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Muertos Chávez y Castro, los jefes del crimen organizado, Lula se coloca el disfraz de demócrata
El Gobierno de Lula fue el tercero del Foro de Sao Paulo y con él quedó instalado el trípode de la expansión de ese instrumento operativo con jefatura en Cuba
La expansión de la dictadura de Cuba en las Américas, con su sistema de violación institucionalizada de derechos humanos, terrorismo de Estado, presos, tortura, exilio y narcoestados, tenía en Fidel Castro, Lula da Silva y Hugo Chávez a sus tres jefes estructuradores.
En su carta de 9 de Julio de 2020 dirigida al Foro de Sao Paolo en ocasión del 30 aniversario de su fundación, Lula cita: «En una charla que tuve con Fidel en aquella época, coincidimos que sería importante analizar esa nueva coyuntura y sus impactos para América Latina y el Caribe. Decidimos que el PT podría convocar un encuentro de partidos y de movimientos… No nos imaginábamos inicialmente que ese encuentro llegaría donde ha llegado… A lo que se suma su contribución para promover cambios de gobierno y de políticas en el continente a partir de 1998».
La mención de Lula a 1998 se refiere a la elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela que consideran como «el primer gobierno de un partido miembro del Foro de Sao Paulo después de Cuba».
La de «cambios de gobierno y de políticas» a la permanente conspiración con el Foro como instrumento contra la democracia. Lula y Castro crearon el Foro de Sao Paulo después de la caída del Muro de Berlín «con el objetivo de combatir las consecuencias del neoliberalismo en los países de América Latina».
Con partidos de posiciones «desde centro izquierda a extrema izquierda», el Foro de Sao Paulo se integró con grupos guerrilleros, terroristas y narcotraficantes como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC y del sistema de guerrilla castrista, que se fueron disfrazando como «grupos políticos».
Es la estrategia de presentar como política los crímenes (narcotráfico, asesinatos, terrorismo, violaciones, secuestros, conspiraciones..) mencionando las palabras «democracia y política» en cada una de sus acciones delictivas, presentando como ideologías «el antiimperialismo, el bolivarianismo, el anti-neoliberalismo, el latino americanismo, el comunismo…»
Como presidente desde 2003, Lula fue el tercer gobierno del Foro de Sao Paolo y así quedó instalado el trípode de la expansión de la dictadura con el Foro como instrumento operativo, jefatura de Cuba, del poder económico de Venezuela y de Brasil.
Lula destrozó la institucionalidad de política exterior de Brasil para someterla a Cuba, crear y promover el castrochavismo.
Formó parte del control de la Organización de Estados Americanos con la gestión de Insulza que ignoró y violó la Carta Democrática Interamericana y copó posiciones en la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos con activistas de reconocida militancia.
Con la abierta operación de Marco Aurelio García, a quien Lula nombró «Asesor de Asuntos Exteriores del presidente de Brasil» y que se mantuvo en el cargo hasta la destitución de Dilma Rousseff en 2016, el poder de Brasil se impuso para la dictadura de Cuba, la instauración de dictadura en Venezuela, el derrocamiento de presidentes democráticos, la instalación de las dictaduras de Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, y más.
Lula entregó el Brasil a Cuba para la trata de personas y esclavismo con la contratación de médicos y personal, cuyos sueldos que benefician a la dictadura.
Estos crímenes están probados con juicios en curso. Las dictaduras de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua repiten estos delitos, igual que los gobiernos de Fernández/Kirchner en Argentina y López Obrador en México.
Lula es responsable de la corrupción internacional más grande de la historia de las Américas, el «Lava Jato».
Crímenes con dinero de Brasil para créditos a países para obras con empresas brasileras, proyectos de impacto del castrochavismo.
Crímenes impunes porque las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua siguen encubriendo esta corrupción, como el caso de la construcción del Puerto del Mariel en Cuba por casi tres veces más del precio ya pactado con otra empresa, o las múltiples obras pagadas y nunca construidas en Venezuela y otros países.
En cuanto a la defensa de la Amazonía, Lula dejó muy clara su posición en Bolivia promocionando la construcción de una carretera para destrozar el Parque Nacional Tipnis, una reserva ecológica, para ampliar cultivos de coca ilegal base del narcoestado.
Triunfó la resistencia civil pero el ex ejecutivo de la constructora brasilera OAS declaró que «su empresa vino a Bolivia por gestión de Lula y con promesa de otro contrato».
Muertos Chávez y Castro, Lula es el jefe sobreviviente que sigue atacando la libertad y la democracia desde el crimen organizado con disfraz de demócrata.
- Carlos Sánchez Berzaín es abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy y exministro del Gobierno de Bolivia