Micaela Hierro Dori: “No tengo la habilidad de callar cuando hay injusticias”
Mica es la persona tras la intrépida iniciativa que ha colocado al Stand 636 de la Feria del Libro de Argentina y a Cuba entre lo más visitado del evento.
En vísperas de concluir la 46 Feria Internacional del Libro de Argentina, este año dedicada oficialmente a La Habana, se hace honorífico mencionar la intrépida iniciativa que ha colocado al Stand 636 del recinto ferial entre los más visitados del evento. Asignado a Cultura Democrática, este pequeño rincón de la literatura universal y la democracia, representa a los escritores cubanos, o autores de otras latitudes que aborden temas cubanos, censurados en su tierra natal o silenciados por la oficialidad de la Isla en cada caso.
Cultura Democrática, Asociación Civil humanista, fue fundada en Argentina durante 2018 por una mujer con una vasta carrera en el ejercicio por los derechos civiles y humanos, tributados por sus estudios de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, así como por la puesta en práctica de cursos e incontables conferencias sobre el tema. Micaela Hierro Dori, conocida entre sus amigos y en el activismo cívico como Mica, es un baluarte indispensable para la consecución del emprendimiento que trae a colación para esta feria.
Ya que sus vínculos con la Mayor de las Antillas trascienden el mero interés y defensa de sus derechos democráticos, toda vez que su destino en la vida y la cultura están íntimamente enlazados con un querido coterráneo nuestro, no es una simple reseña quien la deba reconocer, sino sus propias palabras. Un abrazo fraterno para Mica y su hermosa familia.
He leído tu hoja curricular al menos tres veces. Debí hacer acopio de concentración y síntesis para no extraviarme en tu itinerario como intelectual y activista. Pensaba que con esos datos en mi poder todo iba a ser más sencillo, pero ya veo que no. Ello no significa que va a ser complicado, sino más rico. Por una cuestión de orden, en este caso regresivo, quisiera que comenzáramos por la noticia reciente, esa que ha alegrado a tantos cubanos dentro y fuera de Cuba: la participación de Cultura Democrática, y con ella la literatura cubana independiente, en la 46 Feria Internacional del Libro de Argentina. ¿Cómo llegan al Stand 636 en la sede central del evento?
«En Cultura Democrática veníamos desde 2020 apoyando a editoriales independientes cubanas como La Maleza, Boca de Lobo y OnCritika, y a los miembros del Grupo Ánima a publicar sus libros en Argentina y distribuirlos en América Latina. Así que, cuando nos enteramos de que en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires estaría La Habana como ciudad invitada de honor, pensamos crear este espacio para dar a conocer estas publicaciones de autores cubanos que de otra manera no estarían representadas por el stand oficial».
¿De qué modo conciliaron la participación de otras editoriales y publicaciones independientes cubanas bajo un mismo techo? ¿Cómo se activan esos indispensables vínculos para crear una sola red cultural cubana desde el exilio?
«A partir de los contactos y vínculos institucionales, tanto del Centro Latinoamericano de la Fundación Federalismo y Libertad, y la Asociación Civil Cultura Democrática, comenzamos a contactar a otras editoriales independientes cubanas, a autores cubanos exiliados en países como Alemania, España, México y E.E.U.U., así como de la misma Isla, para invitarlos a exponer y participar de este stand. Consideramos desde el inicio que este sería un espacio abierto para todos los autores cubanos que quisieran participar enviándonos sus libros a Buenos Aires. También invitamos a think tanks y universidades latinoamericanas que tuvieran publicaciones y estudios sobre Cuba, y así fue como comenzaron a llegar paquetes de libros hasta llegar a contar con un catálogo de más de 100 libros, que son los que están expuestos».
Coméntame un poco sobre los alcances de esta muestra expositiva en los días que lleva vigente el evento. Aunque Tito (Luis Alberto Mariño) ha transmitido sistemáticamente desde el stand de “Patria y Vida”, como el embajador que tan dignamente nos representa, abundando sobre grandes y pequeños sucesos, hay detalles que se nos escapan, o sobre los que sería conveniente puntualizar. Por ejemplo. ¿por qué no tuvo carácter comercial vuestra participación?
«El objetivo principal era dar visibilidad a tantos autores y títulos que son censurados o simplemente ignorados por el régimen cubano, no comerciarlos. Se ha hecho un catálogo en nuestra página, en la cual se detallan todos los libros y la información de las editoriales, con sus respectivos links para bajar los libros en forma gratuita para aquellos casos que así se disponen, como Boca de Lobo, y también poder comprarlos en aquellos sitios que los vendan, como es el caso de Rialta«.
