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Neil Gorsuch: la carta de Trump para la Corte Suprema

trump-pEn medio de protestas y el desastre generado por sus órdenes ejecutivas en materia de migración, el Presidente Trump presentó a su candidato para ocupar una silla en la Corte Suprema de los Estados Unidos. Se trata de Niel Gorsuch, quien actualmente se desempeña como juez federal en la Corte de Apelaciones del Décimo Circuito, con sede en la ciudad de Denver, Colorado. Con esta nominación, parece que Trump ha decidido jugar a lo seguro. Por sus credenciales académicas y profesionales, su filosofía judicial y, sobre todo, por la mayoría republicana en el Senado, es muy probable que Gorsuch se convierta en quien sustituya, ni más ni menos, que al legendario justice Scalia, quien falleció hace casi un año.

En las siguientes líneas ofrecemos algunas claves sobre el perfil de Neil Gorsuch en tres grandes rubros: 1) antecedentes académicos y profesionales, 2) filosofía judicial y 3) calidad como candidato a la Suprema Corte.

Pasado: un miembro de la élite judicial

Quizá lo primero que debemos enfatizar es que, bajo cualquier estándar, Neil Gorsuch es miembro de la élite jurídica de los Estados Unidos. El privilegio es el común denominador de sus credenciales educativas. Estudió la preparatoria en la Georgetown Preparatory School, una escuela jesuita fundada en 1789 y que, en la actualidad, cobra una colegiatura anual que ronda entre los 35 mil y los 60 mil dólares. Posteriormente, realizó sus estudios de licenciatura y posgrado en universidades pertenecientes a la Ivy League: primero en la Universidad de Columbia y después en la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard. Finalmente, Gorsuch realizó estudios doctorales en la Universidad de Oxford, a donde asistió como Marshall Scholar. Fue precisamente en Oxford en donde realizó buena parte de la investigación que más adelante se vería reflejada en su único libro: El futuro del suicidio asistido y la eutanasia (The Future of Assisted Suicide and Euthanasia, 2006).

Las credenciales profesionales de Gorsuch también son por demás destacadas. Fue secretario (clerk) del juez David B. Sentelle, integrante de la Corte de Apelaciones para el Circuito del Distrito de Columbia, y posteriormente de los justices Byron White y Anthony Kennedy, este último aún permanece en la Corte Suprema –aunque muy posiblemente se retire en los próximos años–. Finalizada su estancia en el poder judicial, Gorsuch ingresó y eventualmente se volvió socio de la firma Kellogg, Huber, Hansen, Todd, Evans & Figel, descrita por David Lat como una “uber-elitista boutique de litigios”. Más adelante trabajaría en el Departamento de Justicia durante la administración del Presidente George W. Bush, quien finalmente lo nominó para ocupar un puesto en la Corte de Apelaciones del Décimo Circuito. Tenía 38 años. Y tan poco controversial fue su designación que –de acuerdo con la crónica de The Denver Post– ni siquiera fue necesario llevar un registro de la votación individual de los senadores.

Ideología: un originalista de pura cepa

Un segundo aspecto a destacar es que, ideológicamente, Gorsuch es por demás cercano al originalismo, la corriente de interpretación que ha sido abrazada en las últimas décadas por buena parte del conservadurismo judicial estadounidense –y cuyo más visible exponente judicial era el propio Scalia–. En términos generales, dicha corriente se define por dos grandes principios: (1) la primacía del texto expreso de la ley, esto es, el canon consistente en que la interpretación ha de ceñirse a lo expresamente dicho y a lo razonablemente implicado;  y (2) el entendimiento público de las palabras, es decir, la idea de que el significado de un texto ha de entenderse conforme al entendimiento que de éste tenían las “personas razonables” al momento de su redacción–.

El propio Gorsuch ha dado muestras de su cercanía con el originalismo e incluso con el propio Scalia. En una conferencia dictada el 7 de abril del año pasado, Gorsuch describió así la forma en que reaccionó frente a la muerte de Scalia:

Hace unas semanas, estaba tomando un respiro en medio de una carrera de esquí, con poco en mi mente más allá del siguiente curso de esquí, cuando mi teléfono sonó y me enteré de la noticia. Inmediatamente perdí el aliento que me quedaba, y no me avergüenza admitir que las lágrimas no permitieron que viera el resto del camino mientras descendía por la montaña.

Sentimentalismo aparte, el resto de la conferencia es una alabanza a Scalia y sus métodos de interpretación. En palabras del propio Gorsuch,

Me parece que una concentración diligente en el texto, la estructura y la historia es esencial para el ejercicio adecuado de la función judicial. […] [L]os jueces deben dedicarse a determinar lo que la ley es, usando los métodos tradicionales de interpretación […]. Aunque los críticos son enérgicos y las tentaciones de unirse a ellos pueden ser muchas, considérenme un creyente de que la versión tradicional sobre el papel de los jueces que defendía el justice Scalia perdurará.

