Navalni cuenta que le despiertan por la noche para constatar que no se ha escapado de la cárcel
El líder opositor denuncia que el sistema penitenciario ruso lo ha sorprendido. «No tenía ni idea de que era posible organizar un verdadero campo de concentración a 100 kilómetros de Moscú», dijo
Alexéi Navalni, el principal adversario político del Kremlin, se encuentra ya desde la semana pasada en la Colonia Penitenciaria número 2 (IK-2) de la región cercana a Moscú de Vladímir, en la localidad de Pokrov, en donde deberá pasar los próximos dos años y cinco meses. En un mensaje publicado en su cuenta de Instagram, ilustrado con su fotografía con la cabeza rapada, Navalni cuenta sus primeras impresiones sobre el penal en donde se encuentra confinado y llama especialmente la atención sobre el hecho de que, por las noches, un funcionario le filma cada hora para constatar que sigue en la celda y no se ha escapado. Tal acción, que incluye las palabras del empleado indicando la hora exacta en la que efectúa la grabación, le despierta, aunque asegura que logra después conciliar el sueño.
Aunque sin motivo ninguno que lo justifique, a Navalni se le ha catalogado como recluso con tendencia a la fuga, de ahí tanta prevención. Sus abogados afirman que tal encasillamiento se han hecho especialmente para limitarle los movimientos dentro de la prisión y justificar la imposición de numerosas restricciones. Nunca intentó escaparse en las veces que fue detenido ni durante las numerosas penas de prisión menor que le fueron impuestas por convoca manifestaciones de protesta.
«Hay tres cosas que no dejan de sorprenderme: el cielo estrellado sobre nosotros, el imperativo categórico en nuestro interior y la increíble sensación de pasar la mano por tu cráneo recién afeitado», señala Navalni al comienzo de su misiva. «Saludos desde el sector de control reforzado A», prosigue. Según sus palabras, «el sistema penitenciario ruso ha conseguido sorprenderme. No tenía ni idea de que era posible organizar un verdadero campo de concentración a 100 kilómetros de Moscú». El dirigente opositor reconoce que «no he visto aquí ningún tipo de violencia, ni siquiera un indicio de ella». Sin embargo, dice notar entre los presos una actitud «tensa». «Temen hasta volver la cabeza hacia atrás (…) lo que hace que me fíe de las numerosas historias que se cuentan de la IK-2 Pokrov, cuando no hace mucho a los internos les golpeaban casi hasta la muerte con martillos de madera».
Navalni afirma: «Ahora los métodos han cambiado y, para ser honesto, ni siquiera recuerdo un lugar donde todos hablen con tanta cortesía y, en cierto sentido, afabilidad». Escribe también: «Esto es lo que llamo mi nuevo hogar, nuestro campo de concentración amistoso».
Cuenta que está prohibido decir palabrotas, algo que la parece «terrible», y que «hay cámaras de vigilancia por todas partes (…) ante la menor infracción eres denunciado. Creo que alguien de arriba leyó 1984 de Orwell y dijo: ‘Sí, genial. Hagámoslo. Educación a través de la deshumanización’». «Pero, si abordas las situación con humor, se puede vivir. Me está yendo bien en general», asegura.