Montaner: ¿Caerá Nicolás Maduro?
Maduro y el chavismo caerán, pero no por su propio peso, sino por el esfuerzo de sus adversarios. El síntoma inequívoco está en esos millares de jóvenes venezolanos dispuestos a enfrentar a las fuerzas represivas. Los venezolanos menores de 25 años no conocen otro régimen que el confuso guirigay chavista. Si persisten, acabarán por triunfar, como sucedió en Ucrania.
Los estados totalitarios tienen un tiempo crítico de gestación. Las revoluciones no se pueden hacer en cámara lenta y el manicomio venezolano fue inaugurado en 1999, hace 18 años. Las ingenuas ilusiones de aquel instante fueron progresivamente aplastadas bajo el peso de una nefasta experiencia gerencial que ha destruido al país trenzada con la corrupción, el narcotráfico y la idiotez.
Probablemente Hugo Chávez tuvo que someterse a otro calendario por la forma en que tomó el poder y porque hizo redactar una Constitución garantista con bastantes elementos de la democracia liberal. Enterró un texto “moribundo”, pero parió otro que hablaba de separación de poderes y de libertades, y que dejaba la puerta abierta a la insurrección en caso de que la estructura republicana estuviera en peligro.
¿Cómo se sostiene Nicolás Maduro pese al manifiesto rechazo popular al régimen?
Como se sabe, la información es poder. Maduro tiene acceso a los informes de la inteligencia cubana, organismo dedicado a explorar la vida y milagros de las personalidades venezolanas –opositores y chavistas–, especialmente de quienes merodean el poder y tienen la posibilidad potencial de descabezar al gobierno, sustituirlo y darle un vuelco instantáneo a la situación política.
Luego viene la represión. Los servicios cubanos aprendieron de la Stasi alemana, madre y maestra de la represión, que basta un 0.5% de la población para manejar a cualquier sociedad en la que, además, el gobierno controle férreamente los tribunales y el aparato propagandístico para construir el relato que le permita perpetrar cualquier canallada.
En Alemania Oriental apenas necesitaron ochenta mil personas para sujetar a 16 millones de aterrorizados súbditos. En Cuba son unas cincuenta y cinco mil para 11 millones. En Venezuela se trataría de 150,000 personas dedicadas a maniatar a casi 30 millones.
Sin embargo, en Venezuela no alcanzan, y ahí está “el bravo pueblo” en las calzadas y plazas para demostrarlo. Maduro quiere armar una milicia de un millón de paramilitares. ¿Para qué? Porque no se fía de las Fuerzas Armadas. Esas milicias son para evitar que un día algunos militares se cansen de su incompetencia y de sus necedades, como hicieron con el general Juan Velasco Alvarado en Perú, aunque, en su caso, tal vez termine en un avión rumbo a Cuba, rodeado de los handlers del G-2 isleño, que lo manejaban como a una marioneta inepta que hablaba con los pajaritos y bailaba salsa en medio del naufragio.
La hambruna está a la vuelta de la esquina por la falta de dólares para importar alimentos. La catástrofe es mucho peor en sociedades urbanas, como la venezolana, en las que el 78% de la población carece de habilidades campesinas. Súmese a este cuadro la falta de medicinas, de insecticidas, y de todos los factores que mantienen a raya las enfermedades. El resultado es obvio: Venezuela se hunde si Maduro continúa instalado en Miraflores. Todos los venezolanos, incluso los chavistas, saben que tiene que irse.
Carlos Alberto Montaner: Periodista y escritor. Su último libro es la novela Tiempo de Canallas.
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