Muere Bill Withers, el soulman que pudo (y no quiso) reinar
El aclamado vocalista, autor de «Ain't No Sunshine», fallece a los 81 años
Pudo reinar, y en cierto modo lo hizo, en el aterciopelado soul de los setenta y los ochenta, pero en cuanto la fama empezó a desbocarse y no había estribillo capaz de esconder aquella incomodidad, Bill Withers dio un portazo y prácticamente se borró del mapa para dedicarse a la vida familiar. «¿Sabes lo infeliz que serías si pensaras que no eres lo que deberías ser? Empecé mi vida así, y no quiero acabarla igual», se le oía decir en «Still Bill», indispensable documental que le trajo de vuelta en 2009.
En aquel momento, la historia ya había condenado a Withers a ser recordado como el compositor y cantante de «Ain’t No Sunshine», himno inmortal con el que se han atrevido desde los concursantes de talent shows de medio mundo a los inclasificables Elkin & Nelson, pero el estadounidense fue mucho más que un one hit wonder. Para su familia, por ejemplo, que anunció este viernes que el cantante había fallecido el pasado lunes a los 81 años por complicaciones cardiacas, Withers fue un «amado y devoto esposo y padre». ¿Cómo no serlo cuando, pudiendo codearse con James Brown y Muhammad Ali, Withers prefirió el retiro de la vida hogareña al tumulto de los Grammy y el «Top Of he Pops»?
Nacido en 1938 Slab Fork (Virginia), Withers creció acomplejado por su tartamudez y, decidido a escapar lo más lejos posible, acabó enrolado en la Armada estadounidense. Con los años cambiaría la Marina por un trabajo como ensamblador e instalador de lavabos en diferentes compañías aéreas, tareas mecánicas y monótonas que combatía componiendo lo que más tarde acabarían siendo imponentes canciones como «Use Me».
Operario de día y músico de noche, Withers estrenó los setenta grabando una maqueta que Booker T. Jones se encargaría de convertir en «Just As I Am» (1971), un primer disco con sorpresa: ahí estaba, entre pellizcos de funk y soul con vistas a la Stax, «Ain’t No Sunshine», hit rompecorazones de folk-soul con el que se colocó en el número 3 de las listas norteamericanas y se llevó un Grammy a la mejor canción de rhythm and blues.
A partir de ahí, todo vino rodado: un éxito casi masivo de la noche a la mañana; un segundo disco, «Still Bill» (1972), repletos de diálogos entre folk, soul y funk; la actuación en el Zaire 74; el cambio a Columbia; nuevos éxitos en las listas de ventas; el contagioso optimismo de la espléndida «Lovely Day», el éxito tardío de «Just The Two Of Us»…
Con todo, a medida que se adentraba en la década de los ochenta, a Withers cada vez parecía interesarle menos todo lo que tenía que ver con el show business. Tanto es así que en 1989 decidió borrarse del mapa. Tal cual. Se esfumó cuatro años después de haber grabado su último disco, «Watching You, Watching Me», y poco o nada se volvió a saber de él hasta que el documental «Still Bill» arrojó un poco de luz y le presentó felizmente retirado, entregado a la vida familiar y seguramente tarareando para sí mismo eso de ain’t no sunshine when she’s gone / It’s not warm when she’s away.