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Milos Alcalay: Caracas, Moscú, Washington: Un triángulo vicioso

 

Las posiciones agresivas de Maduro son conocidas. Más de un país –aliado o no-  han recibido  insultos por no adoptar una posición  incondicional con el Régimen. No entiende que es difícil  justificar  las graves violaciones de lesa humanidad o esconder el drama que sufren más de 6.000.000 de refugiados que escapan para poder sobrevivir.

En el caso de Ucrania, las posiciones oscilantes y contradictorias  asumidas por el Régimen, son difíciles de entender porque en un momento de profunda preocupación mundial, el oficialismo demuestra la pérdida de la brújula geopolítica debido a las constantes y sorpresivas piruetas bolivarianas. El  24 de Febrero cuando se inició la  invasión  militar rusa, ésta fue rechazada de inmediato por el G7, la OTAN, la Unión Europea, la Asamblea General de la ONU, la OEA  y la inmensa mayoría de parlamentos del mundo;  Miraflores, después de pronunciar las conocidas arengas anti norteamericanas, expresó su respaldo categórico  a Rusia. Para no dejar dudas del apoyo incondicional, Maduro llama por teléfono  a su amigo Putin para expresarle su apoyo irrestricto a la intervención militar contra las fuerzas nazis de Ucrania sin tener en cuenta que está dirigido por un Presidente judío, sobreviviente del holocausto nazi. Ese apoyo incondicional con Putin – muy publicitado por la Prensa oficial Rusa-  se hizo para no dejar dudas sobre la clara solidaridad, ya que en el tablero de votación de  la Asamblea General, Venezuela no pudo consignar su voto  por falta de pago de las cuotas adeudadas a la ONU. Pero con la llamada telefónica, el oficialismo quería que se conociera que asumía la misma  posición incondicional expresada en la votación  por países de tanta credibilidad como Bielorrusia, Corea del Norte y Siria.

La  historia no termina allí. Cuál no sería la sorpresa, cuando poco tiempo después, Maduro recibe con bombos y platillos  en el Palacio de Miraflores a una delegación norteamericana de nivel medio, en la que las más altas autoridades del Estado reciben a los gringos. Acompañan al Jefe de Estado, el  Presidente de la Asamblea Nacional, y  la Vicepresidente de Venezuela. Para evidenciar su agrado con la visita del Imperio, Maduro lo hace rodeado de  banderas de los dos países, y se pronuncia de manera emocionada por lo lindas que se ven ambas banderas. A raíz de esa reunión, libera a norteamericanos detenidos injustificadamente, anuncia que reasumirá el dialogo con la oposición en México y cambia su discurso sobre Ucrania, para  propiciar  esta vez el diálogo, la negociación y la búsqueda de la Paz..

El tercer capítulo de esta novela, es el viaje de la Vice Presidenta Delcy Rodriguez acompañada por el Canciller Félix Plasencia a Turquía, en plena reunión de negociación del Canciller Sergei Lavrov con su homologo de Ucrania en el II Foro de Antalya. En la reunión Venezuela-Rusia ambas partes aseguran en un comunicado conjunto que condenan las medidas coercitivas unilaterales.

Con esa diplomacia tipo zigzag, se concreta un triángulo vicioso, muy alejado de una posición seria de Estado que, con ello,  ni podrá convencer a los rusos de su lealtad  incondicional,  ni mucho menos a los norteamericanos de su identificación con la paz. Hasta la diplomacia de Cuba, de Nicaragua y -por supuesto-  de China ha sido más coherente y cautelosa. Sería muy triste que identificaran estos malabarismos diplomáticos con la célebre afirmación al estilo de Cantinflas, «No estamos ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario». 

 

 

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