Miriam Celaya: Las sesiones del parlamento cubano vaticinan tiempos sombríos
El presidente de Cuba, Raúl Castro, y el primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular. (EFE/Abel Padrón Padilla)
El 27 de diciembre dio inicio en el Palacio de Convenciones de La Habana el Octavo Período de Sesiones del Parlamento, con un balance sobre los resultados socioeconómicos del año y la propuesta de anteproyecto de Ley del presupuesto nacional para 2017.
Esta vez no hay buenas noticias ni discursos triunfalistas. El 2016 termina con un 0,9% de decrecimiento, según el informe presentado por Ricardo Cabrisas, ministro de Economía y vicepresidente del Consejo de Estado, y al día de hoy no existen fundamentos razonables para creer que se vaya a cumplir el pronóstico de un 2% de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2017. De hecho, ese mismo número fue el modesto vaticinio de crecimiento para el segundo semestre del presente año, que finalmente se incumplió.
Para mayores sombras, los cubanos iniciaremos el nuevo año con atrasos en los pagos a los proveedores. «No ha sido posible superar la situación transitoria que atravesamos en los pagos corrientes a los proveedores…», señaló el general-presidente, Raúl Castro, al presentar el informe central, aunque anunció, sin detallarlas, que se acometen «un conjunto de gestiones que permitirán aliviar el panorama descrito».
«No ha sido posible superar la situación transitoria que atravesamos en los pagos corrientes a los proveedores…», señaló el general-presidente
En cuanto al plan del presupuesto para 2017, advirtió: «Debo alertar que persistirán tensiones financieras y retos que pudieran incluso recrudecerse en determinadas circunstancias». Las actuales dificultades relacionadas con el decrecimiento económico de 2016 incidirán sobre el próximo año, considera el presidente, salvo que se cumplan tres objetivos «permanentes y decisivos» : garantizar las exportaciones y trabajar de inmediato en crear las condiciones para incrementarlas en los años sucesivos, identificar en la producción nacional las posibilidades para sustituir importaciones en cualquier magnitud, y reducir al mínimo posible los gastos no imprescindibles, entre los cuales relacionó los viajes al extranjero por parte de los cuadros y dirigentes de diferentes niveles.
«Tendremos una solución definitiva a estos de los ya tradicionales déficits si producimos más mercancías y servicios tanto internos como externos y reducimos los gastos cuanto sea posible», señaló Cabrisas. Pero las soluciones propuestas giran en el habitual ritornelo de las últimas décadas, que nunca se cumple, como aquel que plantea la sustitución de importaciones en base al desarrollo de producciones nacionales «con un programa bien diseñado» y que abarque toda la industria nacional, incluida la militar, o una «mayor exigencia al uso eficiente de los portadores evitando desvíos y robos», además del aumento de los controles en este rubro.
El presidente manifestó que concede «gran importancia a la necesidad de dinamizar la inversión extranjera en Cuba» como vía imprescindible para el desarrollo económico del país. No obstante, dejó en evidencia que existen fuerzas contrarias a esta solución, que están obstaculizando esta entrada de capital: «Reconozco que no estamos satisfechos en esta esfera y que han sido frecuentes las dilaciones excesivas del proceso negociador. Es preciso superar de una vez y por siempre la mentalidad obsoleta llena de prejuicios contra la inversión foránea. Para avanzar resueltamente en esta dirección, debemos despojarnos de falsos temores hacia el capital externo».
El informe del ministro de Economía detalló un panorama opaco y poco promisorio para el presente y para los tiempos venideros debido a «la persistencia de las limitaciones financieras existentes por el incumplimiento de los ingresos por exportaciones, por las dificultades que afrontan algunos de nuestros principales socios comerciales debido a la caída de los precios del petróleo, y por el bloqueo comercial y financiero «fortalecido por las cuantiosas multas a bancos internacionales que realizan transacciones con nuestro país».
Mientras las cifras sobre las inversiones e importaciones se expresan en dólares, los ingresos y el presupuesto del Estado –incluidos los llamados subsidios y otras prestaciones sociales– se expresan en CUP
En general, los planes del presupuesto para 2017 son similares a los de 2016. Solo que habrá una importación menor de combustible, lo cual deberá estimular un crecimiento de la generación de energía eléctrica a partir de una mejor explotación de las capacidades nacionales.
Un aspecto confuso es que, mientras las cifras sobre las inversiones e importaciones se expresan en dólares, los ingresos y el presupuesto del Estado –incluidos los llamados subsidios y otras prestaciones sociales– se expresan en CUP («moneda nacional»). Esto crea una distorsión que enmascara el monto real de los gastos y las ganancias.
Por ejemplo, se afirma que el Estado se propone invertir en alimentos con destino a la población 1.750.200.000 dólares (82.000 más que en 2016), aunque las importaciones totales en físico son similares a 2016. Sin embargo, desconocemos el monto total de los ingresos en divisas generados principalmente por el turismo, un sector que es controlado por el generalato.
Los informes oficiales guardan un inexplicable silencio sobre este tema. Algo similar ocurre con el tema de la dualidad monetaria, una distorsión insoluble pendiente de solución y que no se mencionó entre los grandes problemas que obstaculizan la inversión extranjera en Cuba.
