Marcos Villasmil: Alacranes viejos con aguijones nuevos
Ahora que está de moda de nuevo citar al Quijote -gracias infinitas, maestro Cadenas- una nota reciente en El País (Madrid) me hizo recordar esta frase de nuestro héroe cervantino: “El crédito debe darse a las obras no a las palabras”.
Pues resulta que reunidos en la capital hispana se encontraban hace poco Antonio Ecarri, Timoteo Zambrano y Luis Augusto Romero, donde anunciaron la construcción de una nueva plataforma opositora denominada: “Pacto Independiente por el Cambio Popular”. Coalición que postulará a su propio candidato presidencial en el 2024.
Oposición a quién, o a qué, puede preguntarse cualquier lector más o menos avisado; porque lo que sí es seguro es que oponerse a la dictadura chavista no es el objetivo fundamental.
Sigue la nota informando que los líderes de los partidos Lápiz, Cambiemos y Avanzada Progresista sostienen una gira por Europa, y su primera parada la hicieron en Madrid; allí sostuvieron una reunión con el Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno Español y con el Secretario de Estado para Iberoamérica, donde hablaron sobre las posturas políticas del nuevo bloque, que sin haber empezado ya se jacta de poseer amistades muy bien ubicadas, así sea en el llamado por algunos gobierno Frankenstein que está haciendo todo lo posible por desdibujar el paisaje democrático y constitucional hispano.
Aunque las notas publicadas en internet usualmente no transmiten olor, en este caso, eso de que la “gira informativa” del nuevo aquelarre criollo arranque en los escenarios madrileños de Pedro Sánchez y Podemos posee la nauseabunda fetidez de todas las obras del señor Rodríguez Zapatero.
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Ecarri informó que “esta nueva plataforma busca despolarizar al país y alejarlo del radicalismo. La misma estará conformada por distintos sectores disidentes del chavismo y de la oposición tradicional, como también de otros sectores que hacen vida activa en el país”.
Estamos de acuerdo en que estos señores son disidentes, pero de toda obra decente, de una política con visos éticos, de un mínimo de respeto por la tragedia venezolana. Ellos han sido por años agentes estelares de la ya conocida maniobra chavista de dividir la oposición por vía de crear representantes y comisionados cuyas palabras anuncian oposición cuando en verdad sus obras denuncian perennes contubernios con la tiranía.
O sea que su vocación ha sido clara: contribuir como se pueda a mantener a la oposición en su acostumbrada “situación de vulnerabilidad”. Ayudar al régimen, se entiende, por si acaso las propias (in)acciones opositoras no son suficientes; colaborar en aquello que signifique disminuir la moral y esperanza colectivas. En suma, todos unos artistas de la villanía.
Esta nueva alianza política tiene previsto hacer su lanzamiento formal en el mes de julio. Mientras tanto, la gira europea siguió después de su fiesta promocional madrileña. Hecho curioso: afirman oponerse al régimen, incluso que postularán candidato presidencial, pero no inician su gira política en Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Barcelona, Cumaná o incluso en Caracas, sino en las mucho más cómodas tierras europeas.
Nos preguntamos algunos, sin querer queriendo ¿cómo se financian estas giras? Es obvio que incluso un viajecito por tierra en la convulsa Venezuela cuesta unos muy inflacionarios cobres; estos “opositores” se dan el lujo de hacer giras promocionales que cuestan miles de dólares…
Debe recordarse, en todo caso, que estos señores son viejos practicantes del llamado “alacranismo”, con las ventajosas consecuencias económicas de ello (¿cómo olvidar ese video donde se veía a uno de los proto-alacranes contando abundantes billetes de los verdes en un baño madrileño, rodeado de bolsas y paquetes de prestigiosas tiendas de esa ciudad?). Y es que están muy bien entrenados en las artes de aparentar lo que no son, en este caso, críticos verdaderos de la dictadura.
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“Hacer el bien a los villanos es como echar agua en el mar” (otro dicho del Quijote). Siempre he pensado que una de las equivocaciones del interinato del hoy denostado, verbalmente apedreado e insultado Juan Guaidó (con un alto grado de injusticia, como si las culpas del fracaso opositor en el “cese a la usurpación” las tuviera él solito), fue no hacer una especie de “recenso opositor”, un borrón y cuenta nueva dentro de las ya turbias aguas opositoras, porque es evidente desde hace varios, demasiados años que en la oposición no son todos los que están ni están todos los que son.
Quizá así, si se hubieran desinfectado las odres del vino opositor no se habría dado el vergonzoso espectáculo de fines del 2022 cuando los integrantes del llamado G-3 violaron escandalosamente la constitución, acabaron con el interinato y destituyeron al propio Guaidó. Caro pagó el guaireño no haberse dado cuenta de que a los alacranes los tenía incluso en entornos políticos más cercanos.
Mientras los alacranes siguieron en gira buscando apoyos y seguidores en Madrid, París, Roma o Bruselas, aprovecharon sin duda este tiempo para potenciar sus aguijones, que los próximos meses son cruciales para sus objetivos.
Veteranos servidores de la satrapía, viejos arácnidos de mil batallas, traen a Venezuela aguijones nuevos, y seguramente más filosos.