Murió Ricardo Bada, escritor y columnista de El Espectador
Además de colaborar con varios medios internacionales, el columnista de este diario fue autor de múltiples obras literarias en las que utilizó el humor como medio de reflexión.

Nacido en Huelva (España), en 1939, Ricardo Bada empezó su camino en la escritura —como contó para la revista Letras Libres— con acrósticos para sus compañeros de la escuela. Su primer pago fue con cigarrillos.
Por indicación de su padre, Bada estudió Derecho, pero decidió dedicarse a la escritura, al ser algo que le “gustaba” y le salía “natural”. Antes de terminar su carrera en las leyes, entró a trabajar como redactor en una emisora de su natal Huelva, para luego emigrar a Alemania.
Al llegar, estuvo dos años trabajando en distintas áreas hasta que, por sus colaboraciones con una publicación en español, lo contactó la cadena pública Deutsche Welle (DW) para adaptar a la radio su columna “El ingenioso emigrante Don Quijote de la Múnich”.
Esta columna, escrita por el mismo Bada, era una parodia de la novela “Don Quijote de la Mancha”, en donde su protagonista estaba acompañado de Pancho Panza, con quien debatía sobre el estado de la España de la época. Se imprimió en el diario 7 Fechas y los libretos estuvieron a su cargo, como parte de las condiciones puestas por él para vender los derechos a la DW.
Gracias a su amigo Juan Goytisolo, sus textos llegaron al Diario16 de Madrid, del que se convertiría en colaborador constante hasta el cierre de este suplemento cultural. Esta constante publicación llevó a que otros medios se interesaran en incluirlo en sus diarios.
Bada colaboró para medios como Revista de Libros, ABC, La Nación (Costa Rica), La Opinión (Los Ángeles), y en Colombia fue corresponsal para la HJCK, El Malpensante, SoHo y también fue columnista de El Espectador con una publicación titulada “Yo soy como el picaflor”. También tuvo un blog con esta casa editorial.
No solo se dedicó a la escritura periodística, Bada también puso en práctica sus talentos con la literatura en títulos como “La generación del 39″ (cuento), “Me queda la palabra” (ensayos), “Basura cuidadosamente seleccionada” (poesía), “Los mejores fandangos de la lengua castellana” (parodia) y “El Canto XXV” (novela).
En una de sus publicaciones para el blog de El Espectador, recordó una entrevista que el periodista Óscar Domínguez le hizo a propósito de sus 70 años. En esta conversación, afirmó que, para él, “el periodismo es para ganarme la vida, y la literatura para escribir mejor periodismo”.
Durante sus años de trabajo en la Radio DW, conoció a Jorge Luis Borges, a quien recordó en su columna “Borges, supersticioso”, en la que relataba la ocasión en la que, en el hotel que se hospedaba el escritor, Bada pidió el número de la habitación de María Kodama.
“Me respondió Borges, a quien le dije sin ocultar mi sorpresa: ‘Hola, Borges, soy Ricardo Bada, no sé si me recuerda, de Stuttgart y de la visita a Jünger. Perdóneme si interrumpo su reposo, pero acá en la recepción me han dado este número como el de la habitación de María’. ‘Sí, sí, mire, pero María y yo hemos cambiado nuestras habitaciones. Ahora le digo a María que baje a encontrarse con ustedes’, y colgó sin despedirse”, escribió Bada.
En otra ocasión, escribió sobre la Biblioteca de Escritoras Colombianas, extrañando la ausencia de “las poetas Piedad Bonnett y Lucía Estrada, de las narradoras Fanny Buitrago y Laura Restrepo, y sobre todo, sobre todo, de la inmensa Marvel Moreno, a quien los machos del boom también ningunearon cuando se dieron cuenta de que era tan buena o mejor que García Márquez».
El escritor Héctor Abad Faciolince lo recordó como “un maestro de la amistad. Conocía muchísima gente en todas partes del mundo y sabía tejer entre ellos lazos de información, de mutua ayuda e incluso de nuevas amistades. Si uno le decía, ‘Ricardo, voy a ir a Buenos Aires, o a Praga, o a Ámsterdam, o a Guatemala’, te ponía en contacto con amigos suyos de cada sitio: libreros, periodistas, poetas, músicos, científicos. Sabía unir los hilos de la información incluso desde antes que existiera la Red”, afirmó para este diario.
Nada es casual querido Ricardo. Te escribí desde Bolivia hace 7 días después de muchas lunas.
Leer de tu partida me dejó con mucha tristeza pero a la vez con agradecimiento por haber tenido el privilegio de conocerte hace ya muchos años en Köln y de tenerte aquí en la casa, en Cochabamba, donde pasamos gratos momentos.
Todavía tengo a la mano la antología «Don Enrique» (Heinrich Böll) que editaste y me obsequiaste dedicada en 2025.
Gracias por tu existencia y todo tu aporte.
Gracias a tí, Marcos, supe de la existencia de don Ricardo Boada y comencé a leer sus ingeniosas colaboraciones. Lamento la noticia de su fallecimiento.