Una Bitácora cubana (XXXIII)
La anterior bitácora, del pasado mes de julio, la concluíamos destacando dos temas que nos parecían fundamentales, y que considerábamos debíamos tratar en la de Bitácora de este mes de agosto: la Reforma Constitucional cubana (que probablemente servirá de modelo para los trabajos que en ese sentido lleva a cabo la ilegal Asamblea Constituyente venezolana), y la pregunta sobre cómo Cuba ha podido intervenir política y militarmente a Venezuela, y ahora constitucionalmente, y que el resto de América lo esté permitiendo”. Al final, agregaremos unas consideraciones sobre el siempre presente tema de los derechos humanos.
1-Sobre el primer tema, el gobierno publicó el proyecto de constitución aprobado por la Asamblea Nacional, que se vendieron en los municipios a 1 peso (moneda nacional), anunciando las características fundamentales sobre su debate: una supuesta “democracia participativa”, donde se disfrazan de consulta las lecturas y discusiones del documento en unas 135.000 reuniones a celebrarse en centros laborales, estudiantiles, comunidades e incluso en el exterior. También podrían verse en diversas páginas web, pero con la mala situación de los servicios de internet en la Isla, solo a los burócratas con acceso especial a los medios electrónicos se le ocurriría intentarlo.
Las reuniones en centros de trabajo, estudio y en los barrios serán “dirigidas” por más de 7.600 parejas de funcionarios, seleccionados por las autoridades de cada territorio, y que recibirán preparación para realizar ese tutelaje.
Al finalizar el proceso, el 15 de noviembre, el texto tendrá que regresar a la Asamblea Nacional, que debería asentar los cambios sugeridos por la ciudadanía. La versión definitiva será sometida a referendo que se realizará el 24 de febrero de 2019.
Vamos a referirnos ahora a diversos trabajos sobre la reforma, de diversos analistas y conocedores profundos de la realidad cubana, tanto en lo jurídico como en lo social, político, económico, y en los temas de derechos humanos.
Reinaldo Escobar, en 14ymedio, ha publicado diversas notas al respecto; destacamos las siguientes opiniones del periodista:
“La Constitución consagra el matonismo político”, ya que legaliza el paramilitarismo de las Brigadas de respuesta rápida y el mitin de repudio en lugar del diálogo.”
Para Escobar, la propuesta es una trampa, edulcorada y maquillada mediante
“la aceptación del matrimonio igualitario, el reconocimiento de la propiedad privada, la desaparición de la palabra comunismo y el uso de un lenguaje contemporáneo, entre otros atractivos, que están mañosamente enganchados a un mecanismo cuyo propósito esencial es someter al ciudadano a la obediencia a un partido político”.
En lo esencial se mantiene el monopartidismo del PC, única organización política permitida; y se decreta una vez más la imposibilidad de cambio del sistema, al señalarse en el artículo 3 que “la traición a la patria es el más grave de los crímenes”, advirtiéndose asimismo que los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, “contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución”.
Toda la actividad política se realiza en un solo partido, con base en una sola y rígida ideología, y toda crítica es considerada un hecho criminal. Más de lo mismo.
Destaca además Escobar:
“El encadenamiento de estos conceptos fortalece la validez de la más extrema intolerancia. Ya la patria, a secas, no hay que defenderla solamente de una hipotética potencia extranjera. El apellido “socialista” adjudicado a la patria coloca en la trinchera enemiga a los cubanos que piensen diferente y a los cuales resulta legitimo eliminar a golpe y porrazo en una confrontación fratricida. La Constitución renuncia así a su indispensable rol de amalgamar a los cubanos bajo las normas de una convivencia consensuada”.
El blindaje se hace más impenetrable aún en el Artículo 224, ubicado bajo el título de Reforma de la Constitución, donde se agrega que los pronunciamientos sobre la irrevocabilidad del socialismo y el sistema político “en ningún caso resultan reformables”.
En otra nota suya, lamenta el periodista que la constitución, y la nueva ley electoral por aprobarse, descartan la competencia por el voto. Un hecho adicional: A diferencia de la abrumadora mayoría de los sistemas electorales que en el mundo ya permiten el voto de los ciudadanos residentes en el exterior, en Cuba seguirá siendo casi imposible:
“La nueva ley nacerá encadenada a lo que le impone la Carta Magna reformada, en la que ya se ven con bastante claridad los hilos que la atan.
