CulturaDictaduraObituarios

Muere el periodista, poeta y opositor cubano Raúl Rivero a los 75 años

«Él nunca se pudo recuperar físicamente de todo el daño que le hizo el régimen cubano», explica la viuda en alusión al tiempo que pasó en prisión tras ser encarcelado durante la Primavera Negra de 2003 y condenado a 20 años

Raúl Rivero fue uno de los iconos cubanos en la lucha contra la barbarie comunista del régimen de Fidel Castro. En la isla se hablaba de él como un hombre de conciencia y un hombre de resistencia, como el intelectual que se enfrentó al Koba caribeño con la única fuerza de sus palabras. Había nacido en 1945 y toda su vida fue la búsqueda de una verdad que desenmascarara las ficciones de un sistema, la trama de su propia corrupción. A Rivero le gustaba poner al régimen ante sus contradicciones y sus mentiras. También ante su propio fracaso histórico y sus traiciones.

Fue por ello un periodista de honda vocación y un poeta que luchaba porque la urgente realidad no le cortara el aliento a sus versos. Es difícil hablar de la historia del periodismo cubano sin acordarse de él, de su estilo personal, de su mirada desmitificadora. Como para muchos disidentes, para muchos opositores es imposible no recordar muchos de sus poemas que se susurraban en privado y en todas las clandestinidades a las que fueron arrojados gran parte de los habitantes de la isla.

De joven lo recordaban como una de las grandes promesas de aquella generación inmediatamente posterior a Orígenes, la de Lezama y Cintio Vitier. Pero lo suyo era la palabra de acción, la tinta de la máquina de escribir de las redacciones, los cigarrillos interminables sobre la rabiosa actualidad. Demasiado temperamental e inquieto para levantar una obra literaria de carácter contemplativo. Le gustaban las calles, los tugurios, la música, los idilios y los sueños. También las equivocaciones y corregirse a sí mismo. Durante décadas fue ese periodista de la Cuba castrista con el que había que contar. Pero la carcoma del desengaño le llegó con el polvo de la caída del muro de Berlín. Por eso se puede decir que su vida fue, como la de gran parte de su generación, la caída del vuelo de Ícaro. La caída desde la utopías del 68 a las brasas de esos infiernos nacidos de las revoluciones.

Cuando, en 2003, la justicia cubana lo condenó a la cárcel durante veinte años, a causa de ser «un periodista independiente que operaba al servicio de EEUU», Rivero estaba ya a años luz de muchos amigos personales que seguían colaborando con el carnaval castrista.

Ahora que ha muerto en el exilio de Miami, después de sus años de exilio madrileño, uno lo ve como una víctima de la historia de nuestro tiempo, como la víctima de un anacronismo histórico. Su figura rica, compleja y apasionante está lista para ser estudiada con detenimiento…

 

 

Botón volver arriba