Michael Penfold / Los nuevos dilemas del Referendo Revocatorio: una verdadera tragedia griega
Ulises en su odisea tuvo que confrontar decisiones difíciles para poder llegar en su viaje en barco a su destino final: Ítaca.
Hoy Venezuela enfrenta dilemas similares a los del héroe griego: el CNE ha colocado al país exactamente en esa misma encrucijada.
En uno de sus trances más complejos, Ulises debió escoger entre dos males mayores. Al tratar de cruzar el Estrecho de Messina, debió optar entre virar a un lado y enfrentar un remolino y cruzar al otro y ser cercado por un monstruo marino. Y entendió que la solución no era escoger entre ambos obstáculos, pues ninguno podría ser sorteado individualmente, sino que debía inclinar su nave parcialmente hacia alguna de las opciones para pasar sigilosamente entre ambas amenazas. Así Ulises inclinó levemente su barco en dirección hacia el monstruo marino y logró así sortear el peligro que representaba el remolino sin caer presa de los tentáculos de semejante ogro náutico.
Nadie discute actualmente que en Venezuela la reciente decisión del CNE sobre las condiciones para activar el Referendo Revocatorio están políticamente sesgadas. Y todos sabemos que claramente limitan el derecho constitucional a la participación ciudadana. Las condiciones también reducen la capacidad de los votantes para revocar el mandato del Presidente así como su derecho de seleccionar democráticamente a un potencial sustituto.
¿Quién esperaba algo distinto? Argumentar que es necesario abstenerse de continuar atravesando esta ruta pues la decisión del CNE es inconstitucional y porque muestra el verdadero fuelle del gobierno es un razonamiento espurio que niega un principio básico en política: la realidad que impone el contrincante, que en este caso, tiene el control institucional, y que evidentemente, va a utilizar todo ese poder a su favor por simple instinto de supervivencia.
Como Ulises, siempre supimos que estábamos en aguas turbulentas.
Si aceptamos esta realidad, entonces debemos pasar a interpretar las condiciones del Referendo Revocatorio impuestas por el CNE como una restricción y como una decisión política que debe ser interpretada también desde ese punto de vista. Curiosamente, hasta ahora, esa decisión ha sido analizada desde un punto de vista técnico, constitucional e incluso moral. Ese análisis es válido y permite compartir mucha de la indignación ciudadana. Sin embargo, ese análisis no es siempre iluminador y tampoco otorga suficiente apertura como para descubrir las claves que permitan descifrar la complejidad del momento.
La primera condición que aprobó el CNE fue la necesidad de obtener 20% de las manifestaciones de voluntades en cada uno de los estados del país. Esta condición es aberrante sin duda alguna, pero tampoco es un requerimiento nuevo. Ciertamente, por el simple hecho de que el Presidente es electo directamente en una circunscripción nacional, las manifestaciones de voluntades para el revocatorio de su mandato deberían ser agregadas para el país como un todo. La Constitución en este punto es muy claro y este mismo criterio había sido aplicado con anterioridad para el Referendo presidencial del 2004.
Sin embargo, para la recolección del 1% de las voluntades que se realizó en julio de este año, la oposición aceptó esa misma condición estadal y logró superarla sin muchos problemas. Algunos mencionan el caso de Nueva Esparta y las dificultades que se vivieron; pero al final, esas dificultades fueron libradas exitosamente. No veo razón por la cual no pueda ser superado este obstáculo nuevamente, aunque muchos sospechen que las presiones, sobre todo en estados pequeños, como Delta Amacuro, Amazonas o Trujillo, puedan incrementarse.
Lo que sí es muy cierto es que el requerimiento estadal para obtener la manifestación de voluntad del 20% del electorado sí exige una mayor capacidad de movilización por parte de la oposición en cada una de las regiones. Es indudable que la MUD va a tener que poder movilizar en algunos casos más del 70% de su base electoral (tomando como referencia las elecciones del 6 de diciembre) para alcanzar el resultado.
Y también es evidente que en los estados más rurales, va a resultar más difícil alcanzar la meta debido a la importancia relativa que tiene el sector público en esas regiones. Pero también es palpable que el descontento social y económico en estos momentos es aún mayor que el que existía en muchos de los estados del país para las elecciones legislativas del año pasado. Esto también da pie para ser un poco más optimistas sobre la disposición voluntaria que tiene la población de movilizarse incluso en las zonas más apartadas del país.
La segunda condición que es considerada como problemática es el número de maquinas y su distribución en los distintos centros electorales. La utilización de tan solo 5.392 maquinas limitan la capacidad de todos los venezolanos de poder manifestar su voluntad y aumenta significativamente los costos, tanto en tiempo como en movilización, para que cada ciudadano manifieste su voluntad. Esto es bastante obvio y, evidentemente, también es algo muy grave. Sin embargo, con una situación similarmente adversa, también se logró validar la identidad de los ciudadanos para la recolección del 1% de la manifestación de voluntades en julio pasado. Si se extrapola los resultados que se alcanzaron para ese último proceso, ajustando tanto en numero de maquinas como en horas de apertura de los centros y los números de días que van a permanecer abiertos; es posible proyectar a ojo de buen cubero que con 5.392 maquinas se podrían obtener más de 4,2 millones de voluntades.
