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Villasmil: Humanismo Cristiano y cambio climático

EL CAMBIO CLIMÁTICO DESDE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

 

En estos días en que se recuerdan los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, para poner fin a la sangrienta Segunda Guerra Mundial, ejemplo perenne del terrible efecto que la acción humana puede hacer sobre el planeta, hay un tema que, como nunca, debe preocuparnos a todos los seres humanos: el cambio climático. Las cifras sobre el cambio climático son cada vez más alarmantes y reflejan una aceleración de sus impactos.

Comencemos por presentar algunas de las más preocupantes, basadas en los últimos informes y datos disponibles, incluyendo los del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) y otras fuentes confiables:

La temperatura media global ya ha aumentado alrededor de 1.1 a 1.28 °C por encima de los niveles preindustriales (1850-1900). Se ha reportado que, en los últimos 10 años (2015-2024), la temperatura media mundial subió 1.24 °C más que en la era preindustrial.

En 2024, la temperatura media diaria del planeta cruzó el límite simbólico de 1.5 °C.

Proyecciones futuras: Si continuamos con el ritmo actual de emisiones, se espera que el aumento de la temperatura media global alcance o supere los 1.5°C en las próximas décadas, y podría llegar a 2.8°C para finales de siglo, con graves consecuencias.

Concentración de Gases de Efecto Invernadero (GEI): La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera alcanzó 430.6 partes por millón (ppm) en marzo de 2025. Estos niveles son los más altos en más de 3 millones de años, muy por encima del nivel preindustrial de 278 ppm.

El contenido de calor oceánico alcanzó en 2024 su nivel más alto en los 65 años de registros observacionales. El ritmo de calentamiento de los océanos en las dos últimas décadas (2005-2024) es más del doble que en el período 1960-2005.

Aumento del nivel del mar: Desde 1880, el nivel medio global del mar ha aumentado entre 21 y 24 centímetros. En los últimos 30 años, ha subido unos 10 centímetros, lo que indica una aceleración.

Los episodios de calor extremo, que solían ocurrir una vez cada 10 años, ahora ocurren 2.8 veces cada 10 años.

Sequías e inundaciones: Se proyectan más sequías y olas de calor, así como un aumento en la frecuencia e intensidad de eventos de precipitación intensa en algunas regiones.

Incendios forestales: El riesgo de incendios forestales se ha incrementado significativamente en muchas regiones debido a las condiciones más cálidas y secas.

Especies en peligro: Se estima que hasta un millón de especies están amenazadas de extinción, muchas de ellas en cuestión de décadas, debido a la pérdida de hábitat, la contaminación y, de manera creciente, el cambio climático.

Numerosas especies, como los corales (fundamentales para los ecosistemas marinos), han sufrido colapsos poblacionales significativos debido a las olas de calor marinas y la acidificación.

Pérdida de hielo polar: La capa de hielo de la Antártida perdió un promedio de 109 Gt de hielo por año entre 1979 y 2022. El hielo marino antártico alcanzó su segundo mínimo histórico en 2024, y el Ártico también muestra una reducción constante en su extensión mínima.

Estos datos subrayan la urgencia de tomar medidas drásticas y coordinadas a nivel global para reducir las emisiones y adaptarnos a los impactos inevitables del cambio climático.

Pero hay muchos decisores políticos, y poderosos jefes de industria, que se niegan a aceptar la amenaza que ya está presente para la vida -no solo la humana- en el planeta.

 

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El Humanismo Cristiano ofrece una perspectiva profunda sobre el cambio climático, enraizada en la teología de la creación, la dignidad humana y la ética de la responsabilidad, destacando la centralidad del ser humano, en el contexto de su relación con Dios, con el prójimo y con la creación.

A continuación, se mencionan los pilares del Humanismo Cristiano y su relación con la crisis climática:

El Humanismo Cristiano se basa en la creencia de que Dios es el creador de todo el universo y que la naturaleza es un don divino. Esta visión se diferencia de un antropocentrismo radical que vería la tierra únicamente como un recurso para la explotación humana. En cambio, se promueve el concepto de mayordomía (stewardship), donde el ser humano es llamado a cuidar y cultivar la creación.

La interpretación cristiana del «dominio» sobre la tierra (Génesis 1:28) no implica un derecho absoluto a la explotación, sino una responsabilidad de administrarla con sabiduría y respeto.

La Tierra como «Casa Común»: La Iglesia Católica, a través de la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco, ha enfatizado la noción de la Tierra como nuestra «Casa Común», un bien colectivo que debe ser protegido para las generaciones presentes y futuras.

 

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Desde la perspectiva del Humanismo Cristiano, el cambio climático no es solo un problema científico o económico; es fundamentalmente un problema moral y social.

El cambio climático afecta desproporcionadamente a las comunidades más pobres y vulnerables, que suelen ser las menos responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. La teología cristiana aboga por la justicia y la solidaridad con los marginados, lo que requiere abordar las raíces del cambio climático y sus consecuencias sociales.

El cuidado de la naturaleza y el cuidado de los pobres son dos aspectos de la misma responsabilidad moral.

El Humanismo Cristiano llama a una conversión ecológica, un cambio en la forma en que los individuos y las sociedades se relacionan con el medio ambiente. La conversión ecológica requiere acciones a nivel comunitario y político.

 El Humanismo Cristiano no ve un conflicto entre la ciencia y la fe. Por el contrario, se valora el conocimiento científico como una herramienta para comprender la creación de Dios y abordar los desafíos ambientales.

En resumen, el Humanismo Cristiano aborda el cambio climático desde una profunda convicción de la interconexión de toda la creación y la responsabilidad moral de la humanidad como cuidadora de la «Casa Común». Esta perspectiva no solo exige una respuesta pragmática a la crisis ambiental, sino también una transformación espiritual y ética en la relación del ser humano con el planeta.

 

 

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