Sintiendo en todo momento mi pertenencia a Ánima, considero irrenunciable tocar el tema. ¿Cuántos títulos ha publicado hasta la actualidad la colección editorial de este grupo? ¿Se presentaron todos a la muestra?
«Ya son 13 libros los que se han publicado de la Colección Ánima, y están efectivamente todos allí. Como son los que, porque son publicados por nosotros en ediciones especiales, de 25, 50 y 100 números, son los que hemos podido distribuir gratuitamente a referentes académicos y políticos que nos han visitado. También distribuimos algunos de los libros de las tres editoriales que apoyamos con sus publicaciones».
Más allá de los vínculos emocionales que te atan a Cuba, a la que conoces antes de estar tan íntimamente relacionada, ¿qué particularidades sociopolíticas te llevan a estudiarla y reclamarla para la democracia del modo tan fehaciente que lo haces?
«Mi acercamiento a la causa cubana ha sido paulatino. Entre los años 2006 y 2008 había conocido a ex presos políticos y activistas cubanos en conferencias y seminarios en América Latina, por lo que sus testimonios me dieron la oportunidad de conocer de primera mano las violaciones sistemáticas a los derechos humanos del régimen cubano, que hasta entonces era la única dictadura de la región.
«Fue entonces cuando leí los libros Contra Toda Esperanza, de Armando Valladares, y Cómo llegó la Noche, de Huber Matos. Nadie que los lea puede quedar indiferente ante tanto sufrimiento. Es natural que surja un sentimiento de deber moral a solidarizarse, una necesidad imperante de hacer algo para cambiar esa realidad, o al menos para darla a conocer y que otros también se unan a la causa por la libertad en Cuba. Luego de viajar en 2009, 2010, y finalmente en el 2012, cuando soy demorada e interrogada por la seguridad del Estado, ya se convirtió en algo personal, ya sentía que mis propios derechos habían sido vulnerados, aunque brevemente.
«Eso, sumado a las amenazas que comencé a recibir en el 2014, difamaciones en las redes, grabaciones con micrófonos infiltrados, haber sido hackeada, así como haber sido vigilada en viajes que he hecho para asistir a conferencias donde me encontraba con activistas cubanos, ha sido lo suficientemente personal como para terminar de involucrarme. No fue hasta el año 2016 que conocí personalmente a Tito, nos enamoramos y decidimos casarnos en 2017. Ahora ya con hijos de sangre cubana, lucho para que algún día ellos puedan conocer libremente la tierra de su padre«.
«…Los estudios en Ciencia Política sin duda me han ayudado a comprender la diversidad ideológica y el marco teórico para reforzar las estrategias de fortalecimiento de la sociedad civil…»
Parecerá una tontería lo que te voy a preguntar, pero no todos los estudiantes de albañilería acaban construyendo. ¿Qué te han aportado los estudios de Relaciones Internacionales y Ciencia Política para el ejercicio de tu intenso activismo por los derechos civiles, así como para tu maratónico desempeño impartiendo conferencias?
«Fue al poco tiempo de comenzar a estudiar Relaciones Internacionales que me di cuenta que no serviría para ser diplomática. No tengo la habilidad de callar cuando hay injusticias, y lamentablemente las relaciones intergubernamentales están cimentadas en la complicidad de los países democráticos que no condenan lo suficiente a los gobiernos totalitarios o autocráticos. Al contrario, los toleran y se vinculan comercial y políticamente sin apenas diferenciarse. Es allí cuando el sistema internacional está viciado de prácticas que no contribuyen a la promoción de la democracia ni a la defensa de los derechos humanos. Los estudios en Ciencia Política sin duda me han ayudado a comprender la diversidad ideológica y el marco teórico para reforzar las estrategias de fortalecimiento de la sociedad civil, fomentar la participación ciudadana y velar para que no se politicen los derechos fundamentales».
Luego de recorrer zonas álgidas del mundo en materia de derechos humanos y civiles, especialmente Latinoamérica, ¿qué denominador común encuentras para todos los casos en materia de violaciones? ¿Existen como consecuencia de un ejercicio hegemónico global, o cada caso se las arregla para concebir un totalitarismo de factura local?