La fantasía de que una nueva legislación electoral estableciera el voto directo de los ciudadanos para elegir a su Presidente quedó finalmente aniquilada en el primer inciso del artículo 104 que establece que la Asamblea Nacional del Poder Popular, en ejercicio de sus atribuciones, “elige al Presidente y Vicepresidente de la República”. Más adelante el artículo 121 precisa que el Presidente de la República “es elegido por la Asamblea Nacional del Poder Popular de entre sus diputados […] por un período de cinco años”.
Por su parte el Título IX, referido al Sistema Electoral, introduce un nuevo elemento que inhibe de sus derechos electorales a “los que no cumplan con los requisitos de permanencia en el país previstos en la ley”.
Este detalle, ausente en la Constitución actual, sí se precisaba en la ley 72 de 1992, que en su artículo 6 se refiere a que “para ejercer el derecho al sufragio se requiere la obligación de ser residente permanente en el país por un período no menor de dos años antes de las elecciones” mientras que para ser elegido el artículo 8 exige ser “residentes permanentes en el país por un periodo no menor de cinco años antes de las elecciones”.
La reforma constitucional anticipa que la próxima ley electoral seguirá negando a los cubanos residentes en el exterior no solo la posibilidad de ser elegidos sino también el derecho a votar.
En el caso particular de los más altos cargos, desde Presidente de la República hasta gobernador provincial, los artículos 122,124,138 y 171 incluyen ahora el requisito de no tener otra ciudadanía para ocupar estos puestos. Como consecuencia, las decenas de miles de cubanos que se han acogido a la nacionalidad española, más los otros miles poseedores de cualquier otra nacionalidad estarán excluidos de los timones principales del país. (…)
Obviamente no hay que hacerse ilusiones. Basta leer los artículos 3 y 5 del proyecto constitucional para afirmar que la nueva ley electoral de 2019 no asumirá el pluripartidismo ni permitirá las campañas políticas para competir por el voto. Los cubanos radicados en el exterior, opuestos al sistema en su mayoría, no tendrán presencia en las urnas. Las riendas ya están firmemente colocadas”.
Para Miriam Celaya (“Las trampas de la reforma constitucional”), el texto busca primordialmente “apuntalar y actualizar” la legitimidad del régimen, mediante las modificaciones que se proponen.
Coincide con Escobar en que se anula cualquier posibilidad de “cuestionar” el sistema político “socialista”, ilegítimamente establecido, con el Partido Comunista (único) como “fuerza dirigente y superior de la sociedad y del Estado” a la vanguardia –ahora con el epíteto de “fidelista” incorporado–, lo cual por sí mismo contradice cualquier alarde democrático de la Constitución”.
“La tercera intención consiste en retocar el marco jurídico para adecuarlo en alguna medida al lenguaje del siglo XXI y ofrecer una camaleónica respuesta a los requerimientos y críticas que en materia de derechos se han estado produciendo contra Cuba en numerosos foros de organismos internacionales.
Como era de esperarse, se mantiene el imperio legal autocrático que imposibilita a los gobernados regular, modificar o suprimir en su condición de ciudadanos los desafueros del Poder”.
“El reconocimiento a la propiedad privada, término que apenas se menciona en el texto para señalar que es una de las cinco “formas de propiedad” reconocidas en el artículo 21, es una de las flamantes novedades que se han privilegiado con la atención de los medios de información extranjeros en las últimas semanas. En este punto habría que otorgar una mención al innegable talento de la dictadura para crear suspenso, encandilar a la prensa foránea e introducir falsas expectativas de aperturas y cambios democráticos que, en la realidad, solo refuerzan el poder omnímodo de la casta gobernante”.
Para Armando Durán (“¿Se acaba en Cuba el sueño de la revolución?”, publicada en América 2.1),
“La nueva constitución extirpa de un solo plumazo la concentración absoluta del poder en las manos de un solo hombre, las de Fidel Castro desde 1959 hasta hace 10 años, y en las de su hermano Raúl desde entonces. De acuerdo con la nueva constitución, Cuba contará a partir de ahora con un primer ministro con función de presidente del Consejo de Ministros y Jefe del Gobierno, al presidente de la República se le reducen sus funciones a las de un Jefe de Estado en la versión de las monarquías y repúblicas europeas con sistema parlamentario y al presidente de la Asamblea del Poder Popular se le asigna la Presidencia del Consejo de Estado, cargo que hasta ahora también le correspondía al presidente de la República. Se trata de una radical descentralización del poder unipersonal y totalitario que han ostentado los hermanos Castro desde 1959 y de sustituirlo por una suerte de jefatura colegiada, con Raúl aún como árbitro indiscutible, pero que anticipa una organización muy distinta de la cúpula del poder en la Cuba que vendrá cuando la biología termine de hacer de las suyas”.
