Movilizar para el cambio
La tarea es histórica no inmediatista, estratégica no efectista, incluyente no sectarista
Este país se puede hundir hasta el infinito. El cambio de rumbo que la mayoría reclama en el país no vendrá por el efecto automático del crecimiento del descontento social ante el progresivo deterioro de las condiciones de vida. La historia no se altera automáticamente.
Las encuestas, en promedio, señalan que entre el 60% y 65% de los venezolanos evalúa negativamente la gestión del gobierno y, en general, la situación socioeconómica del país. El estudio de Keller de mayo de 2014, permite entender que, frente al descontento generalizado, las expectativas de cambio no son uniformes, hay diversidad y contradicción. Así, un 48% sugiere un cambio de gobierno, mientras que un 49% se inclina hacia un cambio de gestión en el gobierno. Un 55% pide un cambio de modelo político y económico orientado hacia la liberalización de la economía y la profundización de la democracia. Al mismo tiempo, un 24% exige un mayor control de la economía y de la gestión política. Siendo estos los extremos de las preferencias, el resto se mueve entre distintas combinaciones.
Cuando segmentamos el nivel de insatisfacción por estratos sociales, nos encontramos que, siendo verdad que en todos los estratos sociales se evidencia un elevado nivel de insatisfacción, éste se reparte de forma directamente proporcional. A medida que se avanza en el nivel del estrato social se reporta mayor insatisfacción. Lo mismo ocurre con el deseo de cambios radicales, éstos se intensifican en la medida en que se avanza en la escala social.
De allí la urgente necesidad de impulsar en el país un gran acuerdo social en torno a los cambios que deseamos construir. Es cierto que compartimos una profunda insatisfacción con las condiciones de vida que nos rodean, es cierto que de forma generalizada vemos cómo se deterioran nuestras expectativas de bienestar, es verdad que los problemas crecen y nos agobian, sin embargo, hay distintas percepciones sobre el nuevo rumbo a seguir. Hay también diferentes aproximaciones a lo deseado de acuerdo al nivel social, la identidad política y la adscripción ideológica.
Movilizar para el cambio, requiere, entonces, de un debate en profundidad, incluyente, social e ideológicamente, en torno a preguntas como: ¿Qué tipo de sociedad queremos? ¿Cómo construirla? ¿Cómo generar un gran acuerdo social en torno a sus postulados? ¿Cómo rescatar la Constitución de la República de Venezuela como el instrumento que disponemos para ello? La gran tarea a favor del cambio es articular un proyecto político en su sentido más amplio, de visión y rumbo social.
Pero esta tarea no la van a poner en marcha quienes ahora disfrutan de los privilegios del poder. Ellos harán todo lo que esté a su alcance para no cambiar mientras sea posible. La respuesta tiene que venir de una fuerza social alternativa que aún está por construir, organizar y movilizar. Para ello hay que cuidarse del espejismo de las salidas mágicas, de los voluntarismos personalistas, de los automatismos históricos y las vanguardias esclarecidas. La tarea es histórica no inmediatista, es estratégica no efectista, es incluyente no sectarista, y esto requiere ganar a muchos.