Nicolas, el fenómeno sociológico francés que expresa el hartazgo por los impuestos y la inmigración masiva
De inspiración derechista, también seduce a amplias capas de la izquierda trabajadora

Campaña en X de la cuenta NicolasQuiPaiex.com/NicolasQuiPaie
Nicolas qui paie. Nicolas, el que paga. Nicolas –sin acento en el idioma de Molière– no es nadie en particular y millones de personas en general. Como explicaba el incisivo tertuliano liberal Charles Consigny al líder de extrema izquierda Jean-Luc Mélenchon durante un debate radiofónico el pasado 20 de junio, «Nicolas, tiene 30 años y es él quien paga por todos los demás. Nicolas representa al 10 % de los franceses que pagan el 70 % del impuesto sobre la renta. Nicolas representa al 30 % de los franceses que financian la totalidad del sistema [de protección] social».
En suma, la clase media urbana, diplomada y trabajadora a destajo que paga, en su opinión, una desmesurada suma en impuestos. «Nicolas, eres tú, soy yo: los trabajadores a quienes se les quita el fruto de su trabajo para dárselo a otros. Pagamos todo: pensiones que no tendremos, ayudas sociales masivas, una cultura excesivamente subvencionada, una seguridad social accesible para cualquiera, etc..», explica la cuenta X @NicolasQuiPaie, que inició el fenómeno a finales de primavera.
Un fenómeno surgido exclusivamente en las redes sociales y lo suficientemente consolidado, pese a no haber cumplido los tres meses de existencia, como para que el empresario y activista de derechas Erik Tégner -otro treintañero, por cierto- haya registrado la marca en el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual. Oficialmente, para «protegerlo de los trolls izquierdistas», según ha hecho saber en varios medios. Asegura que no tiene intención de comercializar la marca. Sin embargo, su iniciativa no es del gusto de otras personas asociadas al fenómeno.
Esta primera controversia no parece entorpecer la ampliación, cada vez más imparable, de Nicolas: @NicolasQuiPaie ya cuenta con más de 73.000 seguidores y el hashtag #JesuisNicolas (Soy Nicolas, en clara alusión al internacionalmente conocido #JesuisChaerlie de hace 10 años) ya es uno de los más referidos en las redes francesas en esta época estival. Y no solo en X. El éxito se debe, una vez más, a la habilidad de combinar la capacidad para saber captar las inquietudes de su público con cierto rigor científico.
Sin ir más lejos, el 1 de agosto la ya famosa cuenta X, a raíz de que se confirmara que un grupo de presos de la cárcel de Rennes (capital de Bretaña) iban a participar a unas prácticas de «windsurfing terapéutico» de una semana de duración, publicó el siguiente mensaje: «Es gratis, pues es Nicolas quien paga [con sus impuestos] la semana de windsurfing para los presos». La ilustración del mensaje consistía en la cara de un joven de media melena, encorbatado y en mangas de camisa y con rostro irónico, que representa a Nicolas. Es decir, el típico trabajador medio que, con su esfuerzo, ha de pagar el ocio de unos delincuentes.
Pero no solo: el fenómeno Nicolas también apunta a otras categorías. Un montaje desemboca, en primer lugar, sobre «Bernard y Chantal, de 70 años, pagándose un crucero con su jubilación», después viene una ácida crítica al dinero público destinado a la cooperación internacional en África -guiño socarrón a la inmigración masiva– para terminar con una no menos sarcástica alusión a Karim, de 25 años, que vive a cuerpo de rey gracias a las ayudas públicas. Con su inevitable dosis de demagogia, resulta evidente que el fenómeno Nicolas plasma el hartazgo -sobre todo fiscal- de una generación aplastada por el coste de la inmigración masiva y el envejecimiento de la población, para la que alcanzar la misma calidad de vida que sus padres parece un sueño cada vez más irrealizable.
En cuanto a la posible interpretación política del fenómeno Nicolas, el sociólogo Jerôme Fourquet, uno de los más influyentes de Francia, cree detectar, en las páginas de Le Point, «una frustración política compartida por casi dos tercios de los franceses. Entre los votantes lepenistas «que ahora representan un tercio del electorado, tienen la sensación de que les han robado la victoria en la segunda vuelta de las elecciones legislativas [de 2024] con la creación del ‘frente republicano’. Esta hostilidad ‘contra el sistema’ se ha multiplicado por diez tras la inelegibilidad de Marine Le Pen [fallada por los tribunales] el pasado mes de marzo».
Pero también, «Al mismo tiempo, entre la población de izquierdas, que también representa aproximadamente un tercio de los votantes, la ira no es menor. El acuerdo entre los macronistas y centro derecha para impedir que el Nuevo Frente Popular, coalición que quedó en cabeza tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas, formara gobierno no ha sido bien recibido».