Esto es apenas 8% por encima del requerimiento necesario de 3,89 millones, lo cual hace que la obtención de la meta sea algo técnicamente muy ajustado. Es por eso que la eficiencia de las colas, y el tiempo de uso de las maquinas, va a ser la variable clave. A mi manera de ver, el CNE escogió ese número de maquinas pues, aunque pone muy difícil la posibilidad de alcanzar el objetivo, tampoco lo hace imposible.
Vale la pena subrayar que el CNE, con este número tan bajo de maquinas, se está comprando un problema que es también un gran riesgo para el gobierno y para las mismas Fuerzas Armadas. Las colas para manifestar la voluntad de revocar el mandato presidencial puede pasar a ser una enorme fuente de presión ciudadana y no será fácil cerrar los centros —especialmente durante el último día— sin dejar que los ciudadanos puedan ejercer su más elemental derecho de participación política. Ésta es una fuente de incertidumbre para el CNE, pues limitar ese derecho puede generar malestar social. Sin embargo, también puede ser una gran oportunidad para que la oposición ejerza presión y cambie parcialmente las condiciones de apertura y cierre de los centros electorales.
La ultima condición que ha sido criticada es el anuncio del CNE que el revocatorio, en caso de ser activado, tendría lugar en el primer trimestre del 2017. Bajo esta premisa, si el Presidente es efectivamente revocado, entonces sería el Vicepresidente quien tendría constitucionalmente que culminar el resto del periodo presidencial, por haberse cumplido más de cuatro años del actual ejercicio. En otras palabras, el chavismo no tendría que enfrentar unas elecciones presidenciales y podría transitar hacia una renovación, tanto de su liderazgo, como de sus políticas públicas sin necesidad de tener que confrontar unas elecciones que la oposición ganaría fácilmente.
El CNE, con la imposición de esta condición, estaría obligando a que la oposición acepte que, de ganarse el Referendo, tendrían que conceder enfrentarse a una transición compartida con el chavismo. Ésta es una condición que claramente molesta a buena parte de la oposición, pero también es un búmeran para el madurismo. Y la razón es que la decisión del CNE hace que la idea del revocatorio sea atractiva para una buena parte del chavismo y, por lo tanto, más apetecible la posibilidad de un cambio político. Quizás, sin saberlo, o muy probablemente sabiéndolo, el CNE optó por una condición que va a llevar a la base descontenta del PSUV a participar en el proceso, sin tener que asumir el riesgo de perder todo el poder.
Es probable que esta decisión, de una forma no intencionada, sea una fuente que permita la aproximación de los grupos más moderados de ambos bandos del espectro político venezolano. De ahí que la oposición deba centrar su campaña en una propuesta de Unidad Nacional de Ancha Base para poder incorporar a estos actores y aprovechar la movilización de calle para comunicar inclusión política y social.
Esto me lleva a mi ultimo punto. Las condiciones que está imponiendo el CNE son claramente desfavorables para la oposición, pero tampoco son imposibles de superar. El CNE tomó una decisión que satisface al madurismo, pues las condiciones que han escogido son muy adversas para la oposición y la cantidad de obstáculos que estos deben superar son múltiples. Es evidente que estas condiciones le permiten al madurismo aumentar considerablemente sus probabilidades de quedarse en el poder. Pero tampoco cumple con lo que ellos querían: eliminar toda probabilidad de éxito.
Por el contrario, a pesar del bajo número de maquinas y la exigencia estadal, es posible que se obtenga el resultado esperado. Adicionalmente, la fecha del 2017 podría permitir (dependiendo de cómo se maneja la comunicación política) incorporar al chavismo descontento de una forma activa en la activación final del proceso revocatorio. Es bastante evidente desde un punto de vista político que esta decisión del CNE ayuda a una parte del chavismo (que también quiere salir del madurismo pero que desea un cambio político controlado) a participar en el proceso de forma soterrada, así implique alguna cohabitación posterior con la misma oposición.
Venezuela está enfrentando una coyuntura histórica que no va a ser fácil resolver. La oposición, como Ulises, tiene que escoger entre opciones adversas. Ninguna es perfecta y todas tienen costos muy altos. Mi impresión es que la forma como la oposición logre generar alianzas con una parte del chavismo, y logre ganarse la confianza del mundo militar, así como su capacidad de presentar una visión incluyente del futuro, será el aspecto central para sortear los distintos obstáculos que enfrentará durante esta nueva etapa que, muy posiblemente, culmine con la activación del Referendo Revocatorio. Ulises prefirió virar levemente hacia el monstruo marino, no hacia el remolino: quizás algo similar tenga que hacer la oposición. Ahí puede estar la clave.