos en Cuba profundizan la represión”. Hace pocos días más de 60 personas fueron llevadas a juicio por su participación en las protestas nacionales del año pasado. Algunas enfrentan penas de hasta 30 años de prisión.
La terrible realidad es que esta nueva generación dirigencial revolucionaria es tan criminal como la fundadora y están presidiendo los juicios masivos más numerosos y punitivos realizados en la isla desde los primeros años de la llegada del castrismo. Leemos en la nota:
“Entre los procesados de esta semana hay al menos cinco menores de edad, algunos tan jóvenes como de 16 años. Se encuentran entre los más de 620 detenidos que han enfrentado juicio o ya tienen fecha para ser enjuiciados por unirse al mayor estallido de descontento popular contra el gobierno comunista desde que se instaló en el poder en 1959.
La severidad de los cargos forma parte de un esfuerzo concertado del gobierno para disuadir nuevas expresiones públicas de descontento, según dijeron los activistas. La represión también acabó con las esperanzas de una liberalización gradual durante el mandato del presidente Miguel Díaz-Canel quien, en 2018, remplazó al hermano de Fidel Castro, Raúl, convirtiéndose en el primer líder que gobierna Cuba sin pertenecer a la familia Castro desde 1959”. (…)
4– La tasa de mortalidad infantil en Cuba se disparó casi un 92% entre 2018 y 2021
Cuando se dice que el régimen cubano es una tiranía negadora de la dignidad y derechos de toda persona humana, uno podría llegar a pensar que incluso en el corazón de piedra de estos maestros de la violencia represiva caben excepciones, por ejemplo, los niños y las mujeres embarazadas.
Lamentablemente no es cierto. Leemos en nota publicada por 14ymedio que en 2020 fallecieron 40 embarazadas por cada 100.000 nacidos vivos, mientras el año pasado la tasa se disparó hasta las 176,6, con 175 defunciones. En términos porcentuales, el incremento es de 341,5 %.
Obviamente el Gobierno, como en tantos otros temas, le ha echado la culpa al coronavirus. Pero lo cierto es que la decadencia de la atención médica en Cuba es al parecer indetenible. Programas de salud hoy abandonados, infraestructura sanitaria colapsada.
5 – Los jóvenes cubanos no desean pertenecer al Partido Comunista ni a su organización juvenil
Es una noticia muy significativa de Orlando Freire Santana en Cubanet, de cara tanto al presente como al futuro del castrismo.
La juventud ha decidido no creer en las leyendas, que les deben sonar a fantasía y a ficción, de los “logros de la revolución”.
El “hombre nuevo” -el de verdad, no el producto de las manipulaciones ideológicas del comunismo caribeño- ha decidido ser nuevo de verdad, no tener nada que ver con una revolución anquilosada y que solo sirve a una minoría enquistada en el poder. Ni con el partido, ni con su organización juvenil.
Destaca Freire Santana que “el partido Comunista se está convirtiendo en una agrupación de viejos”. Citando una nota de Granma, “en correspondencia con las tendencias demográficas de la nación, crece la edad promedio de los militantes del Partido, en el cual el 42.6% tiene más de 55 años de edad”, “en La Habana solo existe un 7% de los militantes del Partido con edades de hasta 35 años”.
Y al gobierno le debe sin duda aterrar que los principales protagonistas del 11J fueron jóvenes.
Marcelino Miyares, 23 de enero 2022.