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María Corina

Su lucha es por los otros, no por ella, y por eso no duda en poner en riesgo su vida. “Hoy el bravo pueblo demostró cómo se vence el miedo. Nunca me he sentido tan orgullosa de ser venezolana”, dijo María Corina.

   María Corina Machado

Soy un lector empedernido de biografías y de historia. Como periodista y miembro de una familia de periodistas, desde pequeño seguí las noticias y a los líderes que, para bien o para mal, actuaban para crear hechos que aparecían en los diarios como noticias. En mi vida de periodista, de vicepresidente y de embajador conocí muchos líderes buenos, regulares y malos, que dejaron rastro para bien algunos, para mal otros y ningún rastro la mayoría.

De muchos solo conozco lo que he leído o visto en documentales. Isabel la Católica, la mujer más importante de la historia, que unificó España, descubrió América y dejó 400 millones de hispanoparlantes. Margaret Thatcher, quien recibió un país en ruinas y lo devolvió a su grandeza. La televisión, los periódicos, la radio –el mundo análogo–, además de los libros, me permitieron conocer su importancia. Igual me pasó con ese otro grande del siglo XX, Nelson Mandela, quien desde la cárcel acabó con el apartheid y siempre fue un ejemplo de sensatez y concordia. Mahatma Gandhi, de quien leí, escuché y vi todo lo que pude, pues su ejemplo como líder que desde el pacifismo logró la independencia de la India lo hizo uno de los más grandes líderes del siglo XX.

Sí, viví y sentí en carne propia el inmenso carisma de Hugo Chávez, al tiempo que vi cómo destruía sin compasión un país riquísimo y acababa con la libertad y la democracia. Me tocó escuchar a Fidel Castro hablar sin parar de su historia y sus logros, que al salir del recinto se venían abajo al ver la pobreza y la prostitución masiva en la isla. La soberbia de Lula la sentí en cada reunión a la que asistí, ni hablar de su canciller de entonces, Celso Amorim, y claro, en mi país estuve muy cerca de casi todos los presidentes desde que tengo uso de razón.

Líderes que muestran quiénes y qué son cuando ejercen. La soberbia inigualable de Gustavo Petro que hoy sufrimos. La puñalada trapera de Juan Manuel Santos, que con una sonrisa te asesina sin compasión. La decencia de Julio César Turbay, y la genialidad y frialdad política de Alfonso López. Ni hablar de Álvaro Uribe, de quien fui su vicepresidente, un líder increíble que transformó a Colombia en ocho años de Gobierno, y de recibir un país fallido, lo dejó como la joya de la corona, con un gran respeto a la institucionalidad, a la libertad y a la democracia. Una lección que me dejó: siempre entregó los éxitos de su Gobierno a los otros, como la operación Jaque, y siempre asumió como suyos los fracasos, como la fallida operación de rescate del gobernador de Antioquia y otros rehenes en la que casi todos murieron.

Toda esta historia la traigo a colación porque en pleno siglo XXI, a través de redes sociales, pero también de medios análogos, de libros y periódicos, estamos viviendo en vivo y en directo a una líder que sin duda está a la altura de los grandes del mundo. Lo que María Corina Machado ha hecho en Venezuela, lo que ella ha liderado contra la dictadura mafiosa, misógina y bárbara de Nicolás Maduro, lo que representa como mujer y como líder, nunca lo había visto y mucho menos vivido como tanta cercanía.

Esa imagen de ella encima de un vehículo sola, sin un escolta, rodeada de miles de ciudadanos que la miran con ilusión y esperanza, pero a la vez perseguida por los matones de la mafia de Nicolás Maduro, me hizo llorar. Estaba viendo un hecho histórico que se congelaba en una imagen para la historia como la de los soldados americanos colocando la bandera en Okinawa o la del hombre enfrentado a un tanque en la plaza de Tiananmen.

Es muy difícil que en este mundo egoísta podamos vivir un momento de tanta generosidad y desprendimiento como este. El riesgo, que luego se concretó cuando fue secuestrada, no le importó. Solo le importaba y le importa la libertad de Venezuela. Así lo ha dicho, su lucha es por los otros, no por ella y por eso no duda en poner en riesgo su vida. “Hoy el bravo pueblo demostró cómo se vence el miedo. Nunca me he sentido tan orgullosa de ser venezolana”, dijo.

Esta imagen, sin duda, estará conmigo toda la vida, pues pone en perspectiva las dificultades del ser humano y cada uno de nuestros problemas. Esta imagen, que ya tengo impresa en mi alma, siempre me va a dar fuerza para enfrentar los momentos más difíciles que de aquí en adelante tenga. Gracias, María Corina.

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