CulturaHistoriaLibrosLiteratura y Lengua

María José Solano: El Día del Libro y la casa de Cervantes

Cada 23 de abril sonrío pensando que, dentro de la gran injusticia de un Cervantes sin casa en Madrid, pueda caber también una pequeña justicia poética

                                                                      Miguel de Cervantes

 

 

¿Imaginan que, en vez de una tienda de calzado, como la que hay en la planta baja, se reconstruyera la vivienda madrileña de Cervantes como merecido homenaje de 23 de abril? Que quede claro que los dueños de la zapatería no tienen nada que ver con esto. El crimen cultural se perpetró hace dos siglos, cuando el dueño de la casa original derribó el edificio por completo para hacer el actual bloque de viviendas. Con dos plantas, ocupaba exactamente el espacio en el que está hoy la tienda de zapatos llamada ‘El Pie de Oro’.

El suceso no pasó del todo desapercibido entonces, y al menos alguien alzó una voz: fue el académico Ramón de Mesonero Romanos, que a punto estuvo de conseguir su propósito, pues la queja llegó a las más altas esferas.

Aquel lejano 23 de abril de 1833, en el momento en que se procedía al derribo de la casa, nuestro incansable Ramón escribió en el único periódico literario de la época un artículo en memoria de Cervantes haciendo referencia al grave suceso. Dicho lamento llamó la atención del rey Fernando VII, quien propuso que se suspendieran las obras para que el Estado comprase el inmueble.

 

El suceso no pasó del todo desapercibido entonces, y al menos alguien alzó una voz: fue el académico Ramón de Mesonero Romanos

 

Pero el propietario no cedió de ninguna manera y el derribo se llevó a cabo. Una vez terminada la nueva construcción —cuya entrada ya no estaría por la calle del León sino por la de Francos, igual que la casa de Lope— se puso en la fachada un relieve con el busto de Miguel de Cervantes acompañado de una inscripción rememorando su estancia y muerte en aquel lugar. Asimismo, se cambió el nombre de la calle de Francos por el de calle de Cervantes, prevaleciendo hasta hoy.

El cambio de nomenclatura afectó a la Casa Museo de Lope de Vega, que pasó a estar situada en la «calle de Cervantes». Y así es como tiene que sufrirlo el viejo Fénix cada vez que su fantasma decide salir a pasear por el Barrio de las Letras. Cada 23 de abril sonrío pensando que, dentro de la gran injusticia de un Cervantes sin casa en Madrid, pueda caber también una pequeña justicia poética: la del orgulloso perro del hortelano teniendo que soportar al único hombre que le hizo sombra, para toda la eternidad.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba