MSI: Un parteaguas en nuestra historia contemporánea
Los jóvenes del MSI han dado un ejemplo de valentía y patriotismo que conmueve. Cuba no será jamás la misma, de hecho, ya no lo es.
GUANTÁNAMO, Cuba. – Los recientes acontecimientos relacionados con el Movimiento San Isidro (MSI) alcanzaron tal protagonismo en los medios que los voceros de la dictadura, tan reacios a darle visibilidad a sucesos que rompen la idílica visión de país que ofrecen de la Isla, se vieron obligados a abordarlos.
Habituados a discriminar, denostar y desconocer a la otredad, los medios pagados y controlados por el Partido Comunista de Cuba han arremetido contra el MSI usando nuevamente la diatriba como consigna.
Hablan de diálogo y tolerancia hacia lo diverso pero son falsos porque no pueden obviar un método implantado desde 1959 por una revolución que traicionó sus postulados, odia lo diferente y es una caricatura de su origen. Por eso, es la más cruenta del hemisferio occidental.
Con ella nacieron calificativos jamás escuchados en el panorama político cubano, ni siquiera en el que estuvo signado por la dictadura precedente. Palabras como “gusanos”, “traidores” o “mercenarios” han sido aplicadas por décadas a los que se han opuesto al régimen con armas o con ideas, que para el castrismo es lo mismo.
El presidente designado Miguel Díaz-Canel Bermúdez y esos medios han insistido durante estos días en que “el gobierno” ―así llaman a la dictadura de partido único― está abierto al diálogo. De manera concomitante reconocen la imperfección de su obra ―en definitiva, ninguna obra humana es perfecta― con el añadido de que luchan para erradicar los errores.
Evidentemente a los que se han aupado por la fuerza en el poder no les parecen suficientes seis décadas para establecer un sistema creíble ―y sobre todo eficaz económicamente― para ellos y para el pueblo. Han perdido la vergüenza y reiteran un discurso que ya no despierta simpatías ni esperanzas.
Cada vez que surge una situación como la protagonizada por el MSI o una crítica contra un sistema que de socialismo solo tiene el nombre, los dirigentes del Partido Comunista y sus testaferros prometen que van a escuchar los reclamos de los insatisfechos. Luego arremeten contra los que se atrevieron a disentir. Subestiman nuestra inteligencia.
No puede haber diálogo sincero, efectivo ni respetuoso de la alteridad en un país que ha impuesto una Constitución sin la participación efectiva de todas las fuerzas políticas y corrientes de opinión. Eso es lo que ha convertido a Cuba en un país fragmentado y sin esperanzas. No lo habrá mientras tengamos una Carta Magna que declara la irrevocabilidad de un sistema que no ha sido elegido por el pueblo.
Nadie que se respete puede dialogar con un poder que lo discrimina, vitupera y desconoce. El diálogo en Cuba pasa por el absoluto reconocimiento de la diversidad política, como quería José Martí y prometió Fidel Castro en los Pactos de México, la Sierra y Caracas, así como en el Programa del Moncada. Nadie puede decir que el MSI es contrarrevolucionario pues sus objetivos tienden a que acaben de cumplirse los postulados que dieron origen a la lucha contra la dictadura de Batista. Los verdaderos contrarrevolucionarios son los que se niegan a cumplirlos y permanecen en el poder sin ser elegidos por el pueblo.
Un diálogo sin el reconocimiento de todas las posiciones ideológicas y corrientes de opinión del país es una farsa, teniendo en cuenta que la Constitución asegura que Cuba es un país “con todos y para el bien de todos”, y para mayor desvergüenza, “democrático, socialista y de derecho”.
Días atrás Alpidio Alonso, ministro de Cultura, declaró que no se reuniría con integrantes del MSI, cuyo único “delito” es defender otro proyecto de país. El Noticiero Nacional de la Televisión Cubana informó este sábado que el funcionario se había reunido con un grupo de intelectuales, excluyendo al MSI. Allá los que continúan haciéndole el juego a la dictadura.
Denis Solís y Luis Manuel Otero Alcántara han sido linchados mediáticamente con una reiteración y saña extraordinarias.
Se ha mostrado un video acusatorio sobre la conducta de Denis Solís ante un esbirro de la dictadura. Lo que no se ha dicho a la opinión pública es que ese joven y todos los del MSI han sido acosados, detenidos ilegalmente, secuestrados y golpeados por meses sin tener la posibilidad de recibir una tutela jurídica efectiva a sus derechos, debido a la complicidad de la Fiscalía General de la República con la Seguridad del Estado.
En cuanto a Alcántara, aunque a muchos no les agrade el uso que ha hecho de la bandera cubana ―entre los que me incluyo― eso no le da derecho a nadie a denostar de él. Humberto López ―uno de los rostros más visibles de la dictadura por estos meses― no tiene ningún derecho para denigrar de él como lo hizo en la emisión estelar del Noticiero de la Televisión Cubana el pasado miércoles. ¿Por qué no dijo ―si de ultraje a la bandera se trata― que la Unión de Jóvenes Comunistas cometió por años uno muchísimo mayor al imprimir el rostro del Che en el querido símbolo patrio? ¿Por qué lo que hace Alcántara con la bandera cubana es ultraje y lo que hizo la UJC no? ¿De qué justicia puede hablarse cuando se hace una interpretación tan sesgada por los intereses políticos?
Ninguno de los voceros de la dictadura tiene ―ni tendrá jamás― un argumento para rebatir juiciosa y creíblemente lo que he expuesto.
Les ha dolido ―y mucho― lo ocurrido en San Isidro porque no acaban de entender que el pueblo está harto de discursos, promesas incumplidas, violaciones de elementales derechos humanos, carencias materiales, injusticias, represión y sufrimientos.
Los jóvenes del MSI han dado un ejemplo de valentía y patriotismo que conmueve. Cuba no será jamás la misma, de hecho, ya no lo es.
Por más diatribas que la dictadura lance contra esos jóvenes no van a exterminar el espíritu de libertad y el valor intrínseco de los cubanos. Parecía dormido y ellos se encargaron de levantarlo. Ese es el principal legado del MSI, un verdadero parteaguas de nuestra historia contemporánea.