María José Solano: «El desconocimiento que tenemos de lo nuestro nos limita las fronteras»
La periodista sevillana publica su primer libro, 'Jerez', una guía de viaje que es en realidad un paseo por la ciudad del aire amarillo
María José Solano es columnista de ABC, cofundadora de ‘Zenda’, historiadora con arte y viajera de veinte mil leguas de viaje y mil destinos. Por eso, en vez de un bolso, se cuelga al hombro cada mañana al salir de casa la bolsa del casco de un piloto americano con el pasaporte y lo básico -que son media docena de libros en su caso- por si tiene que echar a volar.
Publica su primer libro —’Jerez‘— con la editorial Tintablanca dentro de la colección ‘Travesías’ e ilustrado por el pintor sevillano Miki Leal. El libro es un paseo por la ciudad gaditana del aire amarillo, que como bien explica la autora «debía ejercitarme en la tarea de extraer con palabras el aire dorado de las botas de vino y mezclarlo con el aire amarillo de albero, de piedra, de tierra albariza, de uva, de piel gitana, clavándolo en el cielo de Jerez para así poder decir un día lo que Lorca dijo: ‘Cuando yo me muera, enterradme en una veleta’».
-En pleno siglo XXI, existiendo Google Maps, ¿por qué alguien se preocupa todavía por escribir una guía de viaje?
-Porque yo quería escribir una guía sentimental, así que no es exactamente una guía de viajes. Es una mirada sobre una ciudad, una mirada emocionada sobre un lugar. Para los datos ya está internet, pero para los sentimientos que despiertan ciertos lugares nuevos quizás hay algunas palabras o algunos textos que ayudan.
-¿Por qué posó la mirada en Jerez precisamente una viajera experimentada como usted?
-Fue un encargo en realidad. Al editor le pareció que mi forma de escribir, me lo dijo así, encajaba con la idea. El pensó que tal vez a través de mi escritura fuese capaz de interpretar un Jerez diferente al que se había escrito… Jerez está escrito y muy bien escrito. Hay muchos historiadores, hay incluso una Academia de Historiadores de Jerez. Es una ciudad con mucha investigación, publicaciones y literatura, pero Manuel Mateo entendió que quizás esa manera mía apasionada de mirar las cosas y de escribir podían arrojar una especie de luz distinta.
-¿Cómo se cartografía sentimentalmente una ciudad?
-Escribiendo desde el asombro, como si nunca hubieses estado allí; al menos yo lo hice así. Soy andaluza, soy sevillana y tengo muchos recuerdos de amigos, de pasar días y visitarla y verla y comerla, pero nunca había ido con la intención de escribir. Así que me documenté, leí todo lo que cayó en mis manos. Como de costumbre me recorrí todas las librerías que encontré abiertas, compré libros, todos los que pude y con toda esa información que alimentó los huecos que yo desconocía o había olvidado, lo filtré a través de la emoción. O al menos traté de hacerlo.
-Jerez, para los que no hayan estado nunca.
-Es muy Andalucía. Jerez en una primera impresión es el tópico de Jerez. Por eso yo me tuve que deshacer de ese tópico para tratar de construir mi impresión. Pero supongo que al final es una mezcla de conocimiento histórico-artístico y de asombro, vivencias, emoción. Mi impresión es lo racional del conocimiento y lo emocional de la epidermis de la ciudad. No quería profundizar, eso ya se ha hecho y muy bien. Esto es una lectura breve, no es una guía. Es la belleza de alguien que te cuenta cosas al oído.
-El catálogo de la editorial está formado por libros donde se enhebran la literatura y las pinturas. Jerez es una ciudad que se presta, tal vez más que otros destinos de los que se habían publicado en la colección, a ser contada en palabras e ilustraciones.
-Mi forma de tratar de plasmar la emoción y el asombro creo que combina muy bien con la forma de ilustrar de Miki Leal. Él ilustra también desde un lenguaje de la abstracción. Entonces su mirada abstracta y muy personal es muy palpable. A él le interesa el color, los perfiles, las nebulosas, lo que no se retrata, lo que se construye, no lo que se reproduce. Por eso él ha construido su Jerez y yo el mío. Son dos construcciones: la plástica y la literaria.
-En ese oficio suyo de andar y ver —y escribirlo—, tras destinos tan señalados como Grecia, Londres o Buenos Aires, Jerez parece una esquina pequeña del mapa.
-Pero es que Jerez se mira con el vértigo de descubrir que es tan grande como su propia historia. Es pequeña porque el desconocimiento que tenemos muchas veces de lo nuestro nos limita las fronteras, pero Jerez no tiene apellido.
-¿Qué fue primero, la palabra o la pintura?
-Miki Leal ilustró mi texto, aunque él conoce Jerez tan bien como yo o mejor. Pero el viaje lo hicimos por separado, por eso te decía que eran dos ciudades diferentes. Dos constructos, dos urbes imaginadas o soñadas o sentidas. Yo he escrito como miro cuando viajo, trayéndome el pasado al presente, porque soy así. Como esos libros para niños que ponen la fotografía del estado actual de un edificio y encima la plantilla de cómo era antes, pues yo miro el mundo exactamente así.
-¿Y qué ha descubierto entre ese pasado?
-Me he encontrado la confirmación de algo que vertebra mis textos y mis lecturas: que lo moderno es lo olvidado.