Moncloa: tres crisis en una «semana horribilis»
La malversación, la Ley del «solo sí es sí» y Marlaska rompen la estrategia del Gobierno y elevan la tensión dentro del PSOE: «Esto nos hace polvo»
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, charlan en presencia del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, en el Senado
La política líquida ha jugado una mala pasada al Gobierno en esta «semana horribilis». En un contexto en el que las polémicas se suceden, la siguiente sepulta a la anterior, la secuencia de crisis –hasta tres en los últimos días– ha creado un escenario endiablado para Moncloa, que ha hecho saltar por los aires la estrategia del Ejecutivo. Como perjuicio añadido, la sucesión de escándalos se ha producido con Pedro Sánchez fuera de juego. El presidente del Gobierno viajó el pasado domingo a Bali, para participar en la cumbre del G-20, y a mitad de semana se trasladó hasta Corea del Sur.
Antes de salir de España, Sánchez dejó una bomba con temporizador. En una entrevista en «La Vanguardia» se abría a estudiar las enmiendas sobre la reforma del delito de malversación que ERC presentase en el trámite parlamentario del nuevo tipo de desórdenes públicos agravados, el que sustituirá a la sedición. «La propuesta de los dos grupos que sustentan al Gobierno es cambiar el delito de sedición y homologarlo a Europa. Ahora viene la tramitación parlamentaria. Los grupos son libres de presentar las enmiendas que consideren. Esperaremos a esa tramitación», señaló.
La vía abierta por el presidente la recorrió el mismo lunes su mano derecha y muñidor de la estrategia catalana, Félix Bolaños. Para entonces, la malversación ya lo ocupaba todo. De nada sirvió que, en paralelo, el PSOE desvelara quién sería su cabeza de lista para la capital. Como se daba por seguro, después de días de especulaciones, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, sería la candidata para la ciudad de Madrid. El anuncio causó poco impacto. «Qué manera de torcer los marcos que tan sesudamente imponemos –por Maroto– o los que nos vienen dados –por el conflicto de la Sanidad Pública de Madrid–», lamentan fuentes socialistas. La estrategia del PSOE pasaba por reservar a su candidata hasta el día después de la manifestación para que hablase de su modelo sanitario en su primer día. Pero ni Madrid ni Sanidad, el partido solo remaba a contracorriente de la sedición y la malversación. Y solo estábamos a lunes.
Tanto desde el Gobierno como desde el PSOE se afanaron en «enfriar» una nueva cesión a sus socios independentistas, ante la división que esta opción había generado en el seno del propio partido y entre sus socios parlamentarios, que no acababan de encontrar la fórmula para no acabar beneficiando a los corruptos ya condenados. Incluso desde Moncloa se reconocía a este diario que, así como la reforma de la sedición tenía cierto encaje en su argumento de rebajar la tensión en Cataluña, la malversación tiene «mala defensa» porque afecta al delito de corrupción por antonomasia.
Apenas había comenzado la pedagogía del Gobierno cuando un goteo de revisiones a la baja de sentencias de agresores sexuales, al amparo de la Ley del «solo sí es sí» abrió la siguiente vía de agua. En un primer momento, tras el Consejo de Ministros del martes, fuentes gubernamentales negaban conocer el alcance de la polémica. Apenas dos horas después, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, confirmaba que el Gobierno se abría a revisar la ley estrella de Igualdad y fuentes gubernamentales avanzaban a este diario que el Ministerio de Justicia estaba estudiando tanto la ley como las sentencias.
El Ejecutivo había logrado involuntariamente desactivar la polémica de la malversación, pero abriendo una pantalla más adversa si cabe. «Esto nos hace polvo», reconocen fuentes socialistas, que explican que el goteo de noticias de excarcelaciones o rebajas de penas a agresores sexuales cala de manera más potente en la opinión pública. «Es demoledor», apunta otro cargo socialista. En consecuencia, se produjo un pronunciamiento unánime dentro del partido para «corregir cuanto antes» los efectos perversos de la norma de Igualdad. Una transversalidad que recorría cargos nuevos y actuales, barones críticos y alienados a Sánchez… Todo en respuesta a la posición inmovilista de un Ejecutivo que apuesta por «aprender a esperar». Esperar a que el Tribunal Supremo unifique doctrina.
«El daño ya está hecho» por eso la «actitud lo es todo», dicen. «Falta humildad», se quejan en el Gabinete sobre la estrategia desplegada por Unidas Podemos –atacando a los jueces– que lejos de limitar la polémica la ha acrecentado. Desde el Ejecutivo se apela a la «prudencia», mientras observan cómo la guerra fratricida en el espacio morado, entre Podemos y Yolanda Díaz, compromete las opciones de revalidar la Moncloa en 2023. Prudencia es una receta que aplican también a la última de las tres crisis, la de Melilla.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska tendrá que volver a comparecer en el Congreso el próximo día 30, ya lo hizo en septiembre por los mismos hechos, para dar explicaciones por la tragedia de Melilla. Antes, la delegación parlamentaria de la Comisión de Interior podrá pasar por la sede del Ministerio para visionar las imágenes que obran en poder del Ejecutivo y que no vieron cuando se trasladaron a la frontera. Marlaska logró, sin embargo, sortear la comisión de investigación que pedían sus socios parlamentarios gracias al apoyo del PP. que, por el momento, prefiere no seguir aumentando el «desgaste» del Gobierno.