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María Elisa Flushing / Natalie Dessay: una actriz prestada al canto

Así se define Natalie Dessay, la sensacional soprano francesa: “soy una actriz que canta”.

Su carrera lírica la comenzó relativamente tarde porque en su juventud deseaba ser bailarina de ballet y actriz. Y fue precisamente en los talleres de actuación cuando de manera casi accidental descubrió su talento como cantante.

Ganar la Competencia Internacional Mozart en la Ópera Estatal de Viena, con apenas un año de estudio en la Escuela de Arte Lírico de la Ópera de París, le abrió las puertas de los principales teatros de ópera del mundo.

Aunque su voz de soprano lírica de coloratura es capaz de alcanzar los registros más agudos y ejecutar pasajes rápidos con habilidad y precisión, su voz no se puede equiparar a la de, por ejemplo, Diana Damrau o Beverly Sills. Pero cuando se trata de la habilidad actoral sobre un escenario, Natalie Dessay no tiene rival alguna.

Para la soprano francesa lo más importante es explorar las posibilidades teatrales que ofrece la ópera: «El trabajo de un cantante de ópera no es sólo el de cantar; también debe actuar. Lo contrario es inadmisible y me molesta mucho que haya cantantes que sólo hagan la mitad de su trabajo, cuando la ópera es música y teatro».

Y si de posibilidades teatrales hablamos, nada como Jacques Offenbach para explorarlas.

Orfeo en los Infiernos

El descenso a los infiernos del héroe mitológico Orfeo -el mayor de los músicos y poetas-en busca de su amada Eurídice es uno de los mitos más románticos de la Grecia antigua y ha sido llevado a la ópera desde los tiempos de Monteverdi (L´Orfeo 1607), pasando por Landi (1609) y Lully (1690), hasta la probablemente más conocida y exitosa versión de Gluck (Orfeo y Eurídice 1762). La leyenda cuenta que Orfeo, desesperado por la muerte de su esposa Eurídice, baja al inframundo para rescatarla y logra conmover con su música al propio dios Hades, quien acepta la súplica del músico a condición de que no vuelva la vista atrás hasta no alcanzar el mundo superior. Sin embargo, el impaciente Orfeo voltea antes de tiempo y Eurídice se desvanece para siempre.

Offenbanch, el compositor francés de origen alemán y celebrado por sus exitosas operetas y comedias musicales, trastoca por completo el mito y compone una deliciosa parodia de la opera seria de Gluck: Orfeo en los Infiernos (1858).

En la opereta de Offenbach, Orfeo y Eurídice no son una pareja feliz; muy por el contrario: marido y mujer no se soportan y cada uno hace su vida. Orfeo se ha enamorado de otra y Eurídice anda entretenida con Aristeo, quien en realidad es Plutón, el dios de los infiernos disfrazado de pastor. Cuando Eurídice muere, Orfeo se alegra por haberse librado de su molesta mujer, pero la Opinión Pública insiste en que vaya a buscarla – es lo moralmente correcto – y en que Júpiter, el supremo dios del Olimpo, denigre a Plutón por su conducta.

Plutón, para liberarse de los cargos que le imputan, ha encerrado a Eurídice en una habitación del inframundo. Pero Júpiter descubre el lugar donde la tiene y, tras convertirse en una bella mosca, se cuela por el ojo de la cerradura.

A continuación la puesta en escena de Orfeo en los Infiernos (1998) dirigida por Marc Minkowsky para la Ópera de Lyon con Natalie Dessay en el papel de Eurídice y Laurent Naouri como Júpiter, en el conocido “dúo de la mosca” (“Bel insecte à l’aile dorée”):

 

Al final de la ópera, y al igual que en el mito original, Orfeo no consigue cumplir la condición de no mirar atrás. Pero aquí Eurídice no se desvanece, sino que se promete a Baco, el dios del vino.

La escena final es el famosísimo Cancan (Galop Infernal) donde los dioses bailan hasta la muerte. Natalie Dessay en una gran actuación en la Ópera de Lyon:

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