Calidad: un sólido candidato para la Corte

Por convicción o conveniencia, Gorsuch ha tratado de presentarse a sí mismo como un sucesor natural de Scalia. Y, a 1 decir por las reacciones que ha generado en la opinión pública, parecería que ha sido exitoso. Pero su adherencia al originalismo no es la única razón por la que la candidatura de Gorsuch resulta sólida, particularmente para la mayoría republicana que actualmente controla el Senado.

Gorsuch es, además, un candidato extremadamente joven. Tiene actualmente 49 años y, si es confirmado, se convertiría en uno de los justices más jóvenes de las últimas décadas –aunque el récord en esta materia lo tiene el justice Thomas, el otro originalista de la Corte, quien fue designado con apenas 43 años–. Su designación, por tanto, no sólo garantizaría la supervivencia del originalismo en las décadas por venir, sino que también consolidaría la prevalencia de la mayoría conservadora en la Corte.

La calidad técnica de Gorsuch es otro elemento que también podría jugar a su favor. El aún juez de la Corte de Apelaciones del Décimo Circuito ha sido descrito como un abogado competente, poseedor de una mente analítica y una prosa privilegiada. Quizá uno de los mejores ejemplos de esto sea la opinión que escribió en el caso United States v. Rosales-Garcia (667 F.3d 1348, 10th Cir., 2012). En dicha sentencia, Gorsuch deja constancia de su calidad argumentativa, al tiempo que defiende el ejercicio de la libertad religiosa de un prisionero a quien se le negó el acceso a un sauna ceremonial (sweat lodge), un lugar de meditación instalado en una prisión.

Perspectiva: ¿cómo pinta nominación de Gorsuch?

Por sus credenciales académicas, su pertenencia a la corriente dominante en el conservadurismo judicial, así como por su calidad técnica, es altamente probable que Gorsuch sea apoyado por los 52 senadores del Partido Republicano. Y parece que con ello bastaría para que se convierta en el nuevo justice de la Corte Suprema de los Estados Unidos. En principio, los demócratas podrían intentar bloquear la designación de Gorsuch mediante la figura del filibuster, la cual permite que una minoría parlamentaria mayor al 40% evite que un asunto –como al designación de un justice– sea votada en el Senado.

Sin embargo, todo parece indicar que, si los demócratas se empeñan en bloquear esta designación, los republicanos echarán mano de la llamada “opción nuclear” (nuclear option), eliminando de esta forma la procedencia del filibuster en la designación de justices mediante una mayoría absoluta. De hecho, eso fue precisamente lo que hicieron los demócratas precisamente cuando los republicanos bloquearon sistemáticamente las propuestas del presidente Obama para cubrir vacantes en cortes inferiores. En esa ocasión, los demócratas no llegaron al extremo de eliminar el filibuster para la designación de justices, pero nada impide que los republicanos lo hagan en esta ocasión. Es mucho lo que está en juego. Y si algo ha caracterizado al Partido Republicano durante los últimos años ha sido, precisamente, su disposición de llevar al límite las reglas del juego.

Para concluir

El panorama no pinta bien para los demócratas, simplemente la aritmética en esta ocasión no está a su favor. Además, podrían calcular que ante las pocas probabilidades de ganar estaba batalla, valdría que se administren para las muchas que se vendrán durante la administración del presidente Trump. Lo cierto es que, por lo menos, deberán realizar una adecuada campaña de medios para explicar lo que está en juego con esta designación.

Otro tema delicado es si ante esta designación, el actual justice Kennedy decide finalmente retirarse de la Corte Suprema para dejar otra vacante para los republicanos. Y, entonces, ahí sí romper el balance entre conservadores y republicanos. Pues hay que tener presente que Gorsuch sólo está sustituyendo a otro justice conservador: Scalia.

Sin embargo, un aspecto que podrían aprovechar los demócratas durante el proceso de designación es presentar una creativa y aguda justificación del poder judicial en la democracia estadounidense. Ante el coqueteo de Trump de no respetar los reveses institucionales que le propinen los jueces, urge recordar a la sociedad estadunidense el relevante papel que realizan estos abogados en la indispensable tarea de procesar la efervescencia democrática. Ese sería un giro deseable para la discusión legislativa que se viene en torno a la ratificación de Gorsuch. De lo contrario sería una derrota desastrosa para un partido demócrata que no ha logrado entender cómo se le puede atacar a los republicanos en tiempos de Trump.  A menos que estemos en un peor escenario: que no tengan el ánimo de hacerlo.

Saúl López Noriega. Profesor asociado de la División de Estudios Jurídicos del CIDE. Twitter: @slopeznoriega.

Javier Martín Reyes. Abogado por la UNAM, politólogo por el CIDE y maestro por la Universidad de Columbia. Twitter: @jmartinreyes


1 Ésta, como el resto de las traducciones, son nuestras.

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