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Ni Ribera ni Mazón pueden seguir

El presidente valenciano está moral y políticamente obligado a someterse a una cuestión de confianza en el plazo de seis meses y debe anunciarlo ya

Sánchez acercará aún más a los ecologistas a Teresa Ribera, la ministra que  prohibiría la caza

        TERESA RIBERA y PEDRO SÁNCHEZ

 

Por orden cronológico. 1) Teresa Ribera y Pedro Sánchez son responsables de bloquear las obras previstas para evitar riadas y de impedir la limpieza de los cauces, que habría minimizado la catástrofe. 2) Puig y Oltra fueron partícipes de lo anterior, desde el gobierno valenciano. 3) Carlos Mazón resultó un pésimo gobernante y líder en las horas previas y posteriores a las inundaciones; ni fue diligente antes, ni eficiente después. 4) Sánchez actuó con malicia al ralentizar su involucración en la respuesta. Resultado de lo cual Teresa Ribera está quemada para ejercer sin lastre las funciones de comisaria de la UE, pese al ejército de desinformadores que la protege. Y Carlos Mazón no puede pretender continuar sin más en el cargo. La izquierda, experta en rentabilizar tragedias, se lo va a impedir. Está moral y políticamente obligado a someterse a una cuestión de confianza en el plazo de seis meses y debe anunciarlo ya. Un tiempo suficiente para evaluarle sin añadir una crisis institucional a las tareas urgentes de recuperación.

 


Teresa Ribera, peor y más grave

 

La ministra para la Transición Ecológica, tras seis años en el cargo, no está para presumir en Bruselas

 

Cada reproche que pueda hacérsele a Mazón, cabe replicarlo agravado a Teresa Ribera. Por más motivos. Porque Mazón no tiene responsabilidad previa, puesto que lleva dieciséis meses en el cargo y no pudo ser él quien bloqueara las inversiones para limpiar y desbrozar el barranco del Poyo, ni tampoco las obras para desviar su cauce, lo que hubiera minimizado una tragedia con casi trescientos muertos y desaparecidos. Teresa Ribera en cambio ha dirigido durante los últimos seis años el ministerio que ha impedido estas soluciones; la catástrofe obedece a una decisión política e ideológica que ignoró una amenaza conocida en nombre de los derechos de las cañas y las lechugas. Y, como Mazón, también ella anduvo desaparecida en las vísperas: se sumó a la crisis de noche y cuando quiso ponerse en contacto con el presidente valenciano ya se habían enviado las famosas alertas tardías a la población. Inoperancia aparte; la Confederación bajo su mando estuvo dos horas sin notificar el riesgo de desbordamiento. No está para presumir en Bruselas.

 

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