María Corina Machado: El nuevo despertar de Venezuela
CARACAS – Venezuela está en la antesala de una profunda transformación. Un movimiento popular organizado se está movilizando para destituir al presidente Nicolás Maduro por medios legales e institucionales. Me honra ayudar a impulsar este esfuerzo por restablecer la democracia de mi país, junto a una coalición diversa de ciudadanos, profesionales y líderes políticos y sociales.
No hay nadie en el mundo que desconozca el espectacular colapso económico de mi país. Años de crecimiento negativo bajo el gobierno de Maduro han resultado en una pobreza pasmosa y en una migración masiva. Las estimaciones sugieren que casi el 25% de la población se ha ido del país desde 2015. Nadie, sinceramente, cree que la recuperación económica sea posible bajo este régimen corrupto, dictatorial y criminal que ha estado en el poder durante los últimos 25 años.
Hace veinticinco años, Venezuela era el país más rico de América Latina; hoy es uno de los más pobres del hemisferio occidental. De 2012 a 2022, el PIB se desplomó en un sorprendente 75%, sin señales de tocar fondo. El bolívar, la moneda nacional de Venezuela, ha experimentado una depreciación sin precedentes, lo que ha resultado en una hiperinflación que recuerda a la República de Weimar en la década de 1920, Zimbabwe bajo Robert Mugabe en 2008 y Hungría y Grecia después de la Segunda Guerra Mundial.
Como resultado de la mala gestión económica de Maduro, el sistema de salud de Venezuela está en ruinas, y más del 60% de los hospitales carecen de agua potable. Nuestro sistema educativo se está desmoronando: los maestros ganan un promedio de 20 dólares al mes y los estudiantes de las escuelas públicas asisten a clases sólo dos días a la semana.
Esta sombría realidad es resultado directo del “socialismo del siglo XXI” introducido por el predecesor de Maduro, el fallecido Hugo Chávez. El régimen que creó Chávez depende para su supervivencia de prácticas depredadoras y parasitarias y, por lo tanto, ha hecho todo lo posible para proteger su control del poder, por ejemplo, tomando el control del poder judicial y silenciando a los medios independientes.
Bajo el liderazgo de Maduro, el régimen ha expropiado y arruinado empresas prósperas, eliminado empleos bien remunerados en el sector privado, ampliado la burocracia gubernamental, arruinado a la petrolera estatal PDVSA y aumentado imprudentemente el gasto público, provocando que la deuda nacional se dispare. a más del 200% del PIB . Los enormes ingresos petroleros del país, que ascendieron a más de 1 billón de dólares entre 1999 y 2019, han sido despilfarrados o robados.
Para agravar los desafíos de Venezuela, tanto Chávez como Maduro cultivaron vínculos con países como Rusia, Irán, China y Cuba, cuyos intereses geopolíticos chocan con los de las democracias liberales occidentales. Estos países tienen poco que ofrecer en términos económicos, salvo su deseo de comprar petróleo a precios reducidos. Además, el régimen se ha distanciado de los vecinos de Venezuela al alinearse con los cárteles de la droga y los grupos guerrilleros colombianos. Los grupos terroristas islámicos también se han afianzado en Venezuela, aparentemente con la aprobación tácita del gobierno.
Durante mucho tiempo, los venezolanos se sintieron abrumados por la brutalidad del régimen y la lucha diaria por mantener a sus familias. Pero la actual ola de protestas públicas representa una oportunidad sin precedentes. Las encuestas muestran consistentemente que los venezolanos se encuentran entre los más fervientes partidarios de la democracia en América Latina. Incapaz de reactivar la economía o ganar apoyo popular, el autoritarismo de Maduro se encuentra en un terreno cada vez más inestable.
El cambio podría llegar antes de lo que muchos creen. Ante los fracasos políticos y económicos del chavismo, los venezolanos han puesto sus miras en un camino ambicioso –constitucional, pacífico y electoral– hacia la libertad y la prosperidad. El 22 de octubre, una elección primaria me eligió como candidato presidencial de la oposición. A pesar de los esfuerzos del régimen por perturbar el proceso, nosotros en la oposición estamos decididos a que se elija un liderazgo unificado y legítimo.
Un líder creíble con apoyo popular comprobado estaría posicionado para cultivar una colaboración efectiva con la comunidad internacional, creando incentivos para que todos los actores clave apoyen la transición democrática de Venezuela. Este cambio inclinaría el equilibrio de poder, obligando al régimen de Maduro a entablar un diálogo constructivo y pragmático.
Si las elecciones presidenciales, previstas para finales de 2024 según la constitución venezolana, se celebraran hoy, lo más probable es que derrotaría a Maduro de forma aplastante. Por esta razón, Maduro me prohibió de manera ilegal y arbitraria ejercer cargos públicos durante 15 años. Pero esta decisión sólo refuerza el apoyo a mi causa.
Nuestra defensa de una vía electoral hacia el poder no es ingenua. Somos muy conscientes de que las condiciones actuales en Venezuela no permiten elecciones libres y justas. Para ello, deben cumplirse varias condiciones, la más apremiante es la revocación de las prohibiciones impuestas a mí y a otros líderes de la oposición. De manera similar, se reconoce ampliamente que la liberación de prisioneros políticos y militares es un requisito previo. Pero identificar la combinación adecuada de incentivos y garantías es esencial para persuadir al régimen a cumplir estas condiciones.
Creemos firmemente que una democratización ordenada es más factible que nunca y estamos decididos a aprovechar al máximo esta oportunidad única. Al optimizar el uso de nuestras reservas de hidrocarburos, convertirnos en un proveedor confiable y competitivo y aprovechar nuestro vasto potencial para la producción hidroeléctrica, eólica, solar y de hidrógeno, Venezuela podría emerger como el principal centro energético de América.
Si prevalecemos, nuestro objetivo es establecer a Venezuela como un aliado confiable de las democracias liberales occidentales y persuadir a los millones de venezolanos que han huido a regresar a sus hogares. Se necesitan sus habilidades, conocimientos y experiencia para catalizar la reconstrucción de nuestro gran país.
Insto a la comunidad internacional a brindar a los venezolanos el apoyo que necesitan. No cejaremos en nuestro empeño por lograr una transición democrática; la victoria está a nuestro alcance.