«El denominador común es la indulgencia de los políticos de países democráticos que se dan la mano con dictadores. Se evidencia la condena de ex presidentes a las violaciones de derechos humanos, pero faltan más presidentes en funciones que no titubeen en llamar dictadores a Díaz-Canel, Maduro y a Ortega. Faltan verdaderos mecanismos del sistema internacional para que las dictaduras sean excluidas o suspendida su participación en los organismos internacionales y así evitar el efecto contagio hacia otros países. Hay numerosos estudios y libros que demuestran como Cuba ha contribuido con Chávez para convertir a Venezuela en la dictadura que es hoy, por solo dar un ejemplo».
¿Cómo se imbrica el feminismo en tu entretejida actividad profesional, tomando en consideración que la vulnerabilidad de la mujer continúa latente bajo cada problemática global? ¿Consideras alguna arista personal para solucionar la sufrida y discriminada condición de la mujer desde tiempos inmemoriales?
«Vengo de una familia de mujeres fuertes, mi abuela obtuvo cinco títulos universitarios y trabajó destacándose en un rubro difícil para la mujer como es la ciencia y tecnología hasta los 75 años, luego de que mi abuelo la abandonó a ella y a sus tres hijos pequeños. Crecí con ese fuerte testimonio, así como el de mi madre, maestra que me inculcó la importancia del estudio y la idea que, si uno es fiel a su vocación de vida, y se esfuerza, uno puede alcanzar sus objetivos».
«…desde la Caída del Muro de Berlín y del Bloque Soviético, en los noventa, existieron numerosos esfuerzos e iniciativas de la sociedad civil independiente cubana para iniciar el proceso de democratización de la Isla en forma pacífica…»
Estuve repasando tu libro, Memoria y cultura por la democracia en Cuba, y me parece tremendamente sustancioso. Me prometo leerlo en cuanto tenga un respiro del agudo cuadro de sobrevivencia que padecemos en la Isla. Para ilustrar un poco a los lectores, ¿cuáles son las tesis fundamentales de tu investigación? ¿Cuándo verá la luz pública?
«El libro busca evidenciar que especialmente desde la Caída del Muro de Berlín y del Bloque Soviético, en los noventa, existieron numerosos esfuerzos e iniciativas de la sociedad civil independiente cubana para iniciar el proceso de democratización de la Isla en forma pacífica. Hubo más de 35 iniciativas de diálogo, consenso, y de colaboración entre los más diversos actores, incluyendo a artistas e intelectuales. Otro de los objetivos era visibilizar todas las iniciativas de periodistas independientes, artistas, escritores e intelectuales, que han creado más de 90 espacios de convergencia, pequeñas islas donde se expresaban libremente, en las cuales han ido creando ese tejido social y lazos de cooperación contra viento y marea, a pesar de sufrir de las más diversas tácticas represivas por parte del régimen cubano».
Creciste en Corrientes, una de las regiones más cálidas de Argentina, solo superada por Misiones. Podría especular que tal vez el clima subtropical de tu patria chica te acerque a la idiosincrasia que nos caracteriza a los cubanos. Sin embargo, lo más atractivo de tu provincia es la pervivencia de raíces culturales guaraníes, basta leer la nomenclatura de sus topónimos. Me gustaría concluir este encuentro remontándonos a tus primeras experiencias vivenciales. ¿Cuánto disfrutas tu procedencia?
«Crecí en Yapeyú, un pequeño pueblo de no más de 2 mil habitantes, fundado en 1627 por los jesuitas, donde nació José Francisco de San Martín, quien peleó por la liberación de Argentina, Chile y Perú. Creo que su historia me marcó más que su clima. Si bien nací en Buenos Aires, ciudad a la que volví a vivir para estudiar en la universidad, siempre menciono orgullosa que crecí en la provincia de Corrientes, la provincia de mi familia paterna. Mi abuela y mi bisabuela hablaban guaraní, aunque reconozco que no he aprendido esa lengua a pesar de sus intentos de enseñármela. Creo que el haber crecido en un pueblo, me daba mucha libertad de movimiento, sin el miedo que se vive en la ciudad por la inseguridad. Viví una infancia feliz, acompañando a mi padre en el campo, ayudándolo a sembrar y a cosechar, y leyendo al sol por horas perdiendo la noción del tiempo».
Con Dagoberto Valdés en su casa en Pinar del Río, en 2012. Luego de dicha visita Mica fue interrogada por agentes del MInisterio del Interior.