Otro de los problemas de la economía interna durante 2016 fue que la producción agrícola marcó una reacción positiva, pero la industria fue incapaz de dar respuesta a las producciones, incidiendo así en el alto nivel de importaciones destinadas a cubrir la demanda de la población. Una situación que el Gobierno intentará revertir en los planes de 2017 a través de un «programa acelerado a mediano plazo para recuperar esta industria y ponerla en capacidad de dar respuesta tanto para el consumo nacional como para los visitantes».
Otro de los problemas de la economía interna durante 2016 fue que la producción agrícola marcó una reacción positiva, pero la industria fue incapaz de dar respuesta a las producciones
El sector del transporte es otro viejo y acuciante problema, pese a que se reconoce oficialmente que «resulta estratégico para el desarrollo social y económico del país, en cualquiera de sus ramas», por lo cual se proyecta darle un impulso en 2017.
En este sentido, el Estado se propone un crecimiento del 3% respecto del 2016, garantizando los servicios fundamentales de las empresas de ómnibus nacionales, de transporte para trabajadores y para escolares, así como de servicios de taxis y cooperativas, además de garantizar el combustible necesario «para los ómnibus que se fabriquen en 2017».
Una nota interesante fue la referencia del ministro de Economía a mantener «la capacidad de producción actual de bicicletas y piezas de repuesto», así como a la importación de neumáticos. En las circunstancias actuales, la sola mención de producir bicicletas proyecta sobre los cubanos la lúgubre y contraproducente memoria de los años más duros del Periodo Especial.
Otras cifras ofrecidas para los planes de 2017 fueron el programa de 9.700 viviendas y el inicio y desarrollo de otras 4.890, indicadores similares a los de 2016, que no se cumplieron. Este programa priorizará las viviendas afectadas por el huracán Matthew en Guantánamo y «las de huracanes anteriores en Pinar del Río y Santiago de Cuba».
Pero el problema más grave es que la que sería solución de nuestros males económicos, la inversión extranjera, sigue siendo extraordinariamente baja: apenas el 6,5% del plan. Es decir, que no se cumple lo previsto en el Lineamiento 78, que otorga un papel esencial a esta inversión. «Hay que dinamizar estos proyectos», afirma Cabrisas, empezando por elaborar una relación de proyectos de inversión para el desarrollo que garantice el plan de desarrollo económico hasta 2030, «concentrando el esfuerzo en sectores estratégicos y priorizados».
Así, la inversión para 2017 considera respaldar programas priorizados de turismo en La Habana, Varadero, Cayería Norte y Holguín, así como en las infraestructuras de la Zona especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM) o el almacenamiento de combustible, entre otros. También se han elaborado medidas de incrementos en los sistemas salariales de los sectores de la construcción del turismo y ZEDM.
La inversión para 2017 considera respaldar programas priorizados de turismo, así como en las infraestructuras de la Zona especial de Desarrollo de Mariel o el almacenamiento de combustible
Se proyecta en los planes un incremento en los niveles de ingreso de la población y de la capacidad de absorción del Estado. La productividad crecerá un 6,6% y el salario medio en un 3,5%. Para esto, se hace imprescindible evitar pagos sin resultados productivos, la coherencia entre los indicadores y tomar en cuenta el valor agregado para evitar el desequilibrio monetario.
El anteproyecto del Presupuesto 2017 prevé un crecimiento en los ingresos de 1.525 millones de pesos, fundamentalmente por impuestos sobre utilidades, una inversión del sector empresarial estatal con 6.330 millones de pesos de incremento en gastos respecto a 2016, y un déficit fiscal de 11. 454 millones, el 12% del PIB.
El informe de la ministra de Finanzas y Precios, Lina Peraza, no ofreció muchos detalles adicionales al del ministro de Economía. Al parecer, la «solución» de la economía cubana se reduce a una simple relación de consideraciones elementales como profundizar en las obligaciones financieras del país, evaluar el impacto en los niveles de crédito, garantizar exportaciones y sustituir importaciones, avanzar en la concreción de proyectos de inversión extranjera, incrementar el control del uso y desvío de portadores energéticos, detener la tendencia decreciente de producción, entre otros: aproximadamente las mismas soluciones de años anteriores.
«El plan que presentamos a esta Asamblea es tenso, (…) pero estimamos que lo podemos cumplir», señaló Cabrisas. «Lo anterior exige voluntad, decisión, organización, disciplina y atención priorizada a todos estos asuntos» especialmente por parte de los responsables de hacerlos cumplir.
Al parecer, la “solución” de la economía cubana se reduce a las mismas soluciones de años anteriores
Ha sido una jornada redundante para anunciar los negros nubarrones que se ciernen sobre un 2017 nonato. Un Parlamento sombrío en una Isla de sombras. Nadie esperaba un milagro económico, pero acaso los más cándidos pretendían atisbar alguna señal de cambios. Por el momento, todo indica que Cuba marcha acéfala y tambaleante hacia algún horizonte enigmático.
Curiosamente las mayores novedades de esta ocasión han sido las ausencias: se trata del primer período de sesiones del Parlamento sin la sombra de un Fidel Castro –ni suficientemente vivo ni completamente muerto– vigilante y omnisciente; no hubo un Consejo de Ministros previo a las sesiones, por lo que fue invocado el último que se realizó durante el presente año, el 25 de julio; no se realizó el pleno del Partido Comunista de Cuba (PCC), y tampoco estuvo visible en las sesiones el anterior ministro de Economía y que acompañó por largo tiempo las «reformas raulistas», el señor Marino Murillo.
Qué pudieran significar estas señales sería material para otro análisis.