Miramundo: Un océano de pelotas de golf
Como si las colosales toneladas de plásticos no fuesen suficientes para alterar la pureza de los océanos, una pareja de adolescentes de California ha lanzado un alerta sobre el peligro que representan las pelotas que los golfistas arrojan a las aguas en el curso de sus torneos.
40 mil de ellas –informa THE CONVERSATION– fueron recogidas a partir de 2017 por Alex Weber y su amigo Jack Johnson, zambulléndose en el Santuario Marino Nacional de la bahía de Monterrey, provenientes de numerosos campos de California central.
Los empleados de uno de ellos, el Pebble Beach Golf Links, que albergó en 2019 el Abierto de los Estados Unidos, reaccionaron positivamente tras el sorprendente hallazgo y decidieron, a su vez, retirar la enorme masa depositada frente a sus costas, hasta superar más de diez mil esféricas.
En total, dos toneladas y media de pelotas con una notable carga contaminante en su cubierta de elastómero de poliuretano y su núcleo de goma sintética, más una gama de productos –óxido y acrilato de cinc y peróxido de benzoílo- que se añade para hacerlas más flexibles y extender su durabilidad.
Vale decir un cocktail de inmundicias adicional para el vasto océano que pide a gritos un poco de cariño.
El problema no es evidente porque las pelotas se hunden en el agua y reposan en el fondo pero, aunque no se hayan reportado enfermedades derivadas de sus depósitos, parece obvio que mientras se degradan y fragmentan pueden desprender sustancias químicas y microplásticas atractivas para la fauna marina.
Gracias a la joven pareja, concluye el semanario, sabemos ahora que la pronta recuperación de las pelotas ayuda a mitigar su impacto ambiental y los administradores de los campos están colaborando para resolver el problema del Santuario de Monterrey.
Y, más importante aún, extender la experiencia a otras instalaciones deportivas de la dorada California.
Varsovia, julio de 2020.