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Mea culpa de Steven Spielberg

MIRAMUNDO por Gabriel Rumor

 

Una escena impactante de Tiburón.

 

Refiriéndose a JAWS, uno de sus éxitos iniciales, Steven Spielberg ha lamentado el impacto negativo causado desde su lanzamiento en 1975 en las reservas tiburoneras del globo por la histeria que provocaron sus imágenes espeluznantes.

Entrevistado por la BBC de Londres, el cineasta manifestó su pesar por la caza incremental registrada desde entonces, aunque voceros científicos prefieren relativizar el protagonismo del   emocionante thriller, porque la pesca intensiva sería, en efecto, la causa fundamental del fenómeno, hasta reducir la población en un 71% según la revista NATURE.

Cartel de Tiburón, 1975

Cartel de Tiburón, 1975

Pero desde luego que la angustia que suscitó el aclamado cineasta con su monstruo de plexiglás, la actuación de estrellas como Richard Dreyfuss,  Robert Shaw y Roy Scheider y una banda sonora tan angustiosa como no habíamos escuchado desde los tiempos de Psicosis, tuvieron que devaluar inevitablemente el prestigio de los escualos ante la opinión pública.

La demanda de su carne creció desde entonces en el mercado mientras bajaba la apetencia por las aletas, de presunta potencia sexual, más no así el aura cruel que tejió la película. Para desventura de esas infelices criaturas que cumplen una encomiable labor.

 

 

China, principal consumidor de sus aletas…afrodisíacas!!

China, principal consumidor de sus aletas.

De profilaxia, precisamente, porque las mandíbulas satanizadas por Hollywood y objeto de una manipulación que el director reconoce y ahora lamenta, devoran ejemplares ancianos o enfermos en las profundidades oceánicas y sólo de manera excepcional, tal vez para variar la dieta, a las rubias bañistas californianas.

Para determinar cuántos nadaban en los arrecifes coralinos del Caribe antes de la presencia humana, algunos científicos han comparado muestras dentales fosilizadas de hace 70 siglos en las costas panameñas de Bocas del Toro con las actuales, concluyendo que la población era entonces tres veces más numerosa y de una variedad mucho más veloz y que, en modo alguno sorpresivo, su declinación se aceleró desde el inicio de la pesca en el litoral de ese país.

 

Un momento de la filmación

Un momento de la filmación

Sí han contribuido el calentamiento global y la reducción del oxígeno,  por carambola, forzando a su desplazamiento desde las profundidades a capas más superficiales donde las flotas pesqueras faenan con radares y redes monstruosas hasta de cien kilómetros que arrasan con los recursos oceánicos.

Un equipo de Universidad de Porto, Portugal, monitoreó con satélites durante dos años y medio los movimientos de 55 tiburones azules en el Atlántico Norte, hallando una correlación inversa entre la profundidad de sus zambullidas con el nivel de oxígeno en las aguas, que los hacía más vulnerables a las flotillas lusas y españolas. Con el agravante de que la condición debería agudizarse al ritmo de la contaminación ambiental y plantea a las agencias responsables el reto de sustituir los actuales criterios políticos y espaciales que rigen la atribución de las cuotas pesqueras por otros más acordes a la propia fisiología de los animales.

 

Un tiburón azul cae en las redes. Foto CIBIO-MBA

Un tiburón azul cae en las redes. Foto CIBIO-MBA

Víctimas, en fin, de una fama tan nefasta como gratuita, porque sólo diez personas mueren anualmente por sus ataques, los tiburones ganaron por fin un lobby defensor, en 2016, a raíz de otra película, de menor calidad y más hemoglobina, que motivó la carta abierta de un grupo de científicos a la Columbia Pictures, advirtiendo del impacto de sus sanguinarias secuencias.

Y es que, como señalan los expertos, se trata de   animales de lenta maduración y difícil reproducción y expuestos por su extrema longevidad a un medio ambiente cada día más plastificado y saturado con nuestras porquerías; es decir, más proclives a ser víctimas que depredadores,

El mea culpa de Spielberg gana así más relevancia en la revalorización de la especie que avanza, por ejemplo, en el Mote Marine Laboratory de Florida donde se estudia la extraordinaria capacidad de los tiburones para sanar sus heridas e inmunizarse contra numerosas enfermedades e, incluso, la aplicación industrial de su piel en trajes-de-baño que incrementan la velocidad de los nadadores, como fue el caso de Michael Phelps en las Olimpiadas de Beijing.

Varsovia, enero 2023

 

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