¿Y qué piensan los cubanos de todo esto?
Diario de Cuba publicó una encuesta de CubaData (22 preguntas a 2.287 personas de diferentes provincias entre el 4 y el 11 de junio), con la participación de un equipo de académicos de Cuba, México y Venezuela, y el apoyo de dicho medio. Un resumen:
“La mayoría de los cubanos rechaza los obstáculos del Estado a su progreso económico individual, considera que los servicios sociales que recibe (salud y educación) son entre regular y muy deficientes, y cree que no puede decir lo que piensa sin temor a represalias ni tiene suficiente acceso a internet.
Asimismo, un alto porciento de los cubanos no sabe posicionarse sobre cuestiones políticas, como el artículo de la Constitución que declara irrevocable el socialismo. Sin embargo, la mayoría cree que debe permitirse la existencia de otros partidos políticos y que la elección del presidente del país debería ser directa”.
El estudio muestra una sociedad diversa, con intensas aspiraciones pluralistas. Otros datos importantes:
“Un 53,8% cree que las empresas extranjeras presentes en la Isla deberían poder contratar trabajadores cubanos de forma directa e independiente del Estado. Solo un 9,4% entiende que el procedimiento debe ser realizado únicamente a través de la Agencia Empleadora estatal y el resto opina que puede ser de las dos maneras”.
“Por otra parte, hay un rechazo contundente (del 90%) a que el Gobierno mantenga el monopolio de la importación y la exportación de productos. Un 63,2% se inclina por que tanto el Estado como los ciudadanos puedan hacerlo en igualdad de condiciones, y solo un 10% por que el Estado controle esas operaciones en solitario.
Un 87,6% cree que los cubanos profesionales deberían poder establecer negocios y empresas dentro de sus profesiones, y un 77,1% está a favor de que se elimine la dualidad monetaria.
En el ámbito de los servicios sociales, hay una percepción generalizada de deterioro y confesiones que ponen en duda la “gratuidad”.
Un 62,9% piensa que la salud pública cubana no es buena, calificándola de “regular” (33,3%), “deficiente” (18,9%) y “muy deficiente” (10,7%), mientras un 61,7% admite que ha tenido que pagar o hacer regalos al menos una vez a un médico para ser atendido o para acceder a una consulta con mayor rapidez.
En cuanto a la educación, un 64,7% cuestiona su calidad. De ellos, el 35,4% opina que es “regular”, el 18,6% dice que es “deficiente” y el 10,7% “muy deficiente”.
En el ámbito de la libertad de expresión e información, el estudio muestra la desconfianza de la mayoría de los entrevistados hacia lo que publica la prensa oficial y la percepción de restricción de la libertad de opinión.
Un 57% no cree que los medios estatales reflejen fielmente la realidad y un 58,9% descarta que muestren la diversidad de opiniones presente en la sociedad.
Además, un 65,6% no cree que los cubanos puedan decir lo que piensan en lugares públicos, foros o medios de comunicación sin temor a represalias, y un 84,4% opina que los habitantes de la Isla no tienen suficiente acceso a internet.
En cuanto al futuro bajo el Gobierno de Miguel Díaz-Canel, los encuestados muestran una opinión pesimista. Un 46% opina que el mandatario tiene pocas posibilidades de lograr cambios. Un 40% cree que las condiciones en Cuba se mantendrán iguales y un 20% que la situación empeorará. Un minoritario 23,8% piensa que el país puede experimentar una mejoría leve.
El estudio revela “una sociedad que demanda más espacio para la iniciativa privada, una revisión de la política social vigente y un cierre de la brecha entre las dinámicas expectativas personales y la rígida agenda estatal”, señalaron los expertos en su análisis de los resultados. (…)
Destacaron “los nexos entre las demandas de reforma económica y cambios políticos”, y “las disímiles expectativas existentes” acerca de las capacidades de Miguel Díaz-Canel “para encauzar la nación por rutas impostergables de desarrollo sostenible e incluyente”.
2- Cómo Cuba ha podido intervenir política y militarmente a Venezuela, y ahora constitucionalmente, y que el resto de América lo esté permitiendo:
Sobre este punto, Marcos Villasmil acaba de publicar una nota en América 2.1 “Venezuela y Cuba: una simbiosis totalitaria”, de la cual extraemos estas consideraciones:
¿Qué tienen en común ambos regímenes de gobierno?
–La legitimidad fundamental de sus fundadores no fue jurídico-positiva, sino carismática. Fidel y Chávez crecieron en poder destruyendo instituciones, persiguiendo rivales; han sido caudillos de hipócrita exaltación beata, unos símbolos totalitarios que absorben, ahogan y controlan todo y a todos.
-La palabra clave es control: de las instituciones del Estado, de la economía y finanzas, de la educación, de los medios de comunicación, de la tecnología. Todo ello se sella con un paulatino retraso en todas las áreas si se comparan con el exterior. Solo evolucionan las formas de control.
-El pasado y el futuro se manipulan a gusto; se vive en un eterno presente de decadencia, de sobrevivencia. (…)
-Ambos han confiado en el poder militar, como protector y garante de un “socialismo cuartelero”. Las Fuerzas Armadas no son solo instrumentos de represión y dominación, sino de negocios.
-Los dos gobiernos son egregios violadores de los derechos de la persona humana. La represión, persecución y castigo a los críticos y disidentes es permanente. Si es necesario, se ataca y se agrede a la población civil. Como dice Shakespeare de Ricardo III, los líderes del castro-chavismo son “un amasijo de negras deformidades”.
-En los dos países se desarrolla una estrategia económica centrada en la progresiva destrucción de la iniciativa privada, o en todo caso, su reducción, control y vigilancia por una inmensa burocracia estatal.
-En Cuba y en Venezuela se ofrece un contrato social paternalista, donde la soberanía ciudadana cede paso (en el caso venezolano ello está claramente presente en las llamadas misiones sociales o en el llamado carnet de la patria) y se entrega, junto con sus derechos políticos, sociales y económicos, a cambio de ciertas cuotas de supervivencia material. El ciudadano, para los Castro, Chávez y sus seguidores, debe convertirse en vasallo.
Por ello, asimismo promueven “sociedades que se vacían”, sociedades de emigrantes. Los mayores atrapados en sus recuerdos, y los jóvenes, con la sola memoria del régimen, huyendo a buscar una vida realmente esperanzadora en el exterior.
-Ambos gobiernos centran su política exterior en supuestas amenazas externas y en alianzas con toda clase de autoritarismos. En su aislamiento, ven enemigos y amenazas en todas partes. Son regímenes paranoicos. Sin embargo, manipulan con eficacia los organismos internacionales, multinacionales y regionales, en especial en las áreas que les interesan más, como los derechos humanos. Allí, de verdugos, buscan transformarse en víctimas de oscuras fuerzas conspiradoras exteriores.
-Son regímenes trágicos, en tanto en cuanto sus periódicas crisis no pueden solucionarse por sí mismas, y los liderazgos no desean que se solucionen.
-La batalla por el futuro de Venezuela también se libra en Cuba, la batalla por la liberación de Cuba se decide también en Venezuela. (…)
-Por último, en Cuba y Venezuela se ha buscado hacer una amalgama unitaria de los conceptos de patria, Estado, gobierno, líder, ejército, pueblo. Se intenta identificar cultura con ideología y la nación con un jefe único y supremo. Nada de democracia, sino una muy militarizada monarquía hereditaria”.
A medida que pasan los tiempos, y la tragedia venezolana, convertida en una crisis humanitaria que está impactando ya a toda América Latina, alcanza más resonancia, las democracias más importantes del mundo están claramente dando su apoyo a la lucha por el retorno a la democracia en ese país hermano. Ojalá y pronto entiendan que la tragedia venezolana está vinculada por razones de todo tipo con la tragedia cubana. Y actúen en consecuencia. Son demasiadas décadas en las cuales el régimen castrista es tratado con benevolencia, con olvido de sus graves fallas, por parte de la comunidad internacional.
3- En material de derechos humanos, queremos darle nuestra mayor solidaridad a José Daniel Ferrer, destacado líder opositor, miembro del Grupo de los 75 y fundador y líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU)— quien está siendo sometido a una vil persecución judicial a raíz de un accidente de tránsito que se quiere hacer pasar por un intento de asesinato. Como destaca René Gómez Manzano, hay una “total incongruencia entre los supuestos hechos y las consecuencias jurídicas que se extraen de ellos”.
Ello coincide con una declaración reciente de Amnistía Internacional, y que fuera reseñada por Cubanet, según la cual “Díaz-Canel no ha desmantelado la maquinaria represiva”.
Y por los caminos que lleva la reforma constitucional, lamentablemente no vemos incentivos ni deseos para hacerlo.
Marcelino Miyares, Miami, 23 de agosto de 2018