Mucho ruido y pocas inversiones
Entrada a la Feria Internacional de La Habana (Fihav 2016). (14ymedio)
Oggún forma parte de los orishas guerreros del panteón yoruba, pero un tractor que lleva su nombre está perdiendo la batalla por el mercado cubano. La firma Cleber no ha logrado instalarse en Cuba, a pesar de que hace un año se anunciaba como la avanzadilla de las inversiones estadounidenses en la Isla.
Los tractores ideados por Saúl Berenthal y Horace Clemmons saltaron a las planas de los periódicos como símbolo del acercamiento económico entre Cuba y Estados Unidos. Sin embargo, en medio de la Feria Internacional de La Habana (Fihav) se anunció que el proyecto fue desestimado por no cumplir «los requisitos de innovación tecnológica» exigidos para la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM).
En los pasillos de la feria abundan los contrastes. Funcionarios oficiales vestidos con impecables guayaberas sonríen y animan a los expositores a mostrar sus productos. El número de delegaciones ha crecido este año y Japón llegó con sus sofisticados equipos de la firma Panasonic, pero se extiende también la sensación de que la cita comercial se ha convertido en una vitrina algo inútil y sin resultados concretos.
Lo sucedido con los tractores Oggún recuerda otros casos en que las expectativas de hacer negocios en la Isla han quedado en las intenciones o en los titulares de prensa. Una situación contradictoria con las urgencias económicas del país, cuyo pronóstico de crecimiento económico para este año ha caído por debajo del 1% y que necesita atraer capital extranjero a razón de 2.000 millones de dólares anuales.
La lentitud y los titubeos están marcando el proceso inversionista. Hasta el momento en la ZEDM solo se ha colocado la primera piedra de la empresa mixta de producción de cigarrillos Brascuba, conformada por la brasileña Souza Cruz y la cubana Tabacuba. En caso de que se logre cumplir con los objetivos, habrá que esperar a finales de 2018 para que la industria produzca 15 billones de cigarros cada año.
«No saben hacer negocios, todo va muy lento y muchos se han cansado de esperar», comentaba un empresario de origen cubano radicado en Estados Unidos
En los corrillos empresariales crece la desazón y la impaciencia. «No saben hacer negocios, todo va muy lento y muchos se han cansado de esperar», comentaba este martes a las afueras del recinto ferial Expocuba un empresario de origen cubano radicado en Estados Unidos que ha visitado la Isla para la ocasión. «Estoy a punto de tirar la toalla», agregó.
«Prometen mucho, pero poco se ha concretado después de dos años», explicaba bajo la condición de anonimato. Cuenta que vino en busca de «algo más que palabras». Tras varios meses explorando la posibilidad de posicionar su firma en el mercado nacional, el empresario considera que «todavía resulta más barato y rápido instalar la factoría en México o en Jamaica. ¿Cuál sería la ventaja de hacerlo aquí?».
En su discurso para presentar la nueva versión de la Cartera de Negocios, el ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca Díaz, se vio obligado a espantar los temores:«La inversión extranjera no es un mal necesario, la deseamos para el desarrollo del país. Es una decisión soberana de Cuba que nadie nos está imponiendo, lo hacemos porque estamos convencidos».
Sin embargo, el discurso ideológico de las últimas semanas ha subido de tono y se torna más beligerante contra la administración estadounidense. La televisión alterna los reportajes en los que se habla de inversión, negocios y empresas mixtas, con otros materiales en los que se sataniza al capitalismo y las intenciones del vecino del Norte de «derrocar» el sistema cubano.
«Las empresas se quejan con razón, hay que imprimirle velocidad a las negociaciones» reconoció Malmierca ante los inversionistas
«Las empresas se quejan con razón, hay que imprimirle velocidad a las negociaciones» reconoció Malmierca ante los inversionistas. Una lentitud que está marcada también por el lineamiento 64 aprobado en el VII Congreso del Partido, donde se establece a rajatabla que «quien decide no negocia» en las relaciones económicas internacionales.
Los funcionarios que recorren la Fihav pueden tener el mejor talante, la sonrisa más amplia y las tarjetas de presentación repleta de cargos, pero los empresarios extranjeros saben que se trata de intermediarios sin poder alguno de decisión. Su tarea es apenas explorar la propuesta y generar ilusiones en el interlocutor.
No es solo la lentitud burocrática la que hace perder impulso a los inversionistas. «La dualidad monetaria y el monopolio estatal sobre la bolsa empleadora desestimulan mucho«, explica a 14ymedio un empresario guatemalteco que participa en la Fihav. «No estamos acostumbrados a no poder contratar directamente a nuestro personal«, agrega el visitante.
El restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos ha sido una de las principales causas del aluvión de empresarios que han visitado la Isla en los últimos dos años, pero ese innegable empujón no constituye una fuerza cargada de permanente energía. Cada día que el Gobierno cubano pierde sin aprovechar el impulso que dejó el acercamiento entre los dos vecinos, arrastra el país hacia la inercia económica y lo hunde en el fracaso.