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Maxim Ross: Esta era, esta época

Yuval Noah Harari: «La IA permite una vigilancia total que acaba con  cualquier libertad» | Ethic

YUVAL NOAH HARARI

 

“We are still in the nihilist moment of disillusionment and anger …people have lost faith in the old stories… (Nosotros estamos todavía en el momento nihilista de desilusión y rabia…la gente ha perdido la fe en las viejas historias…”)  (Traducción nuestra)

 

Razón grande ha de tener Harari con una afirmación tan contundente, la que no solo se queda allí, sino que defiende en ese largo y profundo ensayo que citamos al verter opinión desde lo tecnológico hasta lo político, lo social y la religión. Razón tiene cuando afirma que estamos en ese momento de la “nada”. No comprendemos qué vuelta extraña está dando nuestro mundo. Los cimientos del anterior se han ido desmoronando, sin darnos cuenta.

La democracia occidental en crisis

Ya lo venían diciendo los que del tema saben mucho. Sartori, Bobbio, Mires han insistido en que la gente perdió la confianza en ella. Sus representantes, los partidos políticos dejaron de ser la referencia de soluciones. Socialdemócratas, socialcristianos, socialistas y liberales no se dieron cuenta de cómo sus doctrinas se desvanecían en las hoy múltiples, y quizás distintas necesidades del mundo de hoy. Enfrentados en conflictos políticos de “poca monta” dejaron de resolver lo importante. Poco a poco la gente fue perdiendo la fe en ellos y, con ello, en la democracia misma como filosofía política y social.  Encuestas en todos lados lo decían: cada vez menos confianza en ella. Aquella frase de que “con todo y ello es el mejor sistema y no tiene alternativa” fue perdiendo eficacia en el mundo real.

Los “gobiernos” de seguidas

El “pendular” entre los “gobiernos” es lo clásico e intermitente. De aquellos que gastan mucho, afincados fuertemente en el Gasto Público, con dotaciones, subsidios, estipendios, subvenciones que mantienen a la gente trabajando, viviendo y entusiasta, pasamos a los que cierran la “válvula” del Estado financista, ensayan la austeridad como formato político y culminan con mucha gente en la calle reclamando lo que antes, creían, les corresponde. 

Ante el inmenso drama social, otra vez, ese Estado benefactor asume el comando. Imprime moneda, pide prestado, se endeuda hasta el límite de lo insostenible, la calle se queda tranquila, hasta que estalla el monto de la deuda y, desde luego, vuelta a la austeridad. Un pendular que dice que estamos muy lejos, bastante parece, de encontrarle a los “gobiernos”, y, a la economía que practican, una solución para nuestro tiempo. Ni se diga de como pérdida de fe en “gobiernos” y democracia se juntan.

En el Estado

La “embestida” de la Globalización dejó varias secuelas que mucho tienen que ver con lo que hoy no entendemos, pero de todas, la ruptura de las fronteras nacionales, en comercio, inversiones y trabajo quizás sean las más relevantes. Ese Estado Nacional, creado hace unos tantos años, perdió parte, si no toda, de su eficacia conductora y el planeta se mundializó muy rápidamente, reclamando soluciones que, estando en camino, le devolvieron fuerza y peso a esos Estados. El Nacionalismo reapareció exhibiendo proposiciones a medio trecho entre una cosa y la otra. ¡Aranceles, aranceles! 

Los nuevos “sabios”

Frente a ello surge una interpretación de la realidad que asoma con síntomas claros. La delincuencia, el terrorismo, la emigración, la droga y el cambio climático conforman la agenda de nuestro tiempo, con soluciones que van desde los “países prisión”, hasta deportaciones indiscriminadas y contra inmigratorias. Llegamos a la era de los nuevos “sabios”. A un cierto regreso de la monarquía absoluta, sin jueces, sin parlamentos.

Populismo y democracia se unen en una extraña alianza en la que la voz del pueblo es escuchada solo por algunos dotados, ya no del poder divino de los antiguos Zares, sino de esa mágica percepción que deja Big Data, X o Facebook. Aparece así una atinada capacidad para saber “exactamente” lo que el pueblo quiere y aspira. Y, no es mentira, porque nadie más lo está descifrando. Si, por una casualidad, ese poder no se mantiene, una Reforma Constitucional, puede lograrlo.

Del fondo a la forma

Lo mejor de toda esta era “nihilista” que estamos viviendo, como bien nos ha dicho Harari, es la conformación de un mundo en el que, la forma, la manera, la palabra, hasta cierto punto los sentimientos muestran los síntomas de la enfermedad y no la enfermedad. Las grandes decisiones de “gobierno” se envían por X o Instagram, a veces con un lenguaje tal que se confunden los objetivos. Los medios, de algún modo se han hecho dueños de la política. La televisión es el marco para discutir una guerra tan cruenta como la de Ucrania, por ejemplo. La pregunta central que todos se hacen es si Trump llamó a Putin o viceversa.

La manera se ha convertido en el lenguaje usual de la política. Quizás, percibimos críticamente este formato acostumbrados a un antes en lo que lo importante se decía solemnemente. En el lugar apropiado con las palabras y los fundamentos de rigor para hacer entender a todos lo de fondo de que se trata.

Para “colmo de males”: estamos en Guerra

Una vieja y una nueva. El Medio Oriente, Israel, Palestina, Irán enfrentados como casi siempre y desde cuándo. Rusia y Ucrania remembrando los tiempos de los clásicos conflictos europeos.  Desde luego, en un mundo convulsivo como el descrito la Paz sería de gran ayuda. Permitiría sentarse en la misma mesa a los adversarios y, como antes, dirimir las diferencias. Al hacerlo, nos ayudarían a entender lo que sucede. Pero no, contribuyen a que la confusión se amplíe y perdamos la perspectiva del presente y el futuro.

Y, finalmente, el “Meta verso” y la AI

Si, ahora tenemos un “paraguas” oculto que contiene información de la que no sabemos mucho, solo quizás algunos pocos. La oligarquía tecnológica nos da una nueva comprensión del mundo que no viene del cerebro humano, ni de la investigación científica, sino de los algoritmos. Resulta ahora que ese mundo que describimos anteriormente, ya de si confuso, “alguien” lo está leyendo y nos describe lo sucedido. 

Pero, no nos asombremos porque antes fue así: la oligarquía bancaria fue un gran “paraguas” en tiempo pasado y también la de las grandes petroleras. Las “Siete Hermanas” dominaban el mundo entero. Claro, la diferencia es que las entendíamos, las rechazábamos, pero eran del mundo real.  

Vivimos, entonces, en una era, en una época de confusión e incertidumbre, en ese limbo de tratar de entender cuál es, o cuáles son, los problemas fundamentales y cuales, entonces, las soluciones verdaderas. 

En Venezuela el drama del conflicto político, palabras van y palabras vienen, multiplica y potencia la suma de eso de no estar en nada. 

 Ese  nihilismo del que bien nos habla Yuval Noah Harari.